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Orgías, druidas y serpientes malditas: el oscuro origen pagano del huevo de Pascua

Los fenicios, según Plutarco, representaban a un ser supremo en sus relaciones sexuales con la forma de este alimento. Para los sacerdotes britanos, por su parte, portar un «huevo de serpiente» era sinónimo de buena suerte

Vídeo: Estados Unidos es el país con mayor tradición de 'huevos de pascua'
Manuel P. Villatoro

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Hoy se cuentan por cientos los niños que, durante la Pascua (la fiesta en la que se conmemora la resurrección de Cristo ), decoran otros tantos huevos de chocolate para entregarlos como presente a sus allegados. Aunque también existen otras culturas en las que los esconden para que los más pequeños los busquen durante horas.

Las tradiciones alrededor de este alimento son muchas. No obstante, todas ellas giran en torno a un dulce regalo que, en lo que a España se refiere, ha logrado situarse a la altura de platos tan populares como las tradicionales torrijas . Y eso a pesar de que, en pleno 2018, su origen no está todavía claro.

El huevo egipcio

Una de las teorías sobre la aparición de los huevos de Pascua es la que afirma que provienen del Antiguo Egipto , región donde eran vistos como un símbolo de vida y resurrección. Según la cosmogonía hermopolitana (una de las tesis más extendidas en la tierra de los faraones para justificar la creación del mundo) la Tierra nació cuando ocho dioses forjaron un «huevo primordial» que eclosionó y del que arribó el mismísmo Ra . Según se recoge en « Arcana mágica. Diccionario de símbolos y términos mágicos », esta idea se basa en un pasaje del popular « Libro de los muertos » en el que se señala «el dios Sol mismo salió del huevo en forma de halcón».

Huevos pintados a mano para la celebración de la Pascua en Bulgaria

Con todo, los textos egipcios recogen múltiples teorías sobre la importancia del huevo para representar la eclosión del universo y la huida del caos. La característica común de todas ellas es que nuestro protagonista es siempre determinante a la hora de crear la vida. «El huevo desempeñaba un papel importante en las concepciones del principio del mundo, porque la vida nace de él», se añade en la mencionada obra. Así lo afirma también el mitólogo Juan Eduardo Cirlot en su libro « Diccionario de símbolos »: «En el lenguaje jeroglífico egipcio, el signo determinante del huevo simboliza lo potencial, el germen de la generación, el misterio de la vida».

Hinduismo

Tras los egipcios, fueron muchos los pueblos que utilizaron el huevo como un símbolo de fecundidad. Así lo desvela el paleontólogo y periodista Jorge Blaschke en su « Enciclopedia de los símbolos esotéricos », donde explica que este alimento adquiere este sentido en culturas que como la hindú. «En el hinduismo el Brahma surgió del huevo dorado de la creación y las dos mitades formaron el cielo y la tierra. Para los budistas romper la cáscara del huevo que nos recubre es alcanzar un segundo nacimiento, lograr la iluminación y trascender el tiempo y el espacio», completa.

No le falta razón en lo que al hinduismo se refiere. Y es que, según su mitología, el Prayápati (el nombre que reciben varias deidades supremas) estaba íntimamente ligado al huevo.

«En principio, Prajapati era la unidad-totalidad no manifiesta, presencia puramente espiritual. Pero el deseo lo invitó a multiplicarse, a reproducirse. Se “ calentó ” hasta un grado extremo por obra de la ascesis y creó, por emanación, lo que pudo interpretarse como “ exudación ” o “ emisión seminal ”, tal y como se dice en algunas cosmogonías primitivas», se explica en « La historia de las creencias y de las ideas religiosas ». La necesidad de reproducirse, según el mito, llevó a esta entidad a meterse en las aguas. Y de esta relación surgió un huevo cuya cáscara, posteriormente, dio lugar a la tierra.

El huevo de la serpiente

Para los temidos druidas britanos este alimento también era más que sagrado. Así lo afirma Plinio en su « Historia natural », donde dedica varias líneas a hablar de «una especie de huevo del que los griegos no hablan, pero que es muy conocido en las Galias». En palabras del autor clásico, «durante el verano, innumerables serpientes que están enrolladas juntas se unen en un abrazo armonioso gracias a la baba de sus gaznates y a las secreciones de sus cuerpos» en un fenómeno que se conoce como el « huevo de la serpiente ».

«Los druidas dicen que este huevo se lanza con silbidos y que hay que recogerlo con un manto antes de que toque el suelo. En este momento, el raptor debe huir muy deprisa a caballo, puesto que le persiguen las serpientes, las cuales solo se detendrán ante el obstáculo de un río», añade Plinio en su obra. El autor también especifica que este objeto era visto como un talismán de poder por los sacerdotes y, posteriormente, también por la sociedad. «Ciertamente he visto este huevo, del tamaño de una manzana redonda de talla mediana, con una corteza gelatinosa como los numerosos brazos del pulpo», completa.

Captura del huevo de la serpiente

Lo cierto es que, durante la Edad Media , eran muchas las sociedades que entendían que el huevo (y más concretamente este de serpiente) ofrecía protección al portador. «Esta piedra, que los druidas llaman “ Glain Naddair" , era engendrada por una bola de serpientes entrelazadas copulando en la víspera de la noche del solsticio de verano, reputada con virtudes protectoras y salutífiras», desvela Rafael Ramón Lluch en su obra « Geomitos: Leyendas y mitos con un fundamento geológico ». En todo caso, la mayoría de los autores coinciden en que estos objetos eran realmente pequeños erizos de mar fosilizados.

El autor decimonónico Cesare Cantù explica en su libro « Historia universal » que, aunque los druidas contaban con varios talismanes que -según creían- les otorgaban poder como el muérdago o la «hierba llamada selago», ninguno de ellos era tan poderoso como el «huevo de la serpiente». Con todo, no ofrece más datos que los escritos por Plinio y se limita a añadir que «este huevo misterioso tenía la virtud de hacer prodigios». Por su parte, el historiador del siglo XIX Joaquín Bastús es partidario en su libro « Diccionario histórico enciclopédico » de que «con estos huevos, suponían podía conseguirse cuanto uno desease, y sobre esto contaban mil fábulas absurdas».

Fenicios

El fenicio fue también un pueblo en el que el huevo se ligaba íntimamente a la creación del mundo, según desvela el antropólogo Víctor J. Montserrat en su dossier « Los artrópodos en la mitología, las creencias y el arte de los fenicios ». En sus palabras, para esta sociedad la cosmogonía comenzaba «con la unión del caos primitivo con una divinidad». Una relación de la que «nació el huevo cósmico ( Mot )» y de cuya división, a su vez, se generó el cielo y la tierra. Concretamente, esta civilización creía que, cuando el Caos advirtió su propia existencia, se amó a sí mismo dando lugar a la primera materia o barro, llamada « Mot ».

Bastús, por su parte, es partidario de que el huevo adquirió su cúlmen como símbolo pagano en la cultura fenicia, en la cual era utilizado como una representación de las deidades durante el coito.

« Plutarco dice que los fenicios reconocían a un ser supremo, al que representaban en sus orgías bajo la forma de un huevo», añade el experto. La práctica, sin embargo, no era desmesurada si se compara con otras tantas de la misma sociedad. «Los sacrificios sangrientos, las prácticas lúgubres a la par que seguidas de orgías, y la mezcla de dolor y de lujuria se advertían en las fiestas de Adonis en Fenicia », señala J. J. Guillén en su obra « Historia Antigua ».

Regalo pagano

Una vez establecida la importancia del huevo en las diferentes culturas queda una cuestión por dirimir: ¿De dónde proviene la costumbre de regalarlos?

En algunas obras como la « Enciclopedia vniversal ilvstrada evropeo-americana » (en su versión publicada en 1925) se afirma que la tradición podría provenir de China donde, «hacia el 1000 a. de J. C. se celebraba la fiesta de la renovación de la Naturaleza por el calor de la primavera». Como durante esta celebración estaba prohibido encender fuego, «había que preparar de antemano alimentos que no se corrompiesen, y entre éstos se echaba mano de los huevos cocidos ó huevos duros , los cuales se pintaban también y eran objeto de mutuo regalo entre parientes y amistades».

Este modelo de huevos de Pascua se realiza con el esmalte de uñas ABC

Otro tanto pasaba en Grecia y Roma, donde se decoraban y regalaban huevos para celebrar la llegada de la primavera. Y, por descontado, también en el Antiguo Egipto.

«Antiguamente, los egipcios se regalaban huevos decorados por ellos mismos. Estos eran muy valorados y se ponían de adorno en las casas», señala Salvador Cerezo Díez en « Testimonios del pasado ». En todo caso, tan cierto como esto es que, en palabras del historiador francés Philippe Ariès , la costumbre de hacer regalos por Pascua cobró mucha importancia en épocas como los años anteriores a la Primera Guerra Mundial : «En abril de 1911, la revista “Mon chez-moi" nos da a conocer la moda más reciente: el huevo todo de flores, o bien un simple manojo perfumado, o bien un estuche florido».

Cristianismo

Como ha sido habitual a lo largo de la historia, el catolicismo ha terminado aunando todas estas costumbres. La primera de ellas fue la Pascua.

«Como muchas otras celebraciones cristianas, la de la Pascua se superimpulso a tradiciones paganas, en este caso las que, desde tiempos inmemoriales, festejaban la llegada de la primavera», afirma José Manuel Valenzuela Arce en « Entre la magia y la historia: tradiciones, mitos y leyendas de la frontera ». Esta tradición se sumó a la de pintarlos y regalarlos en las diferentes culturas, dando como resultado la visión actual que tenemos de este alimento.

Huevos de pascua caseros

La fiebre por el huevo en la cristiandad, no obstante, llegó poco en el siglo XVII, cuando el Papa Pablo V bendijo en una plegaria este alimento. ¿Con qué objetivo? Que la Iglesia pasase página y se olvidase que, en el siglo IX, esta institución había prohibido a los feligreses el consumo de este alimento durante la Cuaresma por considerarlo carne.

No obstante, fue esa prohibición la que ayudó a generalizar que se regalase en Pascua ya que, cuando llegaba a su fin la prohibición, se desataba la fiebre del huevo.

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