Un político ruso tilda de «traidora» a su representante en Eurovisión por dar un beso a Conchita Wurst

Quedar en segunda posición con el récord de puntos para su país ( 303 en la gran final, sólo 62 menos que el ganador ) y hacer una impecable actuación no han sido méritos suficientes para que Rusia alabe el paso de Polina Gagarina por el festival de Eurovisión. Todo queda en un segundo plano cuando se habla de la buena química que su representante mantuvo con Conchita Wurst, la «mujer barbuda» ganadora del certamen en la edición anterior y co-presentadora en la gala celebrada este año en Viena. Al menos es lo que considera el político Vitaly Milonov, uno de los más influyentes y controvertidos del país, que ha llegado a acusar a la cantante de «traidora».

Todo se debe a un vídeo que la propia Gagarina subió a Instagram donde se ve charlando animádamente con Conchita Wurst en la «Green room» durante uno de los ensayos. En esa grabación de quince segundos ambas se despiden con un beso. La representante rusa acompañó el vídeo con un comentario donde pedía a sus seguidores que fueras respetuosos con la austriaca ya que se trata de «una artista impresionante». Además, durante la semana del concurso, Gagarina evitó respaldar las leyes homófobas que el presidente Putin ha sacado adelante y recordó que su tema, «A million voices», ensalza el amor y el respeto.

Milonov ha aprovechado esta situación para asegurar que Gagarina ha hecho propaganda «de los valores sodomitas centroeuropeos» y le ha recordado que en Eurovisión representaba a la televisión de su país, lugar donde «los valores cristianos no se encuentran entre sus prioridades». «Gagarina se encontraba besando a un pervertido con barba, vestido con ropa de mujer. ¿Por qué Polina, una mujer casada, besa a otro hombre? ¿Dónde está el fuste de besar a un enfermo mental? Sin duda, su propósito era quedar bien con Europa, donde es una condición indispensable para ganar este tipo de concursos meterse en la euromierda lo más hondo posible, chupándole el cerebro a miles de adolescentes», afirma Milonoy. «Ha traicionado a Rusia por un par de alfombras rojas, un par de premios y seguro que alguna cosa más».

Las controvertidas leyes de Putin contra la «propaganda homosexual» o el conflicto con los ucranianos por la región de Crimea han puesto a Rusia en el ojo del huracán. Los fans del festival han dedicado a sus dos últimas participaciones sonoros abucheos y han mostrado en sus actuaciones la bandera arcoíris, emblema del mundo gay, como símbolo de protesta contra las políticas homófobas de su presidente.

Polina Gagarina lideró durante buena parte de esta edición las votaciones para ser la ganadora del festival. En el ecuador de los votos, manteniendo todavía la primera posición, la pitada en el Stadthalle de Viena era histórica. En ese momento, Conchita Wurst, sentada al lado de la cantante rusa, pidió al público respeto y un fuerte aplauso para la concursante. Finalmente, el sueco Måns Zelmerlöw obtuvo el triunfo y Gagarina tuvo que conformarse con la medalla de plata, un resultado que los eurofans recibieron con vítores.