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Vargas Llosa y Preysler llegaron en taxi a los Goya

La pareja se equivocó de puerta al llegar a la gala. La «reina de corazones» intentó acceder a la ceremonia entre cables y bambalinas

Isabel Preysler GTRES

BEATRIZ CORTÁZAR

La presencia de Mario Vargas Llosa en la entrega de los Goya ya era objeto de deseo por parte de la Academia del Cine mucho antes de que su noviazgo con Isabel Preysler saliera a la luz. Eso, al menos, es lo que los responsables de la gala quieren aclarar, con objeto de salir al paso de quienes relacionan la intervención del premio Nobel de Literatura, el 6 de febrero, con sus apariciones en la prensa del corazón.

El propio director de la ceremonia, Juan Luis Iborra , explica a ABC que el pasado año ya propusieron al escritor peruano que asistiera para entregar la estatuilla al Mejor Guión . «Él aceptó encantado y con muchas ganas de colaborar. Lo que ocurrió es que precisamente la fecha de la ceremonia coincidía con sus representaciones en el Teatro Español como actor con la obra “Los cuentos de la peste”, un texto suyo basado en el “Decamerón” de Bocaccio y por una cuestión de horarios se hacía imposible que llegara a tiempo . Mario acababa la función cerca de las once de la noche y nos dijo que ya era muy tarde para andar corriendo a colocarse el esmoquin», comenta Iborra.

Este año, el premio Nobel recibió la misma oferta y esta vez confirmó encantado su presencia . La única diferencia es que, en esta edición, acudiría a la gala con su nuevo amor, la mismísima Isabel Preysler, quien llegó deslumbrante, enamorada y sin intención de robarle el plano a su actual pareja. De la mano y sonrientes, los novios más buscados de la noche posaron felices . «Vargas Llosa tan sólo nos comunicó que acudiría acompañado y, desde luego, no hubo ningún problema», añade Iborra. No sucedió lo mismo con las parejas de otros asistentes, pues no avisaron con tiempo y se encontraron que su nombre no figuraba en la lista de la alfombra roja. Así pues, y por esa falta de previsión, muchos tuvieron que posar a solas.

Sin exigencias

Educado y con ganas de colaborar en todo, el escritor no puso ninguna condición especial e incluso se ofreció para estar presente en el ensayo general, algo que podía haber evitado. «Se ha comportado como una persona encantadora, deseando en todo momento facilitar las cosas. No hacía falta que estuviera en el ensayo, puesto que le podíamos haber explicado todo minutos antes. Pero quiso venir para no entorpecer el desarrollo de la gala », comenta.

Una de las anécdotas de la noche fue cuando Mario e Isabel se equivocaron de puerta al llegar a la gala . «Para el ensayo, Vargas Llosa había aceptado el coche de cortesía que la organización tenía para trasladar a los invitados. Pero de cara a la ceremonia confirmaron que llegarían con su propio vehículo», señala. Precisamente eso provocó que entraran desde otro acceso y se encontraron con que no podían pasar por la puerta principal . Aunque Isabel intentó pasar entre los cables y bambalinas, al final y visto el panorama, ni cortos ni perezosos se subieron en un taxi y así llegaron a la ceremonia, donde en la alfombra roja todos estaban esperando a una de las parejas más aplaudidas de la velada.

Isabel estaba radiante con un vestido firmado por Naeem Khan y joyas de Rabat, y el premio Nobel se mostró feliz de tenerla a su lado. Tras la ceremonia, que duró más de tres horas y que ellos mismos calificaron como «muy interesante», muchos se trasladaron a la macrofiesta que se ofreció en el mismo recinto . No fue el caso de los Vargas-Preysler, que optaron por regresar a su casa de Puerta de Hierro.

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