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Guerra étnica tras el intento de linchamiento de un adolescente rumano en Francia

La tensión entre minorías en zonas urbanas sensibles en todo el país ya desató una grave crisis en 2005

Guerra étnica tras el intento de linchamiento de un adolescente rumano en Francia afp

juan pedro quiñonero

Los jóvenes encapuchados que intentaron linchar a Darius (16 años), un joven gitano rumano, la noche del viernes pasado, corren el riesgo de ser condenados a cadena perpetua. Tal severidad judicial ha creado un efecto de solidaridad y guerra étnica larvada, en Pierrefitte, uno de las 750 zonas urbanas sensibles (ZUS) que hay en toda Francia.

Las ZUS es el nombre administrativo de los suburbios franceses donde los conflictos étnicos y culturales tienen una dimensión inflamable. El invierno de 2005, un incidente étnico provocó una crisis nacional sin precedentes. El presidente Chirac decidió recurrir al ejército y el toque de queda para atajar el incendio social y urbano de incontables «banlieus», incontables suburbios en un centenar de ciudades.

Nueve años más tarde, el intento de linchamiento de un adolescente gitano rumano ha desenterrado otro de los rostros más trágicos del no entendimiento entre minorías étnicas de muy diverso origen, en la periferia de los barrios más pobres.

Pierrefitte, al norte de París, es uno de los pueblos más pobres del departamento de la Seine-Saint-Denis (el 93, uno de los más conflictivos de Francia). Y el intento de linchamiento de Darius tuvo lugar en la barriada de «los poetas», en la periferia más pobre, desamparada y conflictiva, donde las minorías étnicas africanas y magrebíes cohabitan con minorías francesas de distinto origen provincial. Desde hace meses, en esa tierra de nadie comenzó a crecer un campamento de gitanos de Europa del Este (búlgaros y rumanos, esencialmente), acelerando enfrentamientos de muy diversa naturaleza, siempre conflictiva.

Una madre francesa de origen argelino (kabilio, berebere) comenta: «En el barrio viviamos tranquilos, hasta que llegaron los gitanos. Con ellos comenzaron los robos. Nadie nos protege». Un electricista francés de origen magrebí, igualmente, declara a Le Monde: «Estamos condenados a hacer justicia por nuestra cuenta. Todos los jóvenes de todas las comunidades han tenido problemas con la policía. Pero la policía no hace nada, o no consigue nada».

Secuestro y paliza

Varios habitantes de Pierrefitte han declarado a varias emisoras de radio parisinas que Darius era el autor de diversos robos. Los jóvenes de las familias afectadas por esos robos «se habrían tomado la justicia por su cuenta» y, el viernes pasado, irrumpieron en el campamento donde el adolescente gitano vivía con su madre, lo secuestraron a estacazos y le dieron una paliza, con bates de béisbol encerrado en un garaje. Depués lo abandonaron, como un pelele, en un carrito de la compra de un híper próximo.

Sylvie Moisson, la fiscal que instruye el caso, comenta esos rumores de este modo: «Ese acto de barbarie es una venganza privada fundada en un rumor. No puede reducirse al enfrentamiento cultural entre comunidades».

Cuatro días después del intento de linchamiento, la policía no había conseguido averiguar la identidad del grupo de jóvenes que sembró el terror, a bastonazos, en un campamento de gitanos. Los habitantes de Pierrefitte guardan un silencio sepulcral. Los culpables del «acto de barbarie», según la fiscal, corren el riesgo de ser condenados a cadena perpetua. Y ese riesgo contribuye a cubrir con un manto de impenetrable silencio un caso que desentierra la situación incendiaria en la que se encuentran buena parte de las 750 ZUS que hay en Francia.

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