El marido de la mujer lapidada en Pakistán asesinó a su primera esposa
Conmoción en el país tras el asesinato de Lahore cometido ante la indiferencia policial; el «premier» Shariff pide «medidas urgentes»
francisco de andrés
El macabro caso de Farzana Parveen, la paquistaní asesinada el pasado martes por los varones de su familia frente al Tribunal Supremo de Lahore, conoció ayer un quiebro insospechado al trascender que su marido mató hace seis años a su primera esposa para casarse con ... la joven.
Según fuentes de la investigación, después de aquel suceso el hombre —un agricultor de 45 años— no logró ponerse de acuerdo con la familia de Farzana en torno al dinero de la dote para casarse con ella. No obstante, la joven decidió irse con él por amor (o por rechazo a la alternativa que le ofrecían su padre y sus hermanos), y la familia decidió utilizar el recurso que establece la Sharía, la ley islámica, para limpiar el «honor mancillado» por un adulterio. Farzana, embarazada de varios meses, fue lapidada ante la pasividad de los policías por el padre, los dos hermanos y un primo cuando acudió al máximo tribunal de Lahore para defender su matrimonio. El padre está detenido, pero no el resto de los asesinos.
La barbarie machista del suceso no se quedó ahí. El marido de la infortunada, Mohammad Iqbal, declaró ayer a France Presse que había estrangulado a su primera mujer hace seis años «para casarse con Farzana». El asesinato fue denunciado por el hijo, y Mohammad fue detenido. Durante su proceso, padre e hijo se pusieron de acuerdo en una «diya» o «precio de sangre», y finalmente el asesino fue puesto en libertad. La «diya» es el procedimiento utilizado en Pakistán para eludir la Justicia en los llamados «crímenes de honor»: una vez que el asesino de la víctima paga a la familia de esta, el caso es de inmediato sobreseído.
Cultura atávica y patriarcal
La noticia del asesinato de Farzana en el centro de la primera ciudad de Pakistán, y ante la mirada impávida de la justicia y de la policía, ha enfurecido a los sectores cultos de Pakistán, a las organizaciones de derechos humanos y a unas cuantas cancillerías occidentales. Tanto, que el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, calificó ayer el crimen de «completamente inaceptable» y pidió «medidas urgentes» para procesar a los culpables.
Según las estadísticas, unas mil mujeres son asesinadas cada año en Pakistán por mantener relaciones con hombres fuera de los matrimonios arreglados por sus familias. La mayoría de los casos no llegan a los tribunales de Justicia —pese a que los «crímenes de honor» están penados por la ley desde hace más de una década— porque la Policía se abstiene de intervenir. Muchas veces todo queda resuelto con el pago de la indemnización a la familia de la víctima.
La lapidación de «adúlteras» está reforzada tanto por la interpretación integrista del Corán como por costumbres atávicas, que mantienen intangible en gran parte de Pakistán la estructura machista y patriarcal. El último sondeo del instituto Pew advierte que un 89 por ciento sigue respaldando la aplicación radical de la Sharía.
El marido de la mujer lapidada en Pakistán asesinó a su primera esposa
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete