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Un empresario se cuelga por cuarta vez de la cúpula del Vaticano y pide ayuda al Papa

El italiano protesta por la situación económica del país. «Hace un frío de perros y estoy muerto de cansancio», ha escrito desde arriba

Un empresario se cuelga por cuarta vez de la cúpula del Vaticano y pide ayuda al Papa EFE

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El empresario italiano Marcello di Finizio continúa hoy encaramado a la cúpula de San Pedro del Vaticano, sobre una de las claraboyas, donde mantiene su peculiar protesta por la situación económica de Italia.

Desde esa atalaya Di Finizio publicó en su página de Facebook un mensaje para pedir ánimos a sus amigos, según refirieron los medios de comunicación locales. "Hace un frío de perros y estoy muerto de cansancio. Mandadme toda la energía positiva que podáis. No pueden vencer siempre los malos en este país", afirmó.

Además, según los mismos medios, el manifestante podría haberse herido una pierna al descolgarse por lo que planteó a sus amigos en la red social a pedir al Vaticano "agua, gasas y un desinfectante". "Por favor, ¿podéis llamar a la secretaría del Vaticano y preguntarles si ellos, muy cristianamente, podrían proporcionarme un poco de agua, gasas y algún desinfectante?. Creo que el agua no se le puede negar a nadie y si no tienen agua, una esponja con vinagre", solicitó.

Pide ayuda al Papa

El empresario se encaramó con un pancarta en la que pueden leerse frases como "Papa Francisco, ayúdanos tú", "Contra la carnicería social" y "Por amor de Dios, deteneos, nos estáis matando a todos".

Esta es la cuarta vez que Di Finizio, residente en Trieste (noreste de Italia), se descuelga por la basílica de San Pedro. La última fue el 20 de mayo de 2013 y allí permaneció dos días, sujetado con cuerdas sobre uno de los "ojos de buey" de la cúpula. Previamente, el 30 de julio y el 3 de octubre de 2012 se había encaramado también a la cúpula, donde permaneció hasta tres días con el objetivo de pedir al Gobierno que ayudara a las pequeñas empresas italianas.

Di Finizio protestaba, además, contra la directiva Bolkestein de la Unión Europea, que impone que salgan a subasta las concesiones de restaurantes balnearios a la orilla del mar a partir de 2015, lo que afectaría a un establecimiento de su propiedad.

El empresario utiliza siempre el mismo método: paga su entrada como un turista más, llega a la linterna de la cúpula de San Pedro y desde ahí se desliza hasta una claraboya, donde se asegura con arneses y permanece hasta que los agentes de seguridad del Vaticano le convencen de que abandone la protesta.

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