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Familia

El mejor ocio para la discapacidad intelectual

La Fundación Ampao desarrolla actividades que ayudan a mejorar el desarrollo personal de estas personas

El mejor ocio para la discapacidad intelectual Belén Díaz

laura peraita

Las familias con hijos con discapacidad intelectual lo saben muy bien. Contar con opciones de ocio para ellos es complicado. Muy complicado. Conocedores de esta realidad y de iniciativas llevadas a cabo con gran éxito en otros países, un grupo de padres decidió crear la Fundación Ampao para promover una oferta de ocio de calidad. «El ocio es el 50% del desarrollo intelectual para una persona con discapacidad intelectual —asegura Patricia Vidal-Ribas , presidenta del patronato de la Fundación Ampao—. Organizamos un ocio prioritariamente no consumista con un programa de actividades que favorece su autonomía, independencia, toma de decisiones, compañerismo , responsabilidad, comunicación, etc. Sin que apenas se den cuenta trabajamos con ellos herramientas muy útiles para su vida como son la dignidad, el respeto o la tolerancia a la frustración, entre otras».

Aunque no es el objetivo primordial, las actividades de tiempo libre suponen también un «respiro» para las familias , puesto que la programación se realiza durante cuatro horas los sábados y domingos por la tarde, un día entero dos veces al trimestre, salidas de un fin de semana completo en primavera y vacaciones de verano de doce días a un destino turístico de playa.

Durante los fines de semana, los participantes acuden a un punto de encuentro previamente fijado. Allí se despiden de sus familiares y se quedan al cargo de los voluntarios de Ampao. Ellos, uno por cada tres discapacitados intelectuales, les atienden en todo momento y les tratan de igual a igual, mientras acuden a museos, al teatro, a parques culturales... En ocasiones también van al cine o a la bolera.

Belén Rodríguez-Carmona , técnica coordinadora de la fundación, asegura que todos los participantes acuden muy contentos y se sienten «importantes» porque van solos, sin sus familias, o porque son responsables de sus pertenencias. «Se portan de maravilla en cada actividad, pero reconoce que se enfrentan a un problema porque « deben demostrar mucho más que las personas sin discapacidad cuando salen a la calle».

Carolina Ros, coordinadora de ocio y voluntariado, explica que los voluntarios son, por lo general, universitarios que quieren aportar su buen hacer a la sociedad y sentirse útiles. «Les damos una pequeña formación para que sepan aplicar en cada momento las herramientas y valores que tratamos de inculcar en el desarrollo personal de los participantes durante las jornadas de ocio».

Patricia Vidal-Ribas añade que, de momento, están desarrollando su actividad en la zona norte de Madrid, pero «estamos trabajando muy duro para que todas las familias de la comunidad madrileña e, incluso en un futuro, de toda España puedan acceder a este servicio que tanto bien hace en el intento de "normalizar" la discapacidad intelectual».

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