Afganistán despide a Karzai con unas elecciones con alta participación

Las imágenes de largas colas en las ciudades para votar volvieron a evidenciar la diferencia existente entre la ciudad y el campo en el que vive la mayor parte de la población afgana y que en la última década, pese a la ayuda internacional, no ha dejado de crecer. El mensaje de Kabul llega a los centros urbanos de las capitales de las 34 provincias, unos metros más allá el poder real es de una insurgencia que siente la retirada de la OTAN como una victoria y toma posiciones para esta nueva etapa. En una de estas zonas rurales donde apenas llegan los testigos el viernes murió asesinada la fotógrafa alemana de la agencia AP, Anja Niedringhaus.

El riesgo de ataques impidió la apertura o dificultó la actividad en 211 de los 6.423 colegios del país. 195.000 efectivos de las fuerzas de seguridad entrenadas y equipadas por Occidente fueron los responsables de la seguridad de un día en el que los ciudadanos eligen al presidente que dirigirá el país en esta nueva fase post OTAN. Hamid Karzai votó a primera hora de la mañana en un colegio de la capital y calificó el momento de «importante para el futuro del país», tras el cierre de las urnas dirigió un discurso a la nación a través de la televisión para felicitar a los ciudadanos por «la alta participación». El responsable de Interior siguió su ejemplo y calificó el hecho de ejercer el derecho a votar como “el rechazo a la violencia y el compromiso con la paz”.

Los tres candidatos favoritos al asiento de Karzai, los ex ministros de Exteriores Abdulá Abdulá y Zalmai Rasoul, y el ex ministro de Economía, Ashraf Ghani, también madrugaron y durante el recuento de votos los ojos están puestos en su reacción ante los resultados que se harán públicos el 24 de abril. Todo apunta a que ninguno logrará superar el 50 por ciento de los votos necesarios para la victoria por lo que será necesaria una segunda vuelta, prevista para el 28 de mayo, entre los nombres más votados.

El proceso es largo y el vacío de poder, unido al adiós de la OTAN y a las sospechas de fraude, supone un grave peligro para la joven democracia afgana. El Acuerdo Básico de Seguridad (ABS) , por el que EEUU podría mantener un contingente de 10.000 hombres en el país tras la retirada de la Alianza, sigue en el aire y será una de las primeras obligaciones del nuevo mandatario que deberá afrontar también el diálogo con unos talibanes que vuelven a tener la capacidad de hacer de Afganistán un santuario para la insurgencia.

«La salida de las tropas internacionales va a ser el hundimiento del régimen impuesto a partir del 2001. Estas elecciones de alguna forma son la única forma que tiene la comunidad internacional de salir de Afganistán con la opinión pública y  la conciencia de alguna forma tranquila. Llegamos, sacamos a los talibanes, tratamos de imponer nuestro ideal de gobierno a base de tropas, hicimos tres elecciones y nos vamos», es el resumen de la situación de un alto funcionario de un organismo internacional con una dilatada experiencia en el país asiático y que pide mantener el anonimato.

Una opinión compartida fuera de los micrófonos por diplomáticos consultados que, sin embargo, se transforman en alabanzas al proceso cuando se encienden las grabadoras. La jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton, calificó de «momento histórico» las elecciones y aseguró que los comicios «harán bien a la transición democrática». Una transición que Europa seguirá desde miles de kilómetros de distancia tras la salida de las tropas de sus países.