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¿Cómo Nigeria se ha convertido en el centro mundial de los secuestros?

El masivo rapto de estudiantes cometido por la milicia islamista de Boko Haram se añade a los crímenes de los rebeldes del Delta del Níger

¿Cómo Nigeria se ha convertido en el centro mundial de los secuestros?

EDUARDO S. MOLANO

El masivo secuestro de estudiantes cometido por la milicia islamista de Boko Haram al noreste de Nigeria ha supuesto un punto de inflexión mediático en este tipo de crímenes. Desde que se conociera la noticia, la maquinaria de la comunidad internacional se ha puesto manos a la obra para lograr la liberación de las alumnas del internado de Chibok.

Sin embargo, otros casos permanecen en el olvido, en un mal que comienza a ser endémico.

El pasado fin de semana, tres ciudadanos holandeses y dos nigerianos eran raptados en Letugbene, en el Delta del Níger, tras visitar un hospital local.

Ya a finales de 2012, un informe de The African Insurance Organisation, institución que agrupa a las compañías de seguros regionales, designaba a Nigeria la capital mundial de los secuestros. El documento denunciaba cómo el país africano contabiliza ya el 25% de todos los raptos a nivel mundial.

Para el analista local Kingsley Igbokwe, el negocio de los secuestros en este Estado tiene su origen en enero de 2006. En aquel momento, el grupo rebelde Movimiento para la Emancipación del Delta del Níger (Mend) iniciaba una demoledora campaña en el sur del país contra intereses petrolíferos occidentales.

No en vano, el propio Gobierno nigeriano reconoce que, en solo dos años, el grupo ingresó cerca de 80 millones de euros en rescates.

Y la situación parece continuar, a pesar de los importantes golpes asestados contra este negocio en los últimos tiempos: Primero, la exitosa amnistía general decretada, en 2009, contra los milicianos del Delta del Níger. Y segundo, la muerte, en diciembre de 2010, a manos de las Fuerzas Armadas nigerianas de Obioma Nwankwo «Osisikankwu», líder de uno de los principales sindicatos del crimen del Estado sureño de Abia.

Beneficio económico y golpe político

Los chantajes, no obstante, se multiplican. En diciembre de 2012, la firma surcoreana Hyundai pagaba un rescate (presuntamente) de 150.000 dólares para liberar a seis trabajadores secuestrados.

Ese mismo mes, la madre de la ministra de Finanzas nigeriana, Ngozi Okonjo-Iweala, era también liberada tras cinco de secuestro por una banda de delincuentes comunes. A fecha de hoy todavía se desconoce si se realizó algún pago.

Así que ante éxito económico, no resulta extraño que los grupos islamistas nigerianos pongan ya su punto de mira en este negocio. Antes los hicieron sus colegas de Al Qaida en el Magreb Islámico:

Recientemente, David Cohen, del Departamento del Tesoro estadounidense, calificaba este tipo de extorsiones como «la amenaza más significativa en la financiación del terrorismo».

El 19 de enero de 2013, siete franceses, todos miembros de la misma familia, eran secuestrados en la localidad de Dabanga, al norte del país africano. Tras cuatro meses, la milicia armada Boko Haram, quien reivindicó el rapto, primera captura de ciudadanos extranjeros asumida por los rebeldes desde su formación hace más de una década, liberaba a todos los capturados. Nunca trascendió la cuantía del pago del rescate.

De forma paralela, los islamistas de Ansaru, facción generada en verano de 2012 por exmiembros del propio Boko Haram, retenían durante tres semanas a varios trabajadores pertenecientes a la empresa de construcción libanesa Setraco. Finalmente serían ejecutados.

En este sentido, la diferencia entre grupos como Ansaru-Boko Haram con los rebeldes del Delta del Níger parece clara. Mientras que los segundos siempre han actuado bajo un interés económico, que provoca acciones más cortas, la motivación de las milicias islamistas es más política o de «castigo» contra el Gobierno.

Por ello, desde que que se iniciara la crisis de las «estudiantes de Chibok», el presidente nigeriano, Goodluck Jonathan, ha negado cualquier tipo de negociación para lograr la excarcelación de las jóvenes.

Rechazo de amnistías

La experiencia es un grado: A mediados del pasado año, Boko Haram rechazó la idea de una amnistía contra sus miembros por parte del Gobierno de Nigeria, a quien acusan de cometer «atrocidades» contra la comunidad musulmana.

Entonces, el presidente Jonathan apostaba por la creación de un equipo de expertos para valorar la viabilidad de un perdón público al grupo islamista. Sin embargo, y a pesar de los más de 5.000 muertos ocasionados por los rebeldes, la milicia prefiere optar por el victimismo.

«Sorprendentemente, el Gobierno nigeriano habla de otorgarnos una amnistía. ¿Qué mal hemos hecho? Por el contrario, somos nosotros los que deberíamos dar el perdón», aseguró entonces en un comunicado Abubakar Shekau, el enigmático líder de la milicia.

La posibilidad de conceder un indulto al grupo armado siempre ha suscitado cierta polémica entre los actores en conflicto. Éste es el caso de la sección juvenil de la Asociación Cristiana de Nigeria, quien advierte al mandatario nigeriano de que cualquier acuerdo con el grupo islamista «encendería la rabia religiosa».

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