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Muere a los 87 años la exprimera ministra Margaret Thatcher de un derrame cerebral

La ex primera ministra británica, en el poder entre 1979 y 1990, ha fallecido tras sufrir un infarto cerebral, según su portavoz

Muere a los 87 años la exprimera ministra Margaret Thatcher de un derrame cerebral reuters

BORJA BERGARECHE

La ex primera ministra británica Margaret Thatcher ha fallecido este lunes tras sufrir un derrame cerebral, según ha anunciado su portavoz, Lord Bell. «Con gran tristeza, Mark y Carol Thatcher han anunciado que su madre, la Baronesa Thatcher, ha fallecido pacíficamente esta mañana tras un infarto cerebral». La baronesa Thatcher fue primera ministra británica de forma continuada entre 1979 y 1990, el mandato más largo desde 1827. Era la primera mujer en ocupar por derecho propio el 10 de Downing Street, e hizo así historia al convertirse en la primera jefa de gobierno de una potencia occidental.

François Miterrand dijo de ella que tenía «los ojos de Calígula y la boca de Marilyn Monroe». Y nunca le incomodó el apodo por el que se convirtió en uno de los «hombres de Estado» más determinantes del siglo XX, la Dama de Hierro, acuñado por una prensa soviética maravillada ante el tesón ideológico de su rival en Londres.

Ccomenzó en 2002 a sufrir pequeños derrames, que le apartaron de la vida pública

Su salud, sin embargo, comenzó a fallarle hace una década, cuando comenzó a sufrir pequeños infartos cerebrales en 2002, que le obligaron a apartarse de la vida pública. En 2008 su hija Carol desveló que la anciana octogenaria padecía demencia. Tenía diagnosticado alzhéimer. Vivía recluida en su mansión en Belgravia, en un estado de apartamiento que agravó el fallecimiento de su esposo Denis en 2003, tras 50 años juntos.

El pasado 20 de diciembre Lady Thatcher era ingresada para ser sometida a una leve operación de vejiga, y pasó allí las Navidades en compañía de su círculo más íntimo. No sería dada de alta hasta nueve días después, momento en el que habría optado por instalarse durante la convalencencia en el hotel Ritz de Londres, invitada por los propietarios del célebre establecimiento, los hermanos David y Frederick Barclay, dos de los hombres más ricos de Gran Bretaña e históricos admiradores de la Dama de Hierro.

Cameron cancela su rueda de prensa en Moncloa

Nada más conocer la noticia, el primer ministro británico, David Cameron, de visita este lunes en Madrid, ha lamentado en su cuenta de Twitter el fallecimiento de Thatcher: «He conocido con gran pesar la muerte de Lady Thatcher, hemos perdido a una gran líder, una gran primera ministra y una gran británica». El «premier» ha cancelado la rueda de prensa que tenía previsto ofrecer desde la Moncloa tras su reunión con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, encuentro que sí ha tenido lugar.

Downing Street ha informado de que la baronesa Thatcher, siguiendo sus deseos, tendrá un funeral «ceremonial» con honores militares, en una fecha por confirmar. Protocolariamente no se trata de un funeral de Estado, pero será similar al que recibieron la princesa Diana de Gales en 1999 y la Reina Madre en 2002. «Lady Thatcher no solo lideró nuestro país sino que salvó a nuestro país», ha afirmado el «premier» en un segundo mensaje en la red social.

Tendrá un funeral con honores, similar al de Lady Di o la Reina Madre

Cameron ha cancelado la mini-gira europea que debía llevarle esta semana a París y Berlín. La bandera británica ondea a media asta en Downing Street. Por su parte, la reina de Inglaterra, Isabel II, también se ha mostrado «triste tras conocer la muerte de la Baronesa Thatcher». El fallecimiento de un dirigente tan determinante históricamente como polarizador socialmente ha movilizado las reacciones de la clase política británica.

Ha sido el viceprimer ministro, el liberal Nick Clegg, quien ha puesto palabras a la mezcla de respeto reverencial y animadversión ideológica que despertaba la dirigente «tory» en la sociedad británica: «Sea cual sea el lado del debate político en el que se ubica cada uno, nadie puede negar que, como primera ministra, dejó una huella única y duradera en el país al que sirvió». Clegg considera a Thatcher como «una de las personalidades definitorias de la política británica moderna».

Los conservadores cierran filas

Los conservadores han cerrado filas en torno a una figura que ejercía, todavía hoy, de regazo ideológico en el que las diversas fracciones «tories» buscaban refugio. El alcalde de Londres, Boris Johnson, visto por muchos como un posible candidato a primer ministro en el futuro, ha expresado que «su recuerdo seguirá presente mucho después de que el mundo haya olvidado los trajes grises de la política actual».

Nick Robinson, editor político de la BBC, se hace eco de una reflexión similar: «En una era en la que demasiado a menudo los políticos son recibidos con indiferencia, es fácil olvidar que hubo un tiempo en el que Gran Bretaña estaba dirigida por una mujer que inspiraba pasiones, amor y odio a la vez». Por su parte, el ministro conservador de Trabajo, Ian Duncan Smith –objeto de una fuerte polémica estos días por los recortes sociales del gobierno– ha explicado que Thatcher fue «la razón por la que entré en política». «Dominaba el mundo político como un coloso», ha dicho de ella.

familia de modestos recursos. De su padre, militante conservador, tendero y pastor metodista, aprendió la ética del esfuerzo individual y la ideología del pequeño propietario. De su condición de mujer, Thatcher llevó consigo Downing Street, tras su elección en 1979, la visión doméstica de la economía.

Thatcher fue la candidata a diputada más joven en 1950, con solo 23 años, cuando no solo Westminster sino la sociedad británica en general era un mundo de hombres. Fue derrotada. Y derrotada de nuevo un año más tarde. Pero sus ambiciones no hicieron más que salir reforzadas. Ganó los comicios en 1979, heredando un país paralizado por las huelgas sindicales y en medio de una profunda recesión tras varios gobiernos laboristas. Su llegada al poder supuso el inicio de una revolución total en el tejido económico y social británico, a la vez que devolvió el orgullo de pertenencia a una debilitada nación de naciones británica.

Dispuesta primero a negociar una solución diplomática con Argentina, según revelaron en diciembre unos documentos desclasificados, mandó en 1982 a la Marina y a los paracaidistas británicos a tomar las Malvinas por la fuerza, a pesar de la oposición de varios miembros de su gabinete. La victoria militar sobre la dictadura argentina insufló un poco de orgullo nacional perdido en las islas británicas. En 1984, sobrevivió a un atentado con bomba en el hotel en el que se alojaba del IRA, su otro gran rival armado, con quien desplegó la misma determinación de doblegar por la política o las armas a los terroristas.

Ed Miliband: «Movió el centro político»

Pero es en el ámbito socio-económico donde su legado es, sin duda, más palpable en una Gran Bretaña de la austeridad que, más de 20 años después de la retirada de la política de esta conservadora de hierro, sigue debatiendo de manera existencial sobre los recortes en sus servicios públicos. Thatcher puso en marcha la explosión liberalizadora del sector financiero que convirtió a Londres en una de las grandes plazas globales para la banca y la gestión de capitales. No paró hasta jibarizar el peso del Estado en la economía, que equivalía al 20% del PIB tras varios años de gobiernos socialdemócratas. Lanzó una oleada de privatizaciones sin precedentes para desarbolar las industrias estatales y reformar los servicios públicos.

Sus defensores le asignan la paternidad del modelo neoliberal imperante. Sus críticos le acusaron de obligar a varios municipios a restringir el agua y pedir a sus habitantes que se ducharan menos tras la privatización del suministro. Y aguantó, y ganó, un largo pulso con los sindicatos de trabajadores, opuestos encarnizadamente a sus reformas. Les despojó de su poder político y económico, desbarató su capacidad de movilización social y los relegó a la indefensión ante la ola ideológica conservadora con la que Thatcher sometió al país a una terapia de shock.

Como resultado, dicen sus admiradores, los británicos pasaron de ser una sociedad enclenque y poco dinámica a beneficiarse de impuestos más bajos y del mayor acceso al crédito y a la vivienda que trajo el «capitalismo popular» de la era Thatcher.

Así lo reconoce, desde sus antípodas ideológicas, el líder laborista, Ed Miliband: «Transformó la política para toda una generación, movió el centro de la política británica y fue una figura enorme a nivel mundial», aseguraba este lunes el líder de la oposición. «El Partido Laborista discrepaba de gran parte de lo que hizo y será siempre una figura controvertida, pero podemos discrepar y al mismo tiempo respetar sus logros políticos y su fuerza personal», dice Miliband. «David Cameron, Nick Clegg y yo crecimos con las políticas de Lady Thatcher, tomamos caminos diferentes pero con ella como figura crucial de una era».

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