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Niños malcriados

Los errores más comunes que cometes a diario en la educación de tu hijo

Pautas básicas para apuntalar una crianza alejada de niños caprichosos, con mal carácter e incapaces de gestionar sus emociones o tomar decisiones

Rossel Aparicio (Diario Sur)

La educación de un niño no es tarea fácil. No traen manual de instrucciones al nacer ni existe una solución mágica para resolver sus rabietas, sus terrores nocturnos o corregir su mal comportamiento a diario. Sin embargo, afortudamente, sí que existen unas pautas básica s que podemos seguir para apuntalar una crianza alejada de niños caprichosos , con mal carácter e incapaces de gestionar sus emociones o tomar decisiones propias.

Todo depende de la constancia de los padres y de su tesón en proporcionarles las herramientas necesarias para que, con el tiempo, sepan comportarse como deseamos los adultos en todo tipo de situaciones. ¿La primera regla de oro? Elisa López, especialista malagueña en Psicología infantil, no lo duda ni por un segundo: «Hay que ponerles límite s y explicarles, las veces que sean necesarias -aunque resulte cansado para los padres-, lo que esperamos de ellos en cada situación», remarca.

«No podemos esperar que se autorregulen solos, somos los padres los que tenemos que proporcionarles las pautas adecuadas para que ellos las aprendan y eso sólo se consigue usando normas », sentencia. Con el asesoramiento de esta especialista elaboramos un decálogo de los errores más frecuentes que cometen muchos padres a diario en la educación de sus hijos y que, aunque no queramos reconocerlo, fomentan que los niños repitan una y otra vez aquellos comportamientos o aptitudes inapropiadas a los ojos de sus sufridos progenitores.

«Si solventas una rabieta -indica a modo de ejemplo- comprándole al niño una chuchería para que deje de llorar, el niño aprende que esa es la fórmula para conseguir lo que quiere. En ningún caso le enseñas a comportarse de cara a la próxima vez y precisamente en eso deberíamos centrar nuestros esfuerzos». ¡Toma nota!

1. No poner límites claros

En opinión de López, esta regla debería grabarse a fuego para educar siempre acorde a una serie de normas adoptadas y consensuadas por los padres en casa. «Desde pequeños necesitan saber dónde están los límites , sin normas no tiene sentido. No podemos esperar de ellos un determinado comportamiento sin unas normas básicas», indica López. Pero ojo, tampoco es necesario posicionarse en el extremo opuesto y vivir en una auténtica dictatura doméstica. Se trata de buscar un punto intermedio entre la falta absoluta de normas que muchos predican, supuestamente por el bien del niño, y el exceso de férreos patrones. «Ahí es donde entra en juego la labor de los padres en función de las necesidades o el carácter del niño porque, todas las reglas no van a servir igual para todos los pequeños», indica.

[Siga leyendo las otras pautas en Diario Sur ]

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