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Liaoning, el portaaviones de otra época con el que China quiere dominar los mares

Nació como un prototipo soviético y tras el colapso de la URSS cayó en manos ucranianas. Hoy, aunque de dudosa efectividad militar, este barco simboliza el nuevo poder chino

Liaoning, el portaaviones de otra época con el que China quiere dominar los mares reuters

GUILLERMO D. OLMO

La Armada china está de estreno. Liaoning, el primer portaaviones de su historia, ultima su puesta a punto en aguas del Mar de China . Bautizado con el nombre de una provincia del noreste del país, la salida del Liaoning supone un paso más en el camino del gigante asiático por ser reconocido como una potencia global. El régimen chino es consciente de su fortaleza política y económica. Ahora, persigue una pujanza militar equivalente, un elemento que puede hacer aún más delicada la situación en una región donde la tensión derivada de los litigios territoriales y los resquemores acumulados entre todos los actores implicados han subido de tono en los últimos meses.

De momento, el Liaoning solo está de prácticas. Se prepara, todavía sin aeronaves a bordo, para pasar a la acción como el gran coloso naval chino. Pero, a pesar, de la parafernalia propagandística que lo rodea, lo cierto es que el buque está a muchas millas de la vanguardia de la técnica. De hecho, es un producto de la ya lejana época soviética. Cuando la URSS se desmembró a comienzos de la década de 1990, el navío fue asignado a la nueva república ucraniana, donde estaba siendo ensamblado. El futuro Liaoning estaba llamado a ser el segundo portaaeronaves de la clase almirante Oleg Kuznetsov. Como los ucranianos no tenían dinero para rematar el ambicioso proyecto, se lanzaron en busca de un comprador, que, tras diversos avatares, resultó ser la Marina china. Para cuando en 2011 se completó la construcción del buque, la tecnología con que se había concebido había quedado totalmente obsoleta.

«Desde un punto de vista operativo, es un buque muy limitado»Así, muchos años después de ser diseñado por los ingenieros soviéticos, el remozado Liaoning presta sus primeros servicios. La pregunta es si un buque de guerra concebido en un mundo, el de la Guerra Fría, que ya no existe puede suponer una verdadera amenaza para Occidente en el contexto actual. Para el capitán de navío Ignacio García Sánchez, segundo director del Instituto Español de Estudios Estratégicos, organismo dependiente del Ministerio de Defensa español, la respuesta está clara. «Desde un punto de vista operativo, es un buque muy limitado, como consecuencia de su anticuado diseño, muy lejos de la tecnología que utilizan los Estados Unidos y sus aliados», señala. Como muestra, el Liaoning lleva todavía tubos lanzatorpedos, un elemento típico de la guerra naval del siglo XX y ahora totalmente desfasado.

Quizá por eso, pese al boato con que los órganos de propaganda de Pekín transmiten a su población cada nuevo hito en el desarrollo del Liaoning, como el aterrizaje de un primer caza en él en noviembre de 2012, su próxima adscripción a alguna de las tres flotas con las que China protege sus aguas no ha despertado demasiada preocupación entre los analistas de inteligencia de la OTAN.

Liaoning y la política exterior china

García Sánchez está convencido de que «todavía pasarán muchos años hasta que China tenga una flota de portaaviones verdaderamente operativa». El plan de los jerarcas de Pekín es el de producir sus propios buques con su propia tecnología. Pero eso requerirá años de inversiones e investigación. Según este experto los verdaderos poderes del Ejército chino son su potente flota de submarinos nucleares y sus misiles antisuperficie. «Que se lanzaran a reforzar estos elementos sí sería más preocupante».

«China no quiere ser una potencia hegemónica, sí un poder geopolítico global»Pero, a pesar de sus limitaciones técnicas, el proyecto Liaoning no debe despreciarse en absoluto, porque es fiel reflejo de un claro giro en la política exterior china. Como explica el capitán García Sánchez, «China está dejando claro hace tiempo que no quiere ser una potencia hegemónica, pero sí un poder geopolítico global». Los barcos de guerra chinos ya forman parte de las misiones internacionales contra la piratería en el Golfo de Adén y realizan con frecuencia prácticas conjuntas con la Armada rusa. El paso adelante de la superpotencia china tiene como escenario un área tan sensible como el Mar de China Oriental, las aguas donde la tripulación del Liaoning ultima su adiestramiento.

En esa delicada región, chinos, japoneses y surcoreanos se disputan una serie de islas y, sobre todo, el control de las potenciales reservas de crudo y gas que presumiblemente esconden sus aguas, todo bajo la atenta mirada de la VII Flota estadounidense, desplegada en la zona desde la Segunda Guerra Mundial como garante del orden surgido de esta y soporte de Japón. Y allí las cosas han subido últimamente de temperatura. El pasado mes de noviembre, Pekín declaró unilateralmente una zona de identificación aérea que el Pentágono desafió con el vuelo de bombarderos B-52 . Poco días después, el destructor estadounidense Cowpens se veía obligado a una maniobra evasiva para evitar la colisión con un buque chino. Era una de las naves de escolta del Liaoning.

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