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Hillary Clinton se distancia de Obama en sus memorias

En su autobiografía, la ex secretaria de Estado expone sus diferencias de criterio con el presidente en la crisis siria, critica el canje del sargento Bowe Bergdahl y se arrepiente de apoyar la invasión a Irak

Hillary Clinton se distancia de Obama en sus memorias reuters

emili j. blasco

«¿Me presentaré a las presidenciales de 2016? La respuesta es: aún no lo he decidido». Hillary Clinton no se pronuncia sobre su futuro en las memorias que publicará el próximo martes, tituladas «Hard Choices» (elecciones difíciles). No aborda la cuestión hasta la página 595 y, cuando lo hace, es para simplemente mantener la puerta abierta.

Pero no hay duda de que la ex primera dama está ya de campaña y que anunciará su candidatura el próximo año si no se presentan imprevistos de salud . La promoción por todo Estados Unidos que va hacer del libro, dedicado a sus años como secretaria de Estado, es una muestra de la continua presencia en los medios que busca Hillary Clinton.

Y el libro le va a servir para distanciarse de Barack Obama, aunque sin renegar de una Administración en la que ella misma sirvió. De acuerdo con extractos difundidos por la cadena de televisión CBS, Clinton se pronunció en su día en contra de negociar la liberación del sargento Bowe Bergdahl , desaparecido en 2009, a cambio de soltar varios prisioneros de Guantánamo.

Ese trato, finalmente alcanzado por Obama y anunciado el pasado sábado, ha generado una gran controversia en EE.UU. «Abrir la puerta a negociaciones con los talibanes habría sido difícil de tragar por muchos americanos tras tantos años de guerra», escribe la ex jefa de la diplomacia estadounidense. Clinton pasa cuentas con Obama y también con ella misma. Ante el revisionismo en la sociedad de EE.UU. sobre la decisión de invadir Irak, no tiene más remedio que admitir como errónea su decisión de 2002 de votar a favor de aquella guerra.

«Muchos senadores pasaron a desear haber votado en contra de la resolución. Yo era uno de ellos. Cuando la guerra se hizo interminable, con cada carta a una familia en Nueva York que había perdido un hijo o una hija, un padre o una madre, mi error se hizo más doloroso», escribe. Se trata del rechazo más contundente de una decisión de la que ya se había desmarcado antes de la campaña electoral de 2008, en la que en cualquier caso Obama le ganó en pronunciamientos contra la campaña de Irak.

«Creo que actué de buena fe y que decidí lo mejor que pude con la información que tenía. Y no fui la única en equivocarse. Me equivoqué. Simple y llanamente», añade. Clinton manifiesta en el libro su escasa simpatía hacia Vladimir Putin, a quien recientemente comparó con Hitler por su actitud respecto a Ucrania. Le describe como alguien «de piel gruesa y autocrático, que se ofende por las críticas y aniquila la disidencia y el debate».

El mayor interés de las memorias, en cualquier caso, está en el calculado distanciamiento respecto a Obama. Uno de los puntos de divergencia, ya conocido, se refiere a la crisis de Siria. Clinton siempre fue partidaria de entregar armas a grupos levantados contra Al Assad, frente a un Obama cuya «inclinación era mantener el presente curso y no dar ningún paso significativo para armar a los rebeldes». «A nadie le gusta perder un debate, tampoco a mí. Pero esa fue la posición del presidente y respecto sus deliberaciones y decisiones», añade.

Clinton recuerda el no fácil encuentro personal con Obama justo después de que ella hubiera perdido las primarias demócratas de 2008, para «limpiar el aire». «Nos miramos uno a otro como dos adolescentes en una extraña primera cita, tomando unos sorbos de Chardonnay», cuenta. Poco después, los asesores de Obama pidieron a Clinton que atacara a Sarah Palin, la entonces gobernadora de Alaska que el candidato republicano, John McCain, acababa de escoger para optar a la vicepresidencia.

En ese primer momento, Palin levantó una gran ola de simpatía que sembró el miedo en el equipo de Obama. Pero Clinton, cuyas cualidades habían sido destacadas por Palin, se negó a criticar a la republicana: «no iba a atacar a Palin solo porque era una mujer que atraía el voto de otras mujeres. No tenía sentido políticamente y no me pareció correcto. Así que no lo hice».

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