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El tiempo corre a favor de las autoridades en la revuelta de Hong Kong

Tras casi tres semanas de protestas a favor de la democracia, los manifestantes del enclave chino pierden fuelle y la prensa internacional da signos de desinterés

El tiempo corre a favor de las autoridades en la revuelta de Hong Kong reuters

daniel cancela

Tras veinte días ocupando las calles, la posición de fuerza de los activistas pro democracia parece debilitarse. La prensa internacional pierde interés poco a poco y muchas voces locales comienzan a alzarse a favor de la disolución del movimiento. No solo desde el gobierno. La propia población comienza a estar harta de que su día a día se vea obstaculizado por un sinfín de carreteras cortadas, lineas de transporte suspendidas y pérdidas de clientes en los miles de pequeños y grandes empresarios que ven solo tiendas de campaña y lazos amarillos al subir las verjas de sus establecimientos.

Superados los primeros días de tensión, el jefe ejecutivo Leung Chun-ying sabe que el tiempo corre a su favor. En un movimiento medido, la oferta de inicio de las conversaciones con uno de los grupos que encabezan el movimiento (la Federación de Estudiantes de Hong Kong) para principios de la próxima semana le otorga unos días de margen en los que los manifestantes tienen en cierto modo las manos atadas. Y mientras, las operaciones de liberación y restablecimiento del trafico se van sucediendo. E intensificando.

La pasada madrugada, un nutrido grupo de policías entró a la carrera en la zona ocupada de Mong Kok, arrancando barricadas y desmontando tiendas con el objetivo de abrir al trafico una zona crítica de Kowloon, cortada desde el inicio de las protestas. A pesar de que desde el Gobierno insisten en que el propósito no es disolver la manifestación sino aliviar el caos circulatorio que vive la ciudad, es evidente que mandar a la gente a las zonas peatonales del barrio es tanto como decir, seguid protestando pero donde no molestéis.

Lo mismo ocurre con la acampada de Causeway Bay, ya en la isla de Hong Kong, donde solo unos pocos concentrados esperan a que les llegue el momento de ser desalojados. «Somos muy pocos, si viene la policía y nos echa, no podemos hacer nada. Solo espero que me den tiempo para recoger mis cosas», opina un estudiante con resignación.

Más escaramuzas

El paso del tiempo y el creciente malestar ciudadano por las protestas permiten a Leung incrementar un punto la presión policial, con el objetivo de acelerar la recuperación de las calles tomadas y de aumentar la tensión de los manifestantes. En los últimos días, las escaramuzas entre policía y activistas ha registrado un aumento de nivel, y un estallido de violencia sería la excusa perfecta que legitimaría al gobierno para proceder a la disolución total de las manifestaciones. Ese es el temor de Benny Tai y de los demás cabecillas de la organización, una escalada de la violencia que se lleve por delante todo lo logrado en las últimas semanas y haga que el malo de la película cambie de bando.

Una vez que Mong Kok y Causeway Bay hayan vuelto a la normalidad, el reto para el Gobierno es, al tiempo que dota de contenido a unas negociaciones con los estudiantes que parten con el handicap de la «intocable Ley Básica», gestionar el desalojo de la «zona cero» de las protestas que desde el primer día se establecieron a las puertas de la sede del Gobierno Local en Admiralty. Allí es donde todavía están la mayoría de estudiantes y sus líderes. El último bastión de un movimiento que si cede ese terreno habrá cedido la calle. Y en ese momento, Leung podrá cerrar el paraguas, porque el chaparrón habrá pasado.

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