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UN EMBARAZO CON SOBRESALTO FINAL

Salvo un pequeño susto que hizo pensar en un adelanto del alumbramiento la Princesa de Asturias ha vivido con naturalidad y sin complicaciones una gestación que apenas ha alterado su agenda oficial

N. RAMÍREZ DE CASTRO

Desde que se anunció su compromiso, la Princesa de Asturias ha desempeñado una intensa agenda de trabajo que apenas se ha resentido durante su primer embarazo. Sólo redujo el ritmo durante el último mes de gestación, cuando se encontraba más pesada y se produjeron las primeras contracciones que hicieron pensar en un posible adelanto del alumbramiento.

Salvo escasas ausencias, atribuibles a molestias típicas de la gestación, Doña Letizia ha mantenido un intenso ritmo de trabajo con jornadas agotadoras en sus actividades oficiales, viajes trasatlánticos y momentos de gran tensión en estos últimos ocho meses y medio. Incluso soportó estoicamente, a pleno sol, su primer discurso en público durante un acto castrense en la Hípica Militar de Logroño el pasado mes de junio. Pese a la tensión, el calor y sus cinco meses de embarazo aguantó de pie su discurso, una situación que hubiera sido difícil para cualquier mujer en su estado. Las embarazadas tienen más facilidad para marearse porque la tensión arterial desciende, especialmente cuando permanecen de pie en una posición estática y la temperatura es elevada.
En la recta final de la gestación, tampoco faltó al desfile de la Fiesta Nacional. Apenas han trascendido complicaciones durante su embarazo, salvo el malestar digestivo y las náuseas que le acompañaron hasta el final. La mayoría de las embarazadas padecen náuseas durante el primer trimestre, superan el cuarto y quinto mes sin molestias hasta que el crecimiento del bebé empieza a provocar problemas de acidez y reflujo gastrointestinal. Al parecer, la Princesa de Asturias no se ha librado de esos trastornos en ningún momento, como le ocurrió a su madre. Este comportamiento es menos frecuente, pero nada anormal, asegura la doctora Ana Coll, ginecóloga de la Clínica Teknon de Barcelona, el centro elegido por la Infanta Doña Cristina para alumbrar a sus cuatro hijos.

Salvo los pequeños problemas digestivos y las contracciones típicas del último mes, la progresión de su embarazo ha sido ejemplar. Se nota que Doña Letizia se ha cuidado mucho. Como mandan los manuales, ha engordado un kilo por mes, lo necesario para el correcto desarrollo del bebé.

A partir del séptimo mes se le notó un volumen mayor que hacía pensar que el Infante iba a ser un bebé de gran peso. Sin embargo, no importa tanto la circunferencia de su cintura sino los 4,300 kilogramos que el Príncipe de Asturias pesó al nacer, un dato que podría augurar un parto difícil. Para la Reina se trataba del tercer parto, pero para Doña Letizia tener un bebé de gran peso en su primera gestación podía augurar una cesárea.

Probablemente una de las mejores ayudas con las que ha contado en el momento del alumbramiento es su buen estado físico. Está en una edad óptima para ser madre, según indican los últimos estudios científicos que se han realizado sobre maternidad. Entre los 25 y los 35 años no existen riesgos añadidos, ni para la madre ni para su descendencia. Además, se ha mantenido en buena forma, gracias al «Pilates», un método que combina gimnasia y fisioterapia.

Como hizo la Infanta Doña Cristina, la Princesa de Asturias ha practicado estos ejercicios durante la gestación. Roberto Blas, fisioterapeuta y profesor de Pilates, asegura que se trata de un ejercicio idóneo para las embarazadas porque tonifica y proporciona flexibilidad al cuerpo. Mantiene en buen estado la columna vertebral para evitar los dolores lumbares típicos de la gestación. Quien lo practica toma conciencia de su musculatura abdominal y del suelo pélvico, esencial para evitar problemas de incontinencia urinaria tras los esfuerzos del parto. También reduce el riesgo de prolapso y facilita el trabajo del parto, porque la mujer es más consciente de la musculatura que rodea la vagina.

Tradición frente a técnica

La gestación también ha acentuado su atractivo. Los kilos del embarazo le han sentado bien y la Princesa ha mantenido su coquetería hasta el final. A partir del séptimo mes, la mayoría de las embarazadas se ven obligadas a guardar los tacones más estilizados. En esta etapa cambia la estática del cuerpo, el centro de gravedad se desplaza por el aumento del tamaño del bebé, se curva la columna y las embarazadas tienden a desequilibrarse. Doña Letizia ha reservado los tacones para ceremonias especiales, pero sin prescindir totalmente de ellos.

Como en otros embarazos de la Familia Real, la incógnita del sexo del bebé se ha mantenido hasta el final. Para el equipo de Ginecología del Hospital Ruber Internacional de Madrid, que atiende a la Princesa de Asturias, no habrá sido un secreto porque desde la semana 15 se puede conocer con imágenes de ecografía. Es la primera vez que la tecnología ha permitido saber antes del nacimiento si el hijo de un Heredero de la Corona era niño o niña. Pero la revolución del diagnóstico por imagen nada ha cambiado. Con ecografías o sin ellas, la incógnita se ha mantenido hasta el final.


Web especial "Embarazo de una Princesa"

 


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