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países bajos

Utrecht, la ciudad de la paz

La urbe holandesa celebra en 2013 los 300 años del Tratado de Utrecht, laa oportunidad perfecta para conocerla

PEDRO GRIFOL

Puede que la atracción por Amsterdam lleve al turista a olvidarse de Utrecht, pero sea cual fuere el motivo del 'olvido' la realidad es que esta bella y elegante ciudad holandesa es poco visitada. No es cuestión de comparar ciudades, pero sí es el momento de conocer la antigua y moderna Utrecht. Quedará en la memoria para siempre.

Utrecht es una de las ciudades más desconocidas de Europa y también menos reconocidas. Es ejemplo de la morfología de una urbe medieval, ya que no fue bombardeada durante la Segunda Guerra Mundial y conserva el encanto de lo auténtico. Al conjunto de construcciones medievales se sumaron zonas verdes diseñadas en el siglo XIX, configurando uno de los paisajes urbanos más bellos de la Vieja Europa.

El corazón del casco antiguo está rodeado por un canal circular llamado Oudegracht (Canal Viejo), único por sus características, aún navegable y encastrado entre muelles. Originariamente conectaba el transporte por las vías de agua con las casas medievales del centro. En el siglo XII, al descender el nivel de las aguas, se añadieron los embarcaderos, se plantaron árboles en las orillas y se construyeron almacenes abovedados debajo de las casas como almacén.

Hoy, esos espacios únicos en su estilo, están ocupados por cafés, bodegas y populares restaurantes que plantan sus terrazas con sombrilla a pié de muelle, que conforman el paisaje del paseo por el canal y que, con el buen tiempo, se convierten en punto de encuentro para tomar el aperitivo o cenar a la luz de las románticas candelas.

Sabido es que en Holanda todo el mundo circula en bicicleta... ¡pues en Utrecht más! Parece que los coches no existieran. Esta es la sensación que tiene el visitante y probablemente también es lo que piensan los estudiantes que la pueblan, porque si el censo de su población es de 300.000 habitantes, un tercio son estudiantes, lo que nos lleva a considerarla como una de las ciudades más 'jóvenes' de Holanda.

Joven y sobre ruedas

Con ese perfil de habitantes no es difícil imaginar que el ambiente festivo esté garantizado. Si no llueve, las terrazas de las cervecerías y los cafés se llenan a rebosar a media tarde, y si llueve da igual ¡la vida no se para en Holanda porque llueva!, las mesas de los cafés al aire libre se pueden poner y quitar cuántas veces haga falta. La terraza del restaurante Winkel van Sinkel, que en realidad es una tienda donde se puede comprar de todo, es toda una institución; bajo la mirada de sus peculiares cariátides de cartón piedra pasa cada día toda la población flotante de la ciudad.

Enfrente se encuentra la cervecería Oudaen, donde se elabora una singular cerveza artesanal desde tiempos medievales: no hay que marcharse de la ciudad sin probar su 'rubia'. Tampoco sin subir a la Torre Dom, símbolo arquitectónico de la ciudad y orgullo de la catedral del siglo XVII... catedral que se la llevó un tornado.

¿Cómo pudo pasar esto? La explicación histórica es convincente: Para recolectar fondos para su construcción, los eclesiásticos recorrieron el territorio del obispado de Utrecht vendiendo indulgencias. Con los dineros recaudados se construyó la catedral -que dieron por finalizada en 1517-, pero la nave principal se terminó sin arbotantes y con estribos reducidos; se cubrió con un techo plano de madera, en lugar de cúpulas de piedra. En 1674 un extraño, quizá demoníaco, viento huracanado originó en la iglesia una presión de aire más baja... y lo que el viento se llevó fue toda la deficitaria catedral convirtiéndola en ruinas.

Quizá fue un caso más de especulación urbanística o simplemente un fatal accidente. En la plaza del Dom se puede ver en el suelo, perfilado con unas baldosas negras, el contorno de la nave desaparecida. Con un poco de fantasía hasta podemos imaginar los muros de la catedral fantasma. La Torre Dom, con sus 112 metros de altitud y construida a mediados del siglo XIV con ladrillo, piedra y argamasa, resistió al huracán.

Programa de festejos

Con la celebración del 300 aniversario del Tratado de Utrecht, la ciudad tiene como principal objetivo infundir los valores establecidos durante el histórico tratado celebrado hace tres siglos en las mentes y corazones de las gentes de hoy. Con tal fin, el espíritu de la conmemoración es fomentar los 'Principios de Utrecht' para lograr una sociedad innovadora y sostenible, apoyándose en el poder de la diversidad cultural y el intercambio de conocimientos.

Durante 2013, muchos de los actos previstos ocuparán una buena parte del arte y la cultura, con exposiciones temáticas repartidas en varios museos de la ciudad.

Con motivo de los actos programados se ha creado la Fundación Tratado de Utrecht, para dar cabida a todas las ideas y proyectos con el lema: «el arte de hacer paz». Peter de Haan, coordinador del proyecto, lo explica: «Celebraremos el 300 aniversario del triunfo de la diplomacia a todos los niveles (...) Intentaremos conectar los hechos históricos de las negociaciones de 1713 con temas contemporáneos. Es un proyecto multidisciplinario que combina ciudadanía, arte, cultura y educación sobre la paz».

El pasado mes de abril se inauguró oficialmente el programa diseñado para el 300 aniversario del Tratado de Utrecht, con la exhibición en el Centraal Museu de Utrecht de los documentos originales del Tratado de Utrecht, arropados por una serie de obras de arte seleccionadas entre varios museos europeos y que guarden relación con el evento. La exposición, que llevará el título 'En Nombre de La Paz', viajará a otras ciudades europeas, entre ellas Madrid y Toledo, a finales de este año.

Utrecht también estrena con motivo del centenario un paseo nocturno para recorrer a pie por el centro de la ciudad. A lo largo del recorrido se pueden ver los edificios más emblemáticos iluminados por diversos artistas, una acción que ha sido bautizada como 'Trajectum Lumen'.

El aniversario ha dado lugar a un sinfín de actividades culturales en la ciudad holandesa

En mayo se inauguró una exposición sobre 'El dinero en tiempos de guerra' en el Geldmuseum, y en junio la exposición 'El arte como arma', en el Aboriginal Art Museum. Otros actos y exposiciones temáticas figuran en el programa, a los que se sumarán nuevas propuestas relacionadas con 'el arte de hacer paz', que se prolongarán hasta después del verano. Por último, para los coleccionistas, la Casa de la Moneda Real holandesa ha acuñado una moneda conmemorativa.

Como en tantas ocasiones, el simulacro de volver la mirada hacia atrás nos apercibe de la sabiduría de los clásicos y recordamos el sabio pensamiento aristotélico: «Es más difícil organizar una paz que ganar una guerra».

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