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El ritmo muy calculado de las revelaciones amorosas de Manuel Valls

El político intentó evitar que una exclusiva fotográfica descubriese la doble vida que llevaba desde hacía meses anunciando él mismo su ruptura de su segunda esposa, Anne Gravoin

A la izda, Valls junto a Olivia Grégoire. A la dcha, con su segunda esposa, Anne Gravoin

Juan Pedro Quiñonero

Manuel Valls 'montó' el anuncio de la ruptura con su segunda esposa, Anne Gravoin , seguido, veinticuatro horas más tarde, de la noticia de su nueva relación amorosa con Olivia Grégoire , para evitar que una exclusiva fotográfica descubriese la doble vida que llevaba desde hacía meses.

Manuel Valls y Anne Gravoin todavía aparecieron en público, como una pareja unida y feliz el 7 de marzo pasado, durante una cena organizada por el Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIJF). Valls no dudaba en declarar: «La nuestra es una gran historia de amor» . En su día, había declarado: «Israel me une a mi esposa para la eternidad».

Semanas más tarde, el día 18 pasado de este mismo mes de abril, el mismo Valls se apresuró a anunciar la ruptura con su segunda esposa, para «confirmar», veinticuatro horas más tarde, que ya vivía «en pareja» con Olivia Grégoire , diputada del partido de Emmanuel Macron , La República En Marcha (LREM).

Portada de «Voici» con Valls y Gégoire besándose

Un fotógrafo había sorprendido a la pareja besándose en la calle días antes. Grandes especialistas en la comunicación política, Valls y su nueva compañera decidieron que era «urgente» hacer público su amor , antes que se publicasen las fotos de su salida amorosa sin que ellos pudieran controlar el «ritmo» y «alcance».

A primeros de marzo, Valls ya sostenía desde hacía meses su nueva relación sentimental con Olivia Grégoire. Pero no dudaba en hablar de la «bella historia de amor» con su esposa, a la que estaba traicionando desde tiempo atrás.

Entre primeros de marzo y mediados de abril, durante seis largas semanas, Valls decidió seguir callando. Hasta que, sorprendido 'in fraganti', prefirió anticiparse y dar él mismo la noticia para presentarla en un tono «versallesco» y «grandilocuente», políticamente más correcto si no menos humillante para la esposa abandonada.

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