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La barriada 23 de Enero espera el cadáver embalsamado de Hugo Chávez

Aquí nació el fallido golpe de estado de 1992; aseguran que mantendrán viva la obra de Chávez a cualquier precio

La barriada 23 de Enero espera el cadáver embalsamado de Hugo Chávez reuters

RAFAEL MARTÍ

Los pobres centraron gran parte de los discursos y atenciones del fallecido Hugo Chávez, y con ellos se quedará su cuerpo. El lugar donde —de momento— reposarán los restos del líder socialista es el último lugar que un vivo elegiría para descansar. Pero esta pobre y violenta barriada 23 de Enero tiene un enorme valor simbólico para el chavismo. Allí su líder comenzó su p articular revolución el 4 de febrero de 1992 con un fallido golpe de Estado. Desde ese día y en adelante, con su primer triunfo en las elecciones de 1998, el barrio ha sido el predilecto del chavismo.

En este arrabal, situado en el extremo este de Caracas, residen alrededor de 8.000 personas entre casas descuidadas, chavolas de todos los colores y bloques de edificios rectangulares de los años 50. Su estilo imponente podría confundirse con las construcciones de cualquier país de Europa del Este. El índice de delincuencia de esta barriada es de los más elevados de la ciudad, aunque sus habitantes no quieran reconocerlo.

En medio de este caos y miseria apenas paliado por el oficialismo, está situado el Museo Histórico Militar, símbolo de la intentona de la revolución, quizá el único lugar bien cuidado. Ayer, con las circunstancias que vive el país, la vigilancia se había intensificado. Una decena de milicianos de la revolución impedían el paso a los periodistas. Insistían en que no era censura, sino que se estaban acelerando los preparativos para colocar allí el cuerpo del comandante bolivariano. Cómo será este mausoleo provisional es algo que no sabe o al menos no informa ni la cadena pública de televisión bolivariana. En los alrededores, los operarios se dedicaban a podar los árboles a toda prisa, mientras que en la puerta principal, el trajín de camiones, coches oficiales y las motos de seguridad de estos era constante.

El cuerpo de Chávez llegará al lugar el próximo jueves o viernes, donde podrá ser velado otros siete días, además de los que ya ha permanecido en la capilla ardiente de la Academia Militar. Siete días más para que los más pobres puedan contemplarlo y adorarlo en el corazón de mismo de la revolución.

Que el 23 de enero es el bastión del chavismo no pasa desapercibido a nadie. Los grafitis y carteles de las paredes lo advierten nada más entrar. Ahí se conserva como un mural más la propaganda chavista de las últimas elecciones de octubre de 2012: «Chávez, corazón de mi patria», rezan los rótulos. Estos comparten espacio con pintadas y composiciones revolucionarias. Los rostros de Fidel Castro, del Che Guevara, Simón Bolívar o Antonio José de Sucre están en cada esquina, en cada pared, junto a estrellas rojas y otras consignas, como «el camino no es la droga, el camino es el socialismo».

Unos adolescentes de la zona comentaban en la calle sobre el destino más inmediato ahora qué su caudillo ya no está. «Ya no va a ser lo mismo», dice Robert. El chico, de 17 años, reconoce que «la cosa cambiaría si ponen a un escuálido en el trono». Con escuálido se refiere a una persona débil y sin carácter, todo lo opuesto a su fallecido presidente. Pero, ni para él, ni para sus amigos, Nicolás Maduro, sucesor de Chávez, es un «escuálido». «Él va a seguir todos los pasos que dio Chávez. Él sí que es fiel», añade. Jesús, de 24, también está con él. No considera que Henrique Capriles, el jefe de la oposición, pueda ganar las siguientes elecciones. «Si gana Capriles todo este barrio se revela. Nos vamos a una guerra civil», advierte.

En el 23 de Enero hay varias milicias ciudadanas armadas. Son los restos de la guerrilla de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) que lucharon contra la represión de los años 60. Chávez los reconoció con su llegada al poder y los normalizó, pero no los eliminó. En la actualidad, estas milicias se han reconvertido en grupos de servicio comunitario y velan por la seguridad ahí donde no llega la Policía.

Autogestión

Todo el barrio se ordena de forma comunitaria. La cantidad de grupos, colectivos, juntas comunales y su estructura es casi incomprensible. Pero ellos se organizan, distribuyen los recursos que les brinda el Estado, deciden qué calles arreglan, qué proyectos acometen, quién trabaja, y quién no.

Alrededor del lugar donde se expondrá nuevamente el cuerpo del protector de este estilo de vida socialista puro merodea un colectivo. Se llama «Grupo Humanista Primer Faro». Su función, como reconoce su líder, Miguel Pabón, de 32 años, es la defensa ideológica de la revolución. Se reúnen en asambleas dos veces por semana, imparten clases, reparten panfletos entre la población, diseñan murales...

Los bocetos para los rostros estampados de Nicolás Maduro comienzan a prepararse. Pero las paredes del 23 de Enero no verán su cara hasta que no sea ratificado su poder en las urnas. Sin embargo, como decía aquel adolescente, «ya no será lo mismo». La omnipresencia de Chávez, en esta barriada con su cuerpo y su recuerdo, y en el resto de Venezuela, será insustituible.

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