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Kirchner se enfrenta a la clase media, sindicatos y empresarios

La presidenta de Argentina está cada día más aislada, con un país al borde de la suspensión de pagos y frente a una creciente contestación social

Kirchner se enfrenta a la clase media, sindicatos y empresarios efe

carmen de carlos

A la presidenta de Argentina se le acumulan los problemas. Un año después de lograr la reelección, con más del 54 por ciento de los votos, el sindicalismo le gana un pulso con una huelga general abrumadora , las cacerolas regresan en masa a las calles, Ghana le embarga la fragata Libertad, un juez federal de Nueva York ordena que pague sus multimillonarias deudas, el país se queda al borde de otra suspensión de pagos, otra reelección está descartada por la Constitución y el mundo parece seguir sin comprenderla.

A Cristina Fernández de Kirchner , cada día que pasa, le cuesta más trabajo poner los pies en la tierra. Cuando lo hace siente que el suelo tiembla. Al menos, en los últimos meses.

Ha sido un fracaso total la expropiación de YPF, vale una cuarta parte de su valor anterior

La expropiación de YPF se ha convertido en un fracaso en medio de la crisis energética. La compañía vale una cuarta parte de su valor anterior y no encuentra socio para explotar la mina de oro que se presupone bajo tierra en el yacimiento neuquino de Vaca Muerta. La otra compañía de bandera reestatizada, Aerolíneas Argentinas , le cuesta a las arcas del Estado más de un millón de dólares por día. La inflación real -en torno al 25 por ciento- dispara el mal humor de la gente que ha empezado a recuperar la costumbre de protestar a golpe de cacerola y logra reunir a cientos de miles que hasta se animan a arrimarse a la Quinta de Olivos, residencia privada de los jefes de Estado, donde ella descansa. Allá donde mira, la viuda de Néstor Kirchner descubre un problema y no la solución.

El discurso nacionalista y de recuperación de la soberanía hace aguas, a babor y a estribor, de un barco que, pese a la retórica, no encuentra el rumbo. Con los calores previos al verano austral, más de dos millones de familias sufrieron un apagón que, en algunos casos, se prolongó casi cinco días.

Sabotaje

Lo más sorprendente no fue la interrupción del suministro eléctrico, moneda corriente en los últimos años, como consecuencia de una política energética equivocada y la ausencia de inversión de empresas que reclaman aumentos de tarifas desde hace diez años. Quizás lo más llamativo fue que el ministro del ramo, Julio De Vido , compareció para denunciar un sabotaje –que nunca existió- y dijo: «Alguien bajó la palanca», para ilustrar el apagón.

Apenas unos días más tarde, de Vido y Axel Kicillof (el ideológo de la expropiación de YPF, que también pasó por Aerolíneas Argentinas) anunciaban la creación de «dos fondos para el desarrollo energético» con… un incremento de las tarifas.

No hay respiro para Cristina Fernández. Una detrás de otra. La rama rebelde de la CGT (Confederación General del Trabajo) que ella ayudó a romper, le organizó el primer paro general desde 2003. Su marido y antecesor en el cargo no tuvo que superar esa prueba. La presidenta, hasta el martes, pensó que tampoco.

Hugo Moyano , ex aliado suyo, intenta ponerla contra las cuerdas de un ring donde el premio mayor es quedarse con el control de fondos de las obras sociales sindicales por valor de 4.200 millones de dólares. «A mi no me corre (presiona) nadie . Y mucho menos con amenazas, patoteadas (a la fuerza) y matones», clamó la presidenta molesta por la huelga y los piquetes.

La mandataria ha comenzado a saborear su propia medicina

El columnista Fernando Laborda , recordó que la presidenta conoce bien esos modos que «su Gobierno se cansó de seguir» al «alentar escraches (boicots populares) y piquetes contra empresas como Shell , los diarios "Clarín" y "La Nación" , presionar jueces o atacar desde el atril a un simple operador inmobiliario que osó describir la realidad de ese mercado». En otras palabras, que Cristina Fernández de Kirchner ha empezado a saborear un poco de su propia medicina.

Así las cosas, el escenario de esta Argentina «nacional y popular» como le gusta decir a la presidenta, se complica dentro pero también fuera de sus fronteras. Los pleitos internacionales y los fallos del Ciadi (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativos a Inversiones) que Argentina se niega a acatar mantienen al país aislado del resto del mundo y con el grifo de la financiación externa cerrada .

El juez federal neoyorquino, Thomas Griessa, le ordenó el pago de 1.300 millones de dólares a los acreedores que no aceptaron en 2005 y 2010 reestructurar su deuda porque implicaba pérdidas de hasta el 70 por ciento. El magistrado establece la fecha de desembolso el 15 de diciembre.

De paso, en el fallo, aprovecha para censurar la conducta de la presidenta y su permanente desafío a la Justicia con el fin de evitar afrontar las obligaciones de una deuda que data de hace diez años. Si Fernández de Kirchner cumple su palabra de no pagar a «los buitres» -como se refiere a los fondos de inversión especulativos- Argentina, inevitablemente, caerá en suspensión de pagos. Y, otra vez, habrá que volver a empezar.

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