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ESCÁNDALO

Sexo, sobornos y cintas de vídeo en China

Cazado en una grabación erótica difundida en internet, Lei Zhengfu es el nuevo y feo rostro de la corrupción del régimen

Sexo, sobornos y cintas de vídeo en China

PABLO M. DÍEZ

Tiene los ojos saltones, unas cejas espesamente pobladas, papada y se está quedando calvo. Se llama Lei Zhengfu y, con tan poco agraciado aspecto, es la cara visible del último escándalo sexual en China. Por supuesto, no por su físico, sino porque este exalto cargo del Partido Comunista de 55 años ha sido cazado en un vídeo erótico con una prostituta tres décadas más joven que él.

Dicha grabación, ampliamente difundida en internet, era una trampa montada por un promotor inmobiliario, Xiao Ye, para extorsionarlo, lo que ha destapado un sonado escándalo de corrupción en Chongqing, una megalópolis del suroeste de China a orillas del río Yangtsé y cerca de la presa de las Tres Gargantas.

Para pagar el chantaje, Lei Zhengfu le pidió el dinero a otro constructor que se había beneficiado de su influencia dando un pelotazo inmobiliario. Esta trama demuestra la corrupción reinante en el régimen chino, donde los promotores hacen negocios sobornando a los cuadros del Partido Comunista con grandes sumas de dinero y mujeres. Por aceptar más de tres millones de yuanes (375.000 euros) en sobornos, Lei Zhengfu ha sido condenado a 13 años de cárcel en una sentencia ejemplar.

Desde que tomó el poder el pasado mes de marzo, el nuevo presidente de China, Xi Jinping, ha lanzado una campaña contra la corrupción y la pompa oficial de la que hacen gala los funcionarios del régimen. Entre los últimos caídos por corrupción destacan el exministro de Ferrocarriles, Liu Zhijun, el anterior subdirector de la Comisión Nacional de Reforma y Desarrollo, Liu Tienan, y el ex vicesecretario del Partido en la provincia de Sichuan, Li Chuncheng.

Arma política

Pero ni siquiera el presidente Xi Jinping se ha librado de la sospecha porque Bloomberg reveló el año pasado que se familia atesoraba una fortuna estimada en 310 millones de euros y el 18 por ciento de una compañía de minerales raros valorada en 1.340 millones de euros.

Utilizada como arma política, la corrupción también desató el año pasado la peor lucha de poder en el régimen, cuando el influyente secretario del Partido en la ciudad de Chongqing, Bo Xilai, fue defenestrado al descubrirse sus oscuros tejemanejes. A la espera de ser juzgado, su esposa, Gu Kailai, fue condenada a muerte en agosto – con sentencia suspendida – por envenenar a Neil Heywood, el socio británico que les estaba ayudando a evadir su fortuna de China.

El problema es que la corrupción es intrínseca al régimen porque, sin oposición política ni medios de comunicación independientes, el Partido Comunista dirige China como si fuera una corporación empresarial. Como el poder político y el económico van unidos, es imposible hacer negocios sin «guanxi» (contactos) como Lei Zhengfu, quien ya se ha convertido en el feo rostro de la corrupción en China.

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