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Francia

La extrema derecha se erige en árbitro tras la primera vuelta de las municipales francesas

Su papel será fundamental para la segunda vuelta del próximo domingo, con la posibilidad de arrebatar plazas a socialistas y conservadores

La extrema derecha se erige en árbitro tras la primera vuelta de las municipales francesas EFE

Juan Pedro Quiñonero

La primera vuelta de las elecciones municipales francesas ha confirmado un desencanto y desconfianza excepcional hacia François Hollande y su Gobierno socialista, anunciando una recomposición del paisaje político nacional, convirtiendo al Frente Nacional (FN, extrema derecha) en fuerza arbitral, con pocas alcaldías pero muchas posibilidades de eliminar a muchos alcaldes conservadores.

El PS esperaba ganar París en la primera vuelta. Sin embargo, la ganadora de la primera vuelta ha sido la candidata conservadora, Nathalie Kociousko-Morizet. Ante la segunda vuelta, la candidata socialista, Anne Hidalgo, nacida en Cádiz, podrá contar con el voto de todas las izquierdas (ecologistas y extrema izquierda), mientras que la candidata conservadora sufrirá el voto de castigo de una extrema derecha muy minoritaria, pero con mucho poder de destrucción. Mayoritaria, aritméticamente, en la primera vuelta, la candidata conservadora puede perder en la segunda, el domingo que viene.

Ese mecanismos perverso puede funcionar de manera implacable en muchas alcaldías de toda Francia.

El FN ha crecido de manera espectacular en algunas regiones (Norte, Costa Azul), pero tiene una implantación nacional muy modesta, siempre. En un país que tiene más de 36.000 alcaldías, la extrema derecha no puede aspirar a ganar más allá cincuenta. La extrema derecha no tiene éxito en las grandes ciudades y solo puede aspirar a ganar algunas municipalidades de 15.000 a 30.000 habitantes.

Presente en la segunda vuelta de cerca de 500 ciudades, el FN de Marine Le Pen quizá no pueda ganar muchas ciudades, pero si podrá conseguir la derrota de muchos candidatos centristas y conservadores.

PS y UMP (Unión por un movimiento popular, derecha) se disputan la geografía municipal de Francia. Aritméticamente, en la primera vuelta, la UMP es mayoritaria en toda Francia, mientras que el PS sufre el voto de castigo en la Francia profunda (bastión conservador tradicional) y pierde terreno en las grandes ciudades, donde está tradicionalmente bien implantado.

La segunda vuelta, el domingo que viene, matizará ese nuevo paisaje político nacional.

En París, la candidata socialista, nacida en la provincia de Cádiz , quizá gane, finalmente. Pero el voto de la primera vuelta confirma que, aritméticamente, la izquierda está perdiendo terreno en la capital.

En el resto de Francia, el retroceso socialista y el estancamiento ecologista coincide con un crecimiento de las familias centristas y conservadoras, inquietas por una ascensión de una extrema derecha convertida el temible árbitro nacional.

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