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Isabel Mª Vizcaíno, la profesora que no manda deberes

Asegura que la escuela española debe cambiar, pero la buena notica es que está cambiando y lo hace porque no nos queda más remedio

Laura Peraita

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Isabel María Vizcaíno es maestra de Educación Infantil y Primaria desde hace 23 años en escuelas públicas de la Comunidad Foral de Navarra y de la Comunidad de Madrid. Es autora de la «Guía fácil para programar en Educación Infantil (0-6 años) : Trabajar por proyectos» , así como de «Hablemos de Educación Infantil» y de múltiples artículos relacionados con la didáctica de Educación Infantil y el Aprendizaje Basado en Proyectos.

Actualmente trabaja en el CEIP Manuel Núñez de Arenas , un colegio que apuesta por la innovación educativa. Su postura es muy clara respecto a los deberes: «nunca los mando».

–¿De qué forma se valora en su centro que no mande deberes a los estudiantes?

–Es un acuerdo del equipo docente. Desde hace siete años estamos incorporando nuevas metodologías muy activas que hacen a los niños y niñas partícipes de sus propios aprendizajes centrándonos en sus intereses e inquietudes para trabajar los contenidos curriculares que nos manda la LOMCE.

¿Qué supone no mandar tareas para casa?

–Que los niños tengan tiempos para ellos mismos. ¿Qué le parecería a cualquier padre si después de trabajar tuviera que dedicar todos los días tres horas más a su trabajo y por obligación? También supone que los miembros de las familias puedan hacer cosas juntos, que los niños y niñas dediquen su tiempo a eso que les interesa, a leer, dibujar, jugar con amigos, buscar aventuras.

–¿Cree que dificulta el aprendizaje?

–No lo creo, lo que dificulta el aprendizaje son los aburridos deberes que llegan a las casas, deberes totalmente descontextualizados con la realidad de los niños y niñas del siglo XXI, deberes obsoletos, que no interesan absolutamente a nadie.

–¿Por que considera que no son necesarios?

–Porque todo es aprendizaje en esta vida. Nunca dejamos de aprender, lo que ocurre es que sólo aprendemos aquello que nos gusta, que nos interesa, que nos hace crecer, aquello que nos encanta o, como dice Juanjo Vergara en su libro «Aprendo porque quiero» sólo se aprende lo que emociona. Si no hay emoción no hay aprendizaje. Y aseguro que copiar el enunciado de un problema no emociona a nadie, repetir lo que hemos hecho en clase no emociona y memorizar algo, que ni siquiera comprenden para después vomitarlo frente a un cuestionario, tampoco emociona a nadie.

–¿Utiliza alguna alternativa a los deberes?

–Sí, un rincón de laboratorio donde utilizamos los mililítros desde primero de Primaria; un rincón de conocemos el medio donde los niños y niñas tienen que limpiar a sus mascotas, un ave y un reptil al que cuidar y mimar; un huerto dónde cuidar y observar el crecimiento de las plantas; un rincón del supermercado dónde los niños aprenden a sumar con decimales gracias al uso de las monedas; un rincón llamado pasa palabra dónde aprendemos gramática y ortografía a partir del juego...

Además de todo esto invito a las familias a leer un cuento cada noche, a ir de excursión con sus hijos e hijas, que observen la naturaleza y les explique lo que ocurre, a ir al cine, al teatro y que comenten lo sucedido.

Ayudé a Eva Bailen a desarrollar una gran lista de actividades para su libro, actividades alternativas a los deberes actuales que ayudan a los alumnos a trabajar las competencias, a ser competentes y sobre todo cuidados creativos y críticos con aquello que nos rodea.

–Si los resultados finales sin necesidad de deberes son buenos, ¿no cree que son necesarias medidas para dar a conocer este tipo de iniciativas alternativas?

–Pienso que es necesario que nos mentalicemos todos, maestros y familias dirigentes políticos y editoriales, el mundo ha cambiado, el mundo está en constante cambio y por ese motivo la escuela debe cambiar. La escuela española debe cambiar, pero la buena noticia es que está cambiando y lo hace porque no nos queda más remedio. Los resultados lo demuestran: la carga de deberes no mejoran los resultados. ¿Entonces? ¿Por qué y para qué se mandan? No tiene sentido.

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