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El Estado Islámico impone en Siria la guerra sin periodistas

El español Ricardo García Vilanova, que estuvo más de seis meses secuestrado en ese país por los terroristas, insiste en la presentación de su libro sobre Libia en que la población local es la verdadera víctima de los conflictos

El Estado Islámico impone en Siria la guerra sin periodistas luis de vega

luis de vega

¿No desarrollan los reporteros de guerra un sentido especial para oler el peligro? «Así nos fue», responde con una leve sonrisa irónica a un colega el reportero español Ricardo García Vilanova , que fue liberado a finales del pasado marzo tras permanecer seis meses y medio secuestrado por el Estado Islámico (EI) , que lo capturó en el norte de Siria en septiembre de 2013. «La experiencia puede ayudar pero hay un gran componente de suerte». «En un conflicto hay muchas cosas que no se pueden controlar».

Este grupo terrorista está imponiendo en sus zonas de influencia en Siria e Irak un nuevo modelo de guerra, aquella en la que apenas hay periodistas trabajando sobre el terreno. «Hoy no hay casi acceso a Siria» para los periodistas, reconoce García Vilanova, uno de los reporteros internacionales que más ha cubierto esa guerra desde donde ha colaborado con la cadena CNN o la agencia France Press. «La guerra de siria ha marcado un punto de inflexion en las coberturas internacionales por la situación tan peligrosa». «Se vive un apagón informativo».

Recuerda que frente a ese agujero negro informativo es la sociedad civil local la que acaba convertida en fuente de noticias. «Ese es el modelo de futuro que quiere imponer esa organización», añade refiriéndose al Estado Islámico, que no deja de ganar poder en una guerra de más de tres años y más de 100.000 muertos. «Tantas muertes no han servido para nada», reconoce frustrado. «En este punto, la historia nos está demostrando que lo que se intentó en Libia con el levantamiento o en Siria es utópico. Ya es demasiado tarde para cambiar el curso de la historia».

El reportero freelance español ha presentado este miércoles en Madrid su libro «Libya. Closeup» (editorial Blume) preparado durante su cautiverio y que ha visto la luz gracias al impulso de unos 800 mecenas particulares que adelantaron el dinero y algunas librerías que lo venden.

El EI «ha logrado acabar con las coberturas en amplias zonas», se lamenta el periodista Gervasio Sánchez, que actuó de portavoz de la familia de García Vilanova y de las de otros dos españoles que cayeron también en las garras de los yihadistas en Siria, Javier Espinosa (El Mundo) y Marc Marginedas (El Periódico de Catalunya).

En la misma mesa en la que ha sido presentado «Libya. Closeup» Gervasio Sánchez anunció el pasado 10 de diciembre el secuestro de los reporteros españoles, que permaneció desde septiembre hasta entonces entre bambalinas en un intento de favorecer la liberación.

Salvaje campaña de propaganda

García Vilanova insiste sin embargo en que los enviados especiales a las guerras «somos unos privilegiados que decidimos cuándo entramos y salimos» porque «las verdadera víctima es la población civil» que se queda sin elección. «Que nosotros vayamos a esas zonas no es lo más relevante. También podemos no ir».

Por eso prefiere hablar de esas víctimas locales antes incluso que de los compañeros de cautiverio que dejó atrás con su liberación. Se calcula que el EI mantiene a una veintena de extranjeros como rehenes. Algunos de ellos están siendo degollados delante de cámaras de vídeo y las imágenes publicadas en internet por los terroristas en una salvaje campaña de propaganda.

Horas antes de viajar a Madrid García Vilanova arropó en Barcelona junto a Espinosa y Marginedas a Diane Foley, la madre de James Foley , en la presentación de la fundación que lleva su nombre. Foley, asesinado el pasado agosto, fue el primer reportero estadounidense decapitado por el Estado Islámico, que después ha matado de la misma forma a otro norteamericano y a dos británicos.

De los tres españoles secuestrados, García Vilanova era el único freelance que no estaba respaldado por el contrato de una empresa. Por eso algunos colegas decidieron impulsar el proyecto del libro. «El ser autónomo te limita a nivel económico y logístico, pero tienes más libertad», explica García Vilanova, que poco a poco trata de recuperar su ritmo de trabajo y desde que recuperó la libertad ha realizado coberturas en Gaza y en República Centroafricana. «Esto es vocacional. El dinero es una necesidad pero no el objetivo final» porque «lo importante es contar la historia».

El reto del libro de un secuestrado

«¿Pero cómo hacer un libro de fotos cuando su autor está secuestrado?», se preguntó el periodista de «La Vanguardia» Félix Flores, autor de los textos y uno de los impulsores de la idea tras haber trabajado con él durante el levantamiento contra Muamar Gadafi. Fue difícil y hasta la propia madre de Ricardo ayudó a hurgar en su «caótico archivo» explica Flores.

En medio de esa tarea estaban cuando se produjo la liberación el 29 de marzo y así es, detalla Flores, como de «un libro para ayudar a Ricardo se pasó a un libro de Ricardo» pues fue él mismo el que acabó supervisando el trabajo final.

García Vilanova se ha sentido «abrumado» en un acto en el que se le ha forzado casi a ser protagonista, pues apenas quería ni posar para las fotos. Al igual que su trabajo como reportero gráfico en Siria, las fotos de Libia que aparecen en las páginas del libro reflejan esa manera del reportero barcelonés de acercarse hasta las entrañas del peligro. Por eso el «closeup», cercanía en inglés, del título. «Me avergüenza que alguien como Ricardo García Vilanova haya tenido que ser secuestrado para ser conocido», ha zanjado Gervasio Sánchez.

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