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Psicología

Hasta dónde puede llegar la venganza hacia una ex pareja

Alberto Isla y Techi, el ex de chabelita y la ex de Kiko rivera, se casan. ¿Por amor?... ¿O por venganza?

Hasta dónde puede llegar la venganza hacia una ex pareja

c. fominaya

Alberto Isla y Techi, el ex de chabelita y la ex de Kiko rivera, se casan . La decisión de estos excuñados de dar un paso al frente y caminar al altar es por amor... ¿o desamor?. ¿Hasta dónde podemos llegar por venganza hacia nuestras ex parejas? Para Ciara Molina, psicóloga y fundadora de Psicóloga Emociona l, antes de ver lo que somos capaces de hacer por despecho, debemos entender bien su definición. «Desde un punto de vista psicológico hablaremos de despecho cuando tenemos una respuesta emocional intensa como consecuencia de un resentimiento ante lo que consideramos un desengaño, un menosprecio o una ofensa», explica. Dicho esto... ¿que es capaz de hacer el ser humano por despecho? Pues dependerá en gran parte de nuestra personalidad. «Aquellas personas que tengan una madurez emocional elevada, el despecho lo trascenderán sin más sacando de él una enseñanza respecto a sí mismos y su relación con los demás. Ahora bien, aquellos que tienden a desbordarse con facilidad, que presentan dificultades en la comunicación y que ponen el foco de atención en el otro y no en ellos mismos, lo más probable es que incurran en algunas conductas de autocastigo, de apatía, autoengaño, o de tratar de devolver el dolor a la persona que despertó en nosotros esa frustación y malestar emocional».

A mayor valoración del daño, dependiendo de nuestra personalidad, más intensa será esa respuesta emocional. Generalmente suelen sucederse, en un principio, sentimientos de rabia e ira, llegando al odio cuando la persona tiene una falta de control de su gestión emocional. Quien llega a ese punto… ¿qué quiere conseguir? «Si entendemos que el despecho será gestionado de una manera negativa, llegará a este punto aquel que no tenga control sobre sus propias emociones», asegura Molina . «Personas que dan más importancia a las acciones de los otros que a la valoración de ellas mismas y las decisiones que toman. Generalmente son personas inseguras que crean relaciones de dependencia con los demás y cuando se dan cuenta de que la otra persona no les da lo que necesitan se sienten mal por ello, porque no es lo que esperaban. Se crean muchas expectativas y por lo general eso siempre acaba acumulando frustraciones».

Para la experta de Psicóloga Emocional , «aunque se incurra en la idea de que con el despecho puedo atraer la atención de la otra persona haciéndole ver lo mucho que me importa por el dolor que me produce, esto en realidad lo único que hará es alejarla mucho más (lo que pasa por ejemplo cuando se sienten celos). Pero como emoción intensa en el momento que la experimentamos es difícil manejarla, debemos esperar a calmarnos y posteriormente valorar por qué nos sentimos así, qué es lo que este dolor me está queriendo decir? Esa sería la pregunta que nos debemos responder de una manera objetiva», sugiere.

Perfiles más vengadores que otros

Pero lo que ocurre generalmente cuando nos sentimos atacados es que, de un modo instintivo, prosigue esta psicóloga, «tendemos a protegernos y atacar para sentirnos a salvo. Y esto puede llevarse a cabo de las maneras más variopintas». Algo así es lo que pasa con el despecho: «primero reacciono tensándome y trato de protegerme de ese dolor haciendo creer que soy más fuerte y esto no va a poder conmigo. Pero en realidad, lo que suele pasar es que es una careta, un escudo, porque por dentro se sienten realmente desprotegidos. El modo de protegernos dependerá de nuestra forma de ser y la capacidad o no capacidad de afrontar los miedos y los cambios que la vida nos presenta», resume Molina. «Yo en consulta he visto todo tipo de casos —apunta la psicóloga especialista en pareja Silvia Congost —. Hasta aquellos que, tras descubrir conversaciones de whatsapp de la pareja con un tercero, las han impreso y las han colgado por todas las tiendas del pueblo para que todo el mundo lo leyera», relata.

Lo que parece existir es un perfil de las personas más proclives a la venganza. «Los que tienen este tipo de actitudes tan irracionales, son personas siempre inseguras, obsesivas, manipuladoras y controladoras. Personas que incluso aunque hayan sido ellas infieles antes, si descubren lo mismo de su pareja lo van a ver completamente diferente», apunta Congost . «Las personas vengativas suelen presentar dos actitudes claras: el autoritarismo y la dominancia social. Es decir, guarda relación con la sensación de mantener el poder y protegerse de futuras ofensas. Pero la emoción que desencadena el proceso no tiene porqué ser la misma, ya que no todos consideramos una ofensa la misma situación. Mientras que una persona despechada puede utilizar la ira como mecanismo de descarga en su proceso de venganza, una persona que haya sentido una vergüenza pública también puede convertirse en vengativa y llegar al punto de seducir y casarse con su ex cuñado. Por tanto, emociones tan contrarias como la ira y la vergüenza pueden desencadenar el mismo proceso», matiza Molina.

En general, concluye esta última, cuando le preguntas a alguien porqué desea vengarse, la respuesta suele ser siempre la misma: necesito darle una salida emocional a este rencor que siento. «Piensan que si devuelven con la misma moneda el dolor se sentirán liberados, pero lo que suele suceder es justamente lo contrario. Está demostrado que aquellas personas que dejan de lado la venganza, se sienten mejor que los que la llevan a cabo, porque los primeros restan importancia a lo sucedido, logrando seguir con sus vidas, mientras que los segundos, dilatan el malestar en el tiempo al permanecer la herida abierta hasta que no resuelvan su malestar. Por tanto, consejo: siempre es mejor el perdón que el rencor, lo que no quiere decir que aceptes lo que ha pasado, simplemente asumir que no lo puedes cambiar pero sí construir un presente más armonioso».

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