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Marta Villa y Alfredo López

«Podemos cambiar nuestra edad biológica cambiando nuestra alimentación»

Los autores de la Dieta Antiedad nos enseñan que es lo que hay que comer y cómo para retrasar el envejecimiento

CARLOTA FOMINAYA

Marta Villa y Alfredo López forman el tándem perfecto. Ella nutricionista, él, cirujano cardiovascular en activo. Juntos, y después de muchas horas de conversaciones sobre los motivos y las causas del envejecimiento, decidieron un día aunar conocimientos para elaborar la Dieta Antiedad . «Es verdad que la edad cronológica es la que marca nuestra fecha de nacimiento, y no la podemos modificar. Pero podemos modificar nuestra edad biológica, que es aquella que refleja nuestro aspecto exterior, cambiando nuestra alimentación », asegura López. «Marta y yo le dimos muchas vueltas al tema, revisamos todo lo que la sociedad había aprendido en las últimas décadas… vimos el éxito que había tenido nuestro blog y decidimos ponerlo negro sobre blanco en este libro».

-El libro, en contra de lo que pueda parecer, no está enfocado al peso, sino a cuidarse. Ustedes dicen que hay personas de 70 que pueden estar mejor que otras de 60.

-Dice usted que debemos trabajar sobre los modificables. ¿Cuáles son?

-Fundamentalmente hay dos, y los sabemos todos, pero hay que recordarlos. Cómo comemos y cómo nos movemos, dieta y ejercicio. Qué comemos es fácil de modificar y el movimiento o ejercicio también. Después hay factores que son más complejos de modificar, como el estrés , pero que también podemos variar incluso desde la alimentación, ya que una alimentación desequilibrada es una causa de estrés y además hay alimentos que lo disminuyen.

-Cuidarse es una cosa que sabemos todos pero… ¿qué significa para ustedes?

-Cuidarse es proporcionar a nuestro cuerpo lo que le hace falta para el día a día, de forma equilibrada, y aprender a aplicar ese equilibrio a todas las facetas de nuestra vida.

-¿Podemos frenar el proceso de envejecimiento, o realmente lo único que podemos hacer es no acelerarlo?

-Seguro que ha observado que hay personas que parecen más jóvenes de lo que son. Como decíamos, no todo el mundo envejece igual por cuestiones genéticas, pero lo que sí está en nuestras manos es evitar agresiones orientadas hacia nuestro propio envejecimiento .

-Cuando el cuerpo nos pide determinado alimento, ¿hay que escucharlo? ¿Es que necesitamos suplir alguna carencia?

-Depende de lo que pida el cuerpo. Hay que tener en la cabeza lo que es bueno o no. El cuerpo es muy sabio. Pero cuidado. Porque el alimento que nos pide puede estar relacionado con el estrés. Cuando alguien está estresado, el cuerpo libera una hormona que se llama cortisol, que es la hormona del estrés. Es un sistema químico. El cuerpo interpreta que hay estrés, que estamos en una situación de emergencia, y que vamos a necesitar mucho alimento para tener energía y salir del apuro en el que estamos. Piensa «que vienen tiempos malos», y por tanto, acumula grasa «por lo que pudiera pasar» (y engordamos). Busca darse alta energía. Pero lo que está pidiendo no es lo más adecuado quizás (alimentos muy dulces o con mucha grasa). En lugar de una bolsa de patatas fritas o dulces, lo ideal sería tomar unos frutos secos, salmón, un plátano o yogur, que lo que te aportan es salud. Ojo, que eso no significa que haya que prohibir los otros alimentos.

-La gente está cansada de oír hablar de dietas, y al final siempre vuelve a la mediterránea. ¿En qué se basa la dieta antiedad de su libro? ¿Cuáles son las principales diferencias entre las dos?

-La dieta mediterránea es interesantísima, y es muy útil, para nosotros además es casi intuitiva porque se ha venido haciendo históricamente donde vivimos. Entonces, ¿cuál es la diferencia? Lo que nosotros intentamos es aportar a esa dieta son los avances de la Ciencia Moderna.

-¿De qué avances estamos hablando?

-Hay temas en los que se ha ido avanzando. Es el caso de los antioxidantes. Eso es química actual. Son factores que inciden directísimamente en el proceso de envejecimiento y eso no se sabía antes. Hay alimentos que se potencian mucho combinados. Por ejemplo, mezclando proteínas y diferentes hidratos de carbono, se puede conseguir que se absorba menos rápidamente el azúcar . Si cocinas por ejemplo pizza vegetal, obtendrás un índice glucémico menor, porque esa combinación de hidratos y vegetal hace que se absorba mucho menos rápidamente, y además de rico, es un plato barato y estupendo. Mezclar arroz con judías pintas no es dos más dos. El efecto de aprovechar esas proteínas de origen vegetal con el arroz multiplica muchísimo los beneficios. Este tipo de conocimiento es el que ha aportado la ciencia a la dieta mediterránea.

-¿Cuáles deberían ser los añadidos sobre nuestro régimen base? ¿En qué debería cambiar por ejemplo nuestra cesta de la compra y nuestra despensa?

-No hay que variar tanto. Hay que tener frutas, verduras, proteínas (pescado azul por ejemplo), hidratos de carbono, grasas buenas (no trans que se acumulan en nuestras arterias…) A esto podríamos añadir por ejemplo un té verde, frutos secos, un poco de chocolate negro si nos apetece algo dulce… Insisto, no hay que cambiar todo, hay que aprender a comer y a mezclar bien cada tipo de alimento . El aspecto fundamental es el equilibrio. Hay que tomar incluso las grasas, de las que la gente huye en los regímenes exprés. En ese aspecto es fundamental distinguir dietas milagro, en las que excluyen las grasas, o bien todo son proteínas... Eso es desequilibrio, y la salud es equilibrio. Por tanto perder el equilibrio es perder la salud.

-En este sentido, ¿qué opina de la dieta vegetariana?

-He conocido a muchos vegetarianos, y he hablado con ellos de los motivos que les llevaron a ello. Para mantener el equilibrio, lo más sencillo es comer de todo, saludablemente. El equilibrio en una dieta vegetariana es posible pero es difícil, porque para suplir las carencias hay que hacer combinaciones complejas de alimentos. Aunque si hay una cosa buena de los vegetarianos es que muchas veces suplen esas carencias con un mayor interés por hacer una dieta saludable. Creemos que es más fácil y más eficaz un equilibrio menos forzado .

-Por otra parte, sabemos que hay alimentos que nos perjudican y que nos hacen envejecer más rápidamente. ¿Puede recordárnoslos?

-Las grasas saturadas, las trans, hidratos de carbono refinados, los platos elaborados, los aditivos complementarios, alimentos de calorías vacías, la bollería industrial, los caramelos… y por supuesto la comida basura, las frituras y los ahumados, la sal, refrescos y bebidas azucaradas y bebidas alcohólicas…

-De toda esa lista quizás lo que más llama la atención son los ahumados… ¿Por qué no son tan buenos como parecía?

-Cuando se realiza el proceso de ahumado, se generan una serie de sustancias (toxinas) en los alimentos que acumulamos en nuestro organismo. Es por eso que la O.M.S. ha desaconsejado recientemente el consumo de este tipo de productos.

-¿Qué quieren decir cuando hablan del «mito de las vitaminas»? El oncólogo de Steve Jobs decía en sus publicaciones que no había que tomarlas sino tirarlas todas a la basura.

-Un suplemento tiene sentido cuando te falta algo, si existe por ejemplo un problema digestivo. Pero al que está bien alimentado nunca le van a faltar vitaminas. Aunque demonizarlas tampoco. Para la población sana lo ideal es comer bien y es más fácil de lo que parece. En el libro detallamos con detalle ese y otros mitos: las vitaminas no quitan el cansancio, no engordan, no aumentan el apetito, etc.

-El otro aspecto modificable era el ejercicio. ¿Cuál es como cardiólogo su recomendación en este aspecto?

-Cada persona es distinta. La generalidad habla de tres veces por semana de ejercicio aeróbico, pero esto no vale igual para la señora de 81 años que para el chaval de 18. El ejercicio hay que adaptarlo a cada persona. Lo que sí está claro es que todos los estudios hablan del sedentarismo como un factor de riesgo al mismo nivel que el tabaquismo . Pasaría un poco por el mismo enfoque que la alimentación. Ni poco ni mucho. El que hace ejercicio como un loco tampoco está buscando la salud. El equilibrio necesita de una cierta flexibilidad. Y también, como la comida, de un equilibrio. No pasa nada porque un día coma algo que no es lo más idóneo o me mueva más o menos de la cuenta. Hay que huir de las rigideces, no son buenas.

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