El «trile», la señorita Rottenmeier y el despacho de Roma

«¿Dónde está la bolita?». Tres cubiletes, una caja de cartón por mesa y una bolita dan mucho juego a los trileros. Rápidamente, casi sin sentido, se mueven los cubiletes de un lado a otro, ante un atónito estafado en potencia. Adivinar el lugar en el que se encierra la bolita se convierte en un juego imposible. Algo así hacen en las grandes empresas cuando se planifica uno –o varios– despidos importantes. Es lo que ha ocurrido al elegir nuevo director creativo para Gucci y, también, lo que ocurrió para nombrar al nuevo CEO de la casa.

Alessandro Michele (42 años) recién nombrado director creativo de la marca, estuvo varios años trabajando a la sombra de Frida Giannini (42). Cuando se anticipó el posible despido de Giannini, le ofrecieron un puesto temporal sin sentido: el de director creativo de Richard Ginori, una marca de porcelana adquirida por Kering hace un año y medio, sin ningún interés ni nexo con el perfil de Michele. Pero excusa suficiente para alejarlo de Frida y hacer que la transición tuviera menos de confrontación y más de sucesión. Algo parecido ocurrió con Marco Bizzarri (52), al que se ascendió de Bottega Veneta a gestor de las marcas de moda y accesorios del grupo, exceptuando a Gucci. Meses después, dio el salto hacia Gucci para sustituir a un cesado Patrizio di Marco, el antiguo CEO.

El rápido anuncio de Alessandro Michele como sucesor de Frida Giannini, esta semana, ha sido una manera de avanzar sin perder más tiempo, ya que las colecciones que se presentan ahora estarán a la venta a partir de agosto y supondrán los ingresos hasta final de 2015. No se puede tirar por la borda un año entero en el cíclico sector de la moda. Ya el otro día, en el desfile de Gucci para hombre, tuvieron tiempo de modificar toda la colección que se presentaba. El resultado, eso sí, era excesivamente afeminado y no siempre favorecedor: los modelos circulaban por la pasarela con tops de guipur rojo con transparencias o con camisas de seda, lazada al cuello y rebequita de anciana, un cruce entre Carmen de Bizet, la señorita Rottenmeier y Kurt Cobain. O una versión de «la vieja’l visillo» en sus años «mozos». No se trata de piezas muy comerciales, porque incluso el más atrevido y femenino de los clientes desea ir favorecido. Pero imaginamos que tras los aburridos años de Frida, la consigna es que Gucci necesita «hacer ruido» de nuevo.

El 25 de febrero tendrá lugar el primer desfile de Gucci-mujer por Alessandro Michele y todos los ojos estarán puestos en el resultado. Michele tendrá la suerte de heredar el mega despacho de Frida Giannini en Roma, algo que como romano le parecerá un regalo de dioses. Cuando entró en Gucci, en 2002, formaba parte de una enorme caterva de dibujantes a la sombra de los jefes de creatividad en Milán. De allí pasaron al despacho creativo en la Piazza della Signoria, un edificio florentino de 700 años que actualmente alberga el Museo Gucci . No fue hasta 2011 que comenzó a ocupar un cargo de apoyo junto aFrida, ya instalados ambos en su Roma natal.

Ahora la tarea consiste en reanimar la marca dándole un estilo más actual. ¿No será que crear piezas muy comerciales –como hacía Frida–, paradójicamente no vende? Ella dejó de dar golpes de efecto para crear prendas ponibles, si bien es cierto que se excedió «tirando» de archivo y reeditando piezas. Probablemente se exija ahora a Gucci que dé más que hablar, que escandalice y amenice los desfiles. Es lo que están haciendo en Saint Laurent de la mano de Hedi Slimane, en el mismo grupo Kering. Gucci necesita invertir su tendencia negativa de ventas, especialmente en Europa y China. Solo el tiempo dirá si Alessandro Michele, otro chico de la cantera como Frida, es capaz de hacer sombra al excelente trabajo que en su día llevó a cabo Tom Ford. Se abre el telón a un nuevo capítulo en la historia de la casa florentina.