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La industria española sale de casa para vender sus productos
España se ha quedado pequeña para una gran parte de la industria agroalimentaria nacional, o al menos eso parece a tenor de los movimientos orientados hacia la conquista de los mercados exteriores protagonizados en los últimos años no sólo por los líderes del sector, sino también por empresas familiares de pequeño tamaño.

Sardinas para todos. La industria conservera de pescado busca mercado en el exterior con la compra de otras empresas o mediante alianzas.
"La industria de alimentación y bebida en España registró una producción bruta en 2004 de 65.075 millones de euros, lo que equivale al 8,15% del PIB nacional."
Como actores en un sector maduro, las empresas de alimentación y bebidas se han dado cuenta del potencial que representan mercados próximos, como el de la Unión Europea, que ahora con 25 miembros suma más de 456 millones de consumidores, o China que, con 1.300 millones de habitantes, consumió el pasado año 63 millones de toneladas de carne frente a los 37 millones de Estados Unidos, el inventor de la hamburguesa.
La manera tradicional de abordar los mercados foráneos es la exportación, aunque recientemente la industria ha hecho un esfuerzo de internacionalización con la adquisición de firmas en el exterior para reforzar su posición como con la implantación directa en los países.
Así, en 2004 las ventas de la industria española de alimentación y bebidas fuera de nuestras fronteras llegaron a 13.108 millones de euros, tras subir casi un 5,5%; aunque persiste el desequilibrio en esta balanza comercial, ya que las importaciones también crecieron en una tasa similar, hasta los 14.900 millones de euros.
Uno de los principales problemas a los que se enfrenta la industria en el exterior es la coordinación, ya que los esfuerzos de las distintas administraciones no siempre se unifican. A esto hay que sumar la ausencia de una promoción conjunta que destaque la calidad y diversidad de los productos españoles, aunque ya se trabaja en la puesta en marcha de un plan de difusión a través de la gastronomía española.

Algunos pioneros
En los últimos cuatro años, según datos de la Federación de Industrias de Alimentación y Bebidas (FIAB), esta industria ha invertido en el exterior 4.400 millones de euros, esfuerzo que tuvo como principales destinos la Unión Europea y Latinoamérica.
Entre las más grandes del sector destaca la inversión de Ebro Puleva, que en los últimos tres años ha gastado más de 1.000 millones de euros en adquisiciones y en 2005 prevé que más del 50% de sus ventas provengan del exterior; o los pasos dados por su competidor en arroz Sos Cuétara, que se ha convertido en el líder mundial del aceite de oliva. Con los deberes más adelantados está Chupa Chups, referente mundial de confitería, que en los años 70 abordó su internacionalización.
Para la industria conservera de pescado, la implantación en el exterior, centrada en Latinoamérica y África, es también una prioridad. Es el caso de Calvo, que con la adquisición de una conservera brasileña pretende abastecer América del Sur; o de Jealsa Rianxeira que, a través de alianzas, quiere seguir su desarrollo geográfico en la Unión Europea, América Latina y el Norte de África.
A veces la expansión exterior ha sido un camino de ida y vuelta. Campofrío decidió en 2002 reorientar su estrategia internacional y concentrar sus esfuerzos con presencia industrial en Portugal, Francia, Rusia y Rumanía, tras desinvertir en Estados Unidos, Polonia y, más recientemente, Argentina. Ahora la empresa apuesta por el crecimiento orgánico y por la innovación, en un ejemplo que demuestra que para avanzar a veces hay que dar un paso atrás.
Un caso valiente es el de Jamones Nicolau, una firma valenciana que este año prevé alcanzar unas ventas de ocho millones de euros y que produce jamones en Chile, con el objetivo de atender, además de la demanda del país andino, al resto de países latinoamericanos y Estados Unidos.
Estos son sólo algunos ejemplos, aunque a buen seguro que en un gran número de las casi 32.590 empresas de alimentación y bebidas que a finales de 2004 existían en España podríamos encontrar un caso práctico de salida al exterior, actuación a valorar si tenemos en cuenta que el 97% son pequeñas empresas de menos de 50 empleados y que casi 26.540 de ellas son microempresas que no llegan a diez trabajadores.
La atomización es pues una de las características de este sector industrial, particularidad que es especialmente significativa en sectores como el cárnico, que engloba el 14% de las empresas, aunque también es el primer sector desde el punto de vista de la producción. Ello obliga a iniciativas conjuntas para abordar la salida al exterior y, en este sentido, destaca la recién creada Oficina de Exportación de la Carne de España (OECE), formada por cuatro organizaciones empresariales de este ámbito, aunque está abierta al conjunto del sector, para impulsar las ventas y promocionar el producto en el exterior.

No todos sirven. Campofrío reorientó en 2002 su estrategia internacional y desinvirtió en algunos países.
"Un ejemplo de la innovación como estrategia de expansión para las pymes es la comercialización en brick del aceite de oliva, iniciativa que a Arteoliva le ha abierto puertas."
La distribución
La existencia de un número tan importante de pequeñas y medianas empresas representa asimismo una dificultad en las negociaciones con la distribución, cada vez más concentrada y con mayor poder de compra, por lo que la relación entre ambas podría definirse coloquialmente como de “amor y odio”.
Además, tanto las cadenas de hipermercados como las de grandes supermercados están siguiendo la tendencia europea de ofrecer al consumidor su propia marca, lo que complica la presencia de aquellos fabricantes no líderes en su segmento en las estanterías de los establecimientos, siempre que no sean la enseña más barata, que aun a ras de suelo en el lineal de ventas tiene más fácil encontrar un hueco como “primer precio”.
No obstante, la relación también puede ser provechosa para ambos, y muestra de ello es la apuesta por la expansión exterior de J. García Carrión (Don Simón) a través del gigante mundial de la distribución Wal-Mart, o las iniciativas de promoción de productos regionales que las grandes cadenas de hipermercados desarrollan en diferentes comunidades autónomas, que permite a estas firmas salir de su ámbito local.
Para algunas de estas microempresas esto puede ser todo un reto, aunque los verdaderos desafíos del sector en su conjunto son la adaptación a un mercado cada vez más globalizado, lo que exige mejorar la competitividad, apostar por la calidad y superar la atomización.