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Día mundial del Alzheimer

«Todas las tardes tengo una cita con mi mujer en la residencia»

De lunes a viernes, sin falta, Carlos acude puntual a visitar a su esposa enferma de Alzheimer

«Todas las tardes tengo una cita con mi mujer en la residencia» JOSÉ RAMÓN LADRA

carlota fominaya

Cada día, puntual, Carlos acude a su cita con Margarita. Para ello tiene que comer pronto, y hacer los 30 kilómetros que separan Moratalaz de San Sebastián de las Reyes (Madrid). Es la distancia que separa su hogar de toda la vida con la residencia Adavir La Marina que tiene concertada con la Comunidad de Madrid, y donde está ingresada su mujer , enferma de Alzheimer desde hace ocho años. « Vengo todas las tardes a sacarla a dar un paseo , o a tomar un café por aquí cerca. También suelo traerle plátanos, que le encantan», cuenta al lado de la mujer ausente con la que ha compartido toda una vida. Los sábados se la lleva a comer a casa, y por la tarde visitan a los nietos. Ni esta cruel enfermedad , que según la Sociedad Española de Neurología (SEN) afecta a unas 600.000 personas en España, les separa.

Llevan 54 años casados, desde que se conocieran allá por los años cincuenta en una empresa de publicidad de la calle Arenal, muy próxima a la Puerta del Sol. Ella estaba en facturación, y él en contabilidad. Tuvieron un noviazgo de los de toda la vida, «largo larguísimo, de los de 7 u 8 años, hasta que un día de pronto decidimos pasar por la vicaría», relata Carlos. También optaron porque ella dejara de trabajar, y se dedicara a sus hijos, mellizos, mientras que él sería el que trajera el sustento a casa.

Fueron años muy duros para esta familia. «Como no nos llegaba, tuve que trabajar de todo. Por las mañanas hacía facturas en el Mercado de Legazpi, y por las tardes noches estaba en el taxi. sin duda esos años me dieron la carrera de Psicología por la "Universidad de la Vida"», asegura. «A mis hijos, verdaderamente, no les he visto crecer, porque no he parado de trabajar para que no faltara dinero en casa desde que con 13 años estuve de ascensorista en el Sanatorio Ruber de Juan Bravo. También es verdad que ella ha estado siempre sola cuidando de los niños. Ahora me toca a mí cuidarla a ella », dice como disculpándose.

Síntomas del Alzheimer

Los síntomas del Alzheimer en esta mujer aparecieron más o menos hace 8 años. Un buen día la gabardina buena que tenía Carlos se fue a una tintorería del barrio para no volver nunca más al armario. «No se acordaba dónde la había llevado. También perdía siempre las llaves, y al final, se empezó a perder en casa», relata Carlos. En realidad, se dieron cuenta relativamente pronto. Cuando el paciente empieza a presentar los primeros síntomas clínicos, principalmente pérdida de memoria, la enfermedad lleva ya instalad años en el cerebro de esa persona. Esto hace que las primeras fases del Alzheimer suelan pasar desapercibidas . «Lo que ocurre es que hasta que el enfermo no presenta una disfunción o pérdida neuronal que el sujeto no puede compensar no se suele acudir a la consulta del médico», explica la doctora Sagrario Manzano, coordinadora del grupo de Estudio de Conducta y Demencias de la Sociedad Española de Neurología (SEN) . En nuestro país, prosigue Manzano, «aún existe una proporción muy importante de demencias no diagnosticadas , especialmente en las fases más leves, debido a una falta de concienciación en la población en general y a una escasa planificación sanitaria».

Margarita estuvo tres años yendo a un centro de día en el barrio, hasta que la situación en casa para este cuidador se hizo insostenible. «Estaba sobrecargado, incluso me llegaron a recomendar que espaciara las visitas a días alternos», recuerda Carlos. Recordemos que en el 80% de los casos, los responsables del cuidado del paciente suelen ser los familiare s y, puesto que un paciente con Alzheimer necesita, de media, unas 70 horas semanales de cuidados, se calcula que un 75% de los familiares al cuidado de este tipo de enfermos sufre estrés y un 50% depresión .

La entrega de este hombre es tal, que a día de hoy este hombre no falta tampoco a una cita con los especialistas que necesita su mujer. Cardiólogo, neurólogo, fisio... «Es una delicia verle, está super implicado con todos los médicos» , asegura Diana, la trabajadora social del centro, especializada en dependencia . La pareja se encuentra ahora a la espera de un cambio de residencia que les permita volver a residir bajo el mismo techo. «Si Dios quiere, nos darán una plaza en el centro Albertia, y podré dejar de conducir. Estaremos como en casa, pero bajo la supervisión y atención de los profesionales adecuados. Nos haría mucha ilusión».

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