Gisele Bündchen: «Mi cuerpo me pidió que parara»

Gisele Bündchen, una de las modelos más famosas y mejor pagadas del mundo, se despedirá esta semana de las pasarelas cerrando así dos décadas de carrera; lo hará en el mismo escenario que la lanzó a la fama, la São Paulo Fashion Week (SPFW). Entre los motivos de su «jubilación» a los 34 años (aunque ella aclara que solo deja las pasarelas) figura la familia que creó con el jugador de fútbol americano Tom Brady -con quien tiene dos hijos pequeños-, nuevos proyectos y lo que ella define como el fin de un ciclo.

«Mis primeros desfiles como profesional fueron en Brasil, en el antiguo Morumbi Fashion (primer nombre de la SPFW). Me pareció perfecto hacer mi último desfile en mi país, dónde todo comenzó», explicó la modelo en una entrevista telefónica al diario «Folha» de São Paulo, que cortó abruptamente para llevar a su hijo al colegio.

La modelo, que reinventó el patrón estético de los años 90, con curvas y como un símbolo de mujer flaca pero saludable, dice que también sintió algunas señales de su cuerpo y que está animada con el proyecto de ley francés que obligará a las agencias a contratar modelos con un IMC (índice de masa corporal) ideal. «Aprendí a sentir mi cuerpo. Éste me dice automáticamente si lo que hago vale la pena, y me pidió parar. Yo respeto mi cuerpo, es un privilegio poder parar», cuenta la modelo, que en los últimos doce años ganó más de 400 millones de euros, según Forbes.

Por ello la brasileña piensa en dejar las pasarelas, pero no en jubilarse totalmente. «No es una jubilación, porque voy a seguir trabajando, únicamente no desfilaré», explica, aunque lo asegura con la boca pequeña. «Estoy en este negocio desde hace veinte años y ahora quiero crear espacio para enfocarme en otros proyectos y también estar más con mi familia», comenta. Gisele Bündchen tiene dos hijos con Brady, estrella de los New England Patriots, y uno de los atletas más reconocidos de EE.UU.: Benjamin, de seis años, y Vivian Lake, de tres, además de un hijastro de ocho, que pasa temporadas con la familia en la mansión en que viven en Boston.

«Independientemente del área en que actue en el futuro, me veo trabajando toda mi vida. Siempre estoy abierta a las oportunidades que aparecen, voy dejando la vida fluir», dice la modelo, que no se siente cansada, sino más bien realizada con su paso por los desfiles en semanas de moda. «La pasarela fue el inicio de un ciclo, donde comencé a los catorce. Y ahora llega el final. No hay nada en el mundo de los desfiles que me pueda aportar más», explica sobre el último desfile en São Paulo, en el que le acompañarán parientes y amigos.

«Me siento satisfecha de cerrar ese ciclo así. No veo cómo desfilar más como lo hacía. Si tu vaso está repleto, ¿cómo vas a llenarlo más? Ahora estoy vaciando mi vaso para poder llenarlo con otras propuestas que tengo», afirma, sin entrar en más detalles. «Tengo muchos proyectos y muchos sueños, y creo que para conseguir cualquier cosa en la vida es necesario foco y determinación», dice la modelo, que además de jugosos contratos publicitarios tiene actividades filantrópicas y diversas campañas sociales que apoya en Brasil y por el mundo. «Los sueños no los contamos, trabajamos para concretarlos», despista.

Nacida en una familia modesta de descendientes alemanes en Horizontina, un pequeño municipio de Rio Grande do Sul (un estado que es una cuna de modelos), Bündchen es activista y apoya campañas por la protección de la Amazonía, del agua y del Medio Ambiente, por las víctimas de Sida en África, además de ser embajadora de la Buena Voluntad de la ONU. Por otro lado, la imagen de la modelo rinde tan buenos negocios a marcas internaciones que el economista estadounidense Fred Fuld, creó un Gisele Bündchen Stock Index, inspirado en los índices de bolsas de valores para mostrar el valor de las compañías que asocian sus campañas a ella, una de las cinco empresarias más poderosas de Brasil.