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La «dictadura» del parlamento de Italia: 65 gobiernos desde el final de la II Guerra Mundial

Las fuerzas designadas para crear el texto constitucional de la Primera República quisieron plasmar las diferencias políticas entre el norte y el sur del país, así como evitar el ascenso al poder de un gobernante demasiado fuerte que pudiera establecer un régimen personalista como el de Benito Mussolini

La necesidad de evitar que el Partido Comunista llegara al poder congregó al centro derecha en un partido hegemónico, la Democracia Cristiana, un nido de luchas internas y primeros ministros que duraban un soplido

«El Saqueo de Roma» por los visigodos
César Cervera

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Italia es el paradigma de lo que ocurre cuando un parlamento fragmentado goza de demasiado poder y el primer ministro se ve incapaz de sacar nuevas leyes. Un país ingobernable del que han brotado 41 primeros ministros y 65 gobiernos diferentes desde el final de la II Guerra Mundial . De ellos la última víctima de este desastre es Matteo Renzi , que dimitió hace diez días tras su fallido intento de reformar precisamente aquella constitución kamikaze. Incluso él ha permanecido mucho tiempo en el cargo en comparación con su antecesor en el puesto, Enrico Letta , que duró menos de un año.

La historia de Italia se escribe a martillazos. Al final de la Segunda Guerra Mundial , las fuerzas antifascistas, indiferentemente del color político, se unieron un breve periodo de tiempo bajo la sombra del mito de la Resistencia italiana. Este tiempo de entendimiento del centro derecha y los comunistas sentó las bases de la nueva democracia, pero se esfumó cuando los vientos internacionales cambiaron de dirección. El conflicto mundial había dado paso a la Guerra Fría , en tanto el país en forma de bota se vio sumido en las turbulencias que trajo el enfrentamiento entre el bloque occidental y el bloque comunista. La posibilidad de que el Partido Comunista Italiano (PCI) tomara el poder rompió el consenso y obligó a EE.UU a tomar cartas en el asunto.

El presidente provisional Enrico De Nicola firma la Constitución

La Primera República nació en ese breve periodo de consenso. El apoyo del Rey Víctor Manuel III al régimen fascista había dejado herida de muerte a la monarquía italiana al final de la guerra. El 2 de junio de 1946 tuvo lugar un referéndum sobre el futuro de la monarquía donde ganó la república con una amplia mayoría conformada por el voto norteño y popular. No obstante, las sospechas de fraude acompañan hasta hoy esa cita con las urnas. Como resultado de la consulta, se redactó una constitución adoptada en diciembre de 1947 y promulgada en enero de 1948.

Las fuerzas designadas para crear el texto constitucional de la Primera República quisieron plasmar aquí las diferencias políticas entre el norte y el sur del país, así como evitar el ascenso al poder de un gobernante demasiado fuerte que pudiera establecer un régimen personalista como el de Benito Mussolini . Si bien todos los países están divididos por ideología –derecha e izquierda–, Italia lo está además por la gente del norte y del sur. La brecha es enorme y se remonta a antes de la unificación. El intento de crear una carta magna donde quedaran representadas estas sensibilidades dio lugar al exceso de poder de las dos cámaras, la Cámara de los Diputados y el Senado de la República.

«La ballena blanca» contra el comunista

La Guerra Fría obstaculizó la normalización democrática. En 1946, el panorama político dejado tras la dictadura de Mussolini tenía como fuerzas hegemónicas a la Democracia Cristiana (DC) , el Partido Socialista Italiano (PSI) y el Partido Comunista Italiano (PCI) , unos partidos antifascistas que renovaron el «pacto unitario» de la etapa de la resistencia a través de la formación de un gobierno de unidad nacional. Así, en las elecciones de ese mismo año los demócratas cristianos ganaron la mayoría de los votos, a pesar de lo cual facilitaron un gobierno de concentración con el PSI y el PCI, controlando desde la izquierda algunos ministerios. Sin embargo, durante la crisis de mayo de 1947, tanto los comunistas como los socialistas italianos fueron excluidos del gobierno debido a las presiones del presidente de Estados Unidos Harry Truman .

E l PSI y el PCI se unieron para enfrentarse a los democristianos, la fuerza predominante. Esta polarización política se escenificó por primera vez en las elecciones generales de 1948, que fueron monopolizadas por el temor a que los comunistas, financiados por la URSS , llevaran a Italia a un giro radical. Es por ello que EE.UU. desplegó varias estrategias propagandísticas para evitar a toda costa una victoria comunista. En este sentido, la CIA fue acusada de publicar cartas falsificadas con el fin de desacreditar a los líderes del PCI.

Aldo Moro con Giulio Andreotti

Así y todo, la Democracia Cristiana, bajo el liderazgo indiscutible de Alcide De Gasperi , obtuvo una victoria clara con el 48% (su mejor resultado no repetido desde entonces); mientras que el FDP solo recibió el 31% de los votos. Y eso era, exactamente, lo que pretendía EE.UU: un partido de Centro Derecha que taponara el acceso de la izquierda extrema y el retorno de la derecha totalitaria. Durante casi 40 años, la conocida como «ballena blanca» gobernó en el país. En ese tiempo, el DC mantuvo con puño de hierro el control del Parlamento y el Senado, acaparando el voto de la derecha católica y de los conservadoras, que veían en ellos la mejor fórmula de frenar el comunismo.

Aunque el partido gobernante era el mismo, no lo eran en estos años los nombres ni las facciones. Solo dos primeros ministros lograron permanecer más de cinco años consecutivos en el poder : Alcide De Gasperi y Aldo Moro . La culpa de ello la tuvieron las luchas intestinas en el propio partido, que congregaba distintas sensibilidades políticas, dado el tamaño de su poder; y la precaria situación del Poder Ejecutivo en el sistema italiano, donde necesita contar con una mayoría tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado para poder sobrevivir. Pocos políticos de DC conseguieron vivir una legislación entera sin que los visigodos del partido tiraran la puerta.

Amintore Fanfani ostenta el récord de ser el primer ministro más breve de la historia contemporánea de Italia al ocupar el cargo durante apenas 21 días

Mientras Alemania apenas ha tenido 9 cancilleres y 24 gobiernos en el mismo periodo, en Italia han desfilado 65 gobiernos y 41 primeros ministros. Hay quien no ha aguantado ni un mes como Jefe del Gobierno. Amintore Fanfani ostenta el récord de ser el primer ministro más breve de la historia contemporánea de Italia al ocupar el cargo durante apenas 21 días: entre el 18 de enero y el 8 de febrero de 1954.

En este sentido, las dos reformas constitucionales más relevantes han tenido como fin reducir aún más poder al Estado central. Con la ley constitucional número 1 de 1999 se amplió la autonomía estatutaria de las Regiones y con la ley constitucional número 3 de 2001 se incrementaron las materias de competencia legislativa regional, mientras que la competencia del Estado central se redujo a «una serie limitada y taxativa de materias».

El fin de los partidos clásicos

El derrumbe de los dos grandes partidos a finales de los años ochenta alumbró la actual fragmentación política. A raíz de la caída del Muro de Berlín el Partido Comunista entró en una larga crisis de identidad. Sin su némesis, el Partido Democristiana tenía los días contados, sobre todo cuando empezaron a estallar los casos de corrupción acumulados durante 40 años y fue evidente su incapacidad de imponer la Ley en la lucha del Estado contra la Mafia italiana. No en vano, el juez antimafia Falcone fue asesinado en medio precisamente de un vacío de poder en Roma , en mayo de 1992. Las elecciones generales anteriores a esa fecha se tradujeron en una importante pérdida de votos para los democristianos, lo que a la postre sería el principio del fin de su hegemonía .

Silvio Berlusconi durante su primer y breve gobierno de 1994

Sin la ballena blanca, la derecha se fragmentó en muchos partidos y siglas. Incluso un partido tan estridente como la Liga Norte (un movimiento que reivindica la independencia de un país ficticio llamado Padania ) se ha convertido en un aliado solicitado por las fuerzas de derecha. A cada nueva cita con las urnas surgen a toda prisa una ensalada de nuevos partidos de centro-derecha o centro-izquierda que apenas han finalizado las elecciones ya empiezan a separarse.

Si bien la constitución del 48 estaba pensada para mantener la bipolaridad política, la existencia de un abanico de partidos tan grande ha dejado un panorama todavía más ingobernable. Solo el empresario Silvio Berlusconi (primer ministro entre los años 1994-1995, 2001-2006 y 2008-2011), con su partido Dell'utri , ha gozado de cierta continuidad desde la caída de las viejas ideologías.

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