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al aire libre

Diez piscinas naturales de agua caliente en parajes increíbles

De Islandia a Japón, pasando por Orense, disfruta del poder terapéutico de las aguas termales al aire libre en parajes increíbles

ALICIA ARAGÓN

Aunque el tiempo no acompañe, vamos a proponerte ir a la piscina. No, nos hemos vuelto locos. El truco está en visitar lugares clave donde el agua esté calentita. Si, además, el líquido elemento contiene en su composición ciertos minerales, disfrutarás de un baño beneficioso para el tratamiento de diferentes dolencias. Gracias a estas piscinas, dejarás atrás por un momento los rigores del frío.

Pero no solo tu salud ganará, también tus ojos. La proliferación de spas urbanos hace que sea posible gozar de las propiedades de estas aguas sin salir de la gran ciudad. Sin embargo, el paisaje que enmarca algunas áreas termales merece mucho la pena. Hay zonas públicas gratuitas muy bien cuidadas, así como instalaciones privadas que, aun sin estar alojado en el hotel, permiten el uso de la reserva acuática por un módico precio.

1. Pamukkale, Turquía

Quizá sean las más famosas del mundo o, al menos, las más conocidas por turistas de todos los países. Las impresionantes formaciones de travertino atraen como un imán a miles de personas. Debido al desgaste que estaba sufriendo esta maravilla natural, no solo se construyeron piscinas artificiales para que los visitantes se siguieran bañando, sino que se demolieron los hoteles a pie de terraza y se blanquearon muchas zonas.

La piedra caliza dibuja un paisaje que hoy es Patrimonio de la Humanidad. Visto de lejos en pleno verano, el contraste es hipnótico, ya que parece haberse detenido el tiempo en inverno: una estampa nevada salpicada de témpanos de hielo. La visita se completa con un paseo por Hierápolis, una ciudad construida en lo alto de este "castillo de algodón" en la que se conservan restos arqueológicos en buen estado.

2. Outariz, Orense

Para disfrutar completamente gratis de los beneficios de un agua rica en minerales, hay que poner rumbo a Galicia. Aunque existen dos centros con termas de carácter privado, en la misma orilla del río Miño hay cuatro conjuntos de pozas a diferentes temperaturas que se pueden usar libremente.

Las pozas atienden a los nombre de Outariz, Burgas de Canedo, Muíño das Veigas y Chavasqueira. Estas piscinas alternan espacios de agua fría y caliente, rondando los 60-70ºC. Algunas de ellas tienen focos de iluminación subacuáticos y escaleras de acceso. En las cercanías hay vestuarios, además de zona de juegos infantil, cafeterías, jardines y vigilancia. Un lujo que no te costará ni un euro.

3. Kamchatka, Rusia

Una zona militarmente estratégica cerrada al tránsito hasta hace apenas 20 años. La carta de presentación de esta península volcánica situada en Rusia es, cuanto menos, intrigante. Debido a su todavía joven explotación, el desarrollo de infraestructuras es mínimo. Además, la orografía del terreno no lo pone nada fácil. Las mejores excursiones se hacen en helicóptero, así que si quieres ir, ya puedes ir ahorrando.

Además de constituir un verdadero espectáculo natural, las áreas de agua con propiedades beneficiosas para el organismo son muy numerosas. Uno de los rincones preferidos por el visitante es la zona del antiguo volcán de Khodutka, donde hay lagos y bosques de abedules. También es famoso el Parque Natural de Nalyvecho, cuyas aguas son la mayor fuente termal de ácido carbónico. Otros destinos son Viluchinski, Taloviye, Krayevedcheskiye, Malkinskiye…

4. Lago Hévíz, Hungría

Budapest es famoso por ser una especie de meca del fanático de los balnearios. Nombres como Gellert o Széchenyi son recurrentes a la hora de hablar de estos centros dedicados al bienestar. Sin embargo, además de estas instalaciones cerradas en la capital húngara, el país puede presumir de contar con el lago termal más grande del mundo. Si bien el lago neozelandés Frying Pan es más extenso, sus altas temperaturas no permiten el baño.

El impresionante lago Hévíz ocupa una extensión de 47.500 metros cuadrados y su agua tiene como inquilinos una legión de microorganismos que saben cómo cuidar del bañista. La industria del turismo de salud se ha hecho fuerte en la zona, siendo miles los aquejados de reuma y diversos problemas locomotores los que acuden allí en buscan de una terapia efectiva. El sitio perfecto para rejuvenecer.

5. Laguna azul, Islandia

El contraste del azul turquesa con la piedra volcánica es la seña de identidad del conocido Blue Lagoon, a unos 40 kilómetros de Reykjavik. Su formación tiene lugar por accidente en 1976. Las aguas procedentes de la central geotérmica de Svartsengi, cuyas columnas echando vapor ponen la guinda a esta paradisiaca postal, son las responsables de este reconfortante espectáculo natural.

Muchas personas comenzaron a bañarse en esta piscina improvisada, descubriendo que el barro de sílice que contenía poseía sorprendentes efectos sobre los afectados por psoriasis. Con el tiempo, un gran spa y varias tiendas abrieron para dar respuesta a los turistas. Tratamientos clínicos y productos derivados de los componentes de la laguna completan esta experiencia. El área geotermal exige pagar una entrada, pero merece la pena.

6. Saturnia, Italia

La Toscana está llena de paisajes que dejan al viajero con la boca abierta. La fama de esta región italiana es bien merecida. ¿Sabías que además de tener bosques, viñedos y casas campestres también tiene termas? Un secreto bien guardado pero, al fin y al cabo, lógico, dada la herencia clásica de estas tierras. Las aguas reparadoras de libre acceso salpican los pintorescos pueblos del Val d'Orcia.

Uno de estos rincones curativos es Saturnia. El inactivo volcán de Amiata es, además de un imponente telón de fondo, el responsable de que a día de hoy podamos darnos un baño en alguna de las pozas que discurren de forma escalonada con el bosque como abrigo. Un salto de agua sulfúrea de unos 4 metros le otorga a estas piscinas naturales un toque mágico. Si vas al atardecer, recuerda llevar una linterna para no perderte de vuelta al hotel.

7. Polques, Bolivia

Nos vamos de viaje a la columna vertebral de América del Sur. Las manifestaciones geológicas de la cordillera de los Andes son muy variadas y sorprendentes. Las aguas termales se encuentran dentro del catálogo de sus encantos. La laguna de Polques, muy cerca ya de la frontera con Chile, está ubicada en el salar de Chalviri. Para llegar a hasta ella hay que adentrase en la Reserva Nacional de Fauna Andina Eduardo Avaroa.

Las nubes de vapor a ras de agua, como rasgo común a todos los rincones termales de este listado, convierten a este lugar en el spa al aire libre ideal. No dudes en pasar un rato sumergido en este regalo de la naturaleza tras una excursión por los campos de géiseres cercanos. El contraste del frío de la montaña con la agradable temperatura del agua es todo un lujo para el cuerpo y la mente.

8. Osenkaku, Japón

El onsen es toda una institución en Japón. Remojarse en agua termal es un alto turístico esencial cuando se visita el país del Sol Naciente. En cualquier hotel típico japonés o ryokan que se precie, existe una bañera en la que gozar de un baño caliente con propiedades terapéuticas. También los hay públicos, atendiendo al nombre de sento. Sin embargo, para poder apreciar el paisaje al tiempo que uno se relaja, lo mejor es uno de exterior.

Es imposible quedarse solamente con uno. Si se viaja en invierno, no hay que dejar escapar la oportunidad de acudir a uno situado cerca de los Alpes japoneses. Para no pagar ni un euro, en Gero hay un onsen al lado de un río, pero olvídate de la intimidad y de los vestuarios. También hay en la sagrada isla de Miyajima, cerca del Fuji en Hakone, en la capital Tokio, etc. Nos quedamos con el del hotel Osenkaku Takaragawa, en Minakami. Espectacular.

9. Bayan, Taiwán

La isla de Taiwán también cuenta con una larga tradición termal. Al norte de la isla es donde se concentran la mayoría de centros geotermales, como Beitou, Wulai, Jiaoxi, Suao o las de la montaña Yangming. Más al sur están las de Guanziling. Todas estas áreas comparten una industria floreciente en torno al turismo de salud. Es muy sencillo ir a cualquiera de las instalaciones privadas y pagar por un baño relajarte, sin necesidad de pernoctar.

Para que el disfrute de estas aguas medicinales nos salga lo más barato posible, siempre podemos adentrarnos en zonas más salvajes que aún no están bajo la supervisión de empresas con ánimo de lucro. Es el caso de Bayan, de acceso difícil y supuestamente ilegal, pero que verdaderamente representa un oasis al margen de la especulación y el tumulto. Las cascadas de agua caliente son de lo más reconfortante.

10. Palea Kameni, Grecia

Seas como seas, hay una isla griega que encaja contigo. Mientras los más marchosos tienen en Mykonos el ambiente de fiesta que buscan, los más relajados mirarán hacia Santorini. Desde su puerto, llamado Athinios, es posible acercarse a escenarios naturales deshabitados y hechizantes. Las excursiones por excelencia desde Santorini son el volcán Nea Kameni y las aguas termales de Palea Kameni.

El barco que llega a estas últimas no te dejará en la orilla, sino que parará antes de llegar a una especie de playa roja y lodosa para que saltes desde la borda. Las aguas, de un potente verde oscuro, no están tan calientes como las de otros puntos del mundo, pero los beneficios de sus componentes son los mismos. El punto de contraste al negro paisaje volcánico es una pequeña ermita de color blanco nuclear.

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