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Educación

«Dream Up»: Un trampolín para orientar el rumbo de los jóvenes

Este programa se basa en el cine para estimular a chicos de 7 a 17 años en situación de desventaja

Imagen de la clausura en la que los participantes del programa expusieron sus cortometrajes en un a sala de cine de Madrid Maya Balanya
Laura Peraita

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«Dream Up» es un programa de la Fundación BNP Paribas que se ha convertido en el buque insignia de su labor social desde que comenzara hace ya cinco años. Actualmente está presente en 26 países de los cinco continentes y han pasado por él 30.000 jóvenes de todo el mundo.

En España, la Asociación Cultural Norte Joven y la entidad Pinardi-Las Naves han sido las  organizaciones seleccionadas para promover esta iniciativa que se enmarca dentro del Programa I+I , un servicio de atención integral a niños y adolescentes en situación de riesgo social que está promovido por la Dirección General de la Familia y el Menor de la Consejería de Políticas Sociales y Familia de la Comunidad de Madrid.

Christian, 10 años, asegura que le ha encantado hacer cortometrajes «pero he tenido que aprender a tener paciencia para ver el resultado final de todo el trabajo realizado. De mayor quiero ser actor»

El objetivo del programa, que comenzó el pasado septiembre de 2016, es promover la integración a través del desarrollo personal de los participantes

Acaba de clausurarse con gran éxito su segunda edición en la que han participado casi 60 chicos y chicas. El objetivo del programa, que comenzó el pasado septiembre de 2016, es promover la integración a través del desarrollo personal de los participantes utilizando el cine como herramienta de sensibilización, educación y transmisión de conocimientos. A través de talleres teóricos y prácticos han aprendido a crear sus propios cortometrajes. «La finalidad última –explica Mariam Pérez-Camino, directora de Comunicación y RSC de BNP Paribas– es darles la oportunidad de que sepan desarrollar habilidades y trabajar competencias como la empatía, la responsabilidad, la educación en valores , al tiempo que se despierta en ellos el interés por este ámbito profesional».

Cristina Verdugo , educadora de Norte Joven , explica que el acierto está «en que se trabaja de forma individualizada con cada uno de los participantes en diversas áreas: educativa, salud, desarrollo personal, social, ocio y tiempo libre... », lo que les ayuda en gran medida porque muchos de ellos tienen un perfil de fracaso escolar, con situaciones familiares complicadas y en las que carecen de modelos de referencia a los que imitar. «El verdadero éxito –matiza– es que al finalizar el proyecto no nos necesiten».

El valor del orgullo

Explica que, aunque lo habitual es que no terminen la ESO , lo importante es que con este programa adquieren hábitos y rutinas, aprenden a aceptar normas y límites , a trabajar en equipo y por objetivos, a saber tener paciencia para ver resultados, a ser tolerantes, a adquirir responsabilidades dentro del equipo y respetar a los demás, a aceptar lo que supone ganar, pero también perder... En definitiva, les estimula para encontrar un sentido a lo que hacen y dar un rumbo a su vida. « La mayoría nos confiesa que en vez de abandonar sus estudios se declinará por seguir formándose y matricularse en FP. Es un logro muy importante».

Esta educadora recuerda que el día de la clausura, en el que expusieron en la pantalla de un cine sus creaciones, todos se sintieron orgullosos por ver la recompensa de su esfuerzo . «Fue un muy emotivo que, además, sus familiares valoraran la capacidad de sus hijos cuando descubren nuevas realidades diferentes a las suyas».

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