Teresa Helbig, siempre impecable

La colección se divide en dos -una más teatral y otra más pop- y toma como punto de partida la pintura y esa sala 12 del Museo del Prado. A partir de ella y sus cuadros, la diseñadora se sumerge en un juego divertido con el que huye de la formalidad y toma como señas de identidad los largos midi y maxi. Esta es una de las novedades que ha introducido, ese tipo de largo con el que la diseñadora ha salido de lo que ella misma llama su «zona de confort» y con el que no pretende crear prendas aburridas, sino que transmitan buen gusto.

En esta ocasión hay cuero, lana combinada con napa, tiras de tercipelo sobre tul, seda, blusas de angora con galones de metal -espectaculares- y unos deslumbrantes bordados de azabache que se combinan con los cuatro colores principales: blanco, negro, el verde verona tan adorado por Helbig y el amarillo Goya. Éste, lejos de desentonar entre tanta armonía, se convierte en el complemento perfecto a una colección que, una vez más, deslumbra.

Especial mención merece el calzado elegido, realizados en colaboración con Serena Whitehaven: un botín pointy tobillero con solapa drapeada en piel de ante negro anudada sobre el botín glitter, también negro.