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El primogénito de la marquesa de Moratalla solicita la autopsia de su madre

Soledad Cabeza de Vaca falleció esta semana en medio de una cruenta batalla entre sus dos hijos por la gestión de su inmenso patrimonio

P. ESPINOSA DE LOS MONTEROS

María de la Soledad Cabeza de Vaca y Leighton , quinta marquesa de Moratalla, hermana de Alfonso de Portago -entre otras muchas cosas, piloto de carreras- y una de las mujeres más ricas de España, fallecía la tarde del 29 de Noviembre a los 87 años, en su villa «Domaine de Coumères de Biarritz». Acompañada por su hijo Germán Cabeza de Vaca y cerca de sus queridos caballos , la vida de la que fuera una de las mayores criadoras de purasangres de Francia y campeona mundial de bridge se apagaba tras sufrir una larga y degenerativa lucha contra el Alzheimer, que la tenía desde hacía más de tres años apartada de la vida social.

«Soledad pudo ser una niña mimada y muy rica, pero también fue una mujer sencilla y una gran deportista», cuenta la hija de un íntimo amigo de la marquesa. «Era muy discreta, de fuerte carácter y una grandísima amiga de sus amigos. Estaba muy agradecida a la vida por lo que le había dado y, en general, se sabía muy poco de ella porque nunca llegó a conceder una entrevista», añade. La marquesa pudo dedicar su vida a cultivar sus pasiones (como la cría de caballos, viajes, casas y yeguadas que compitieron y ganaron a las del Aga Khan o el emir de Dubai) gracias a la herencia de su madre, Olga Beatrice Leighton . Por eso, consciente de la enfermedad que sufría y antes de quedar incapacitada y en manos de su hijo biológico Forester Labrouche -con quien estaba distanciada- y de su nuera, Stéphanie Hug, Soledad quiso dejarlo todo atado. Nombró tutor de su fortuna, sus pertenencias y de ella misma a su hijo Germán, al que adoraba y dio sus propios apellidos tras adoptarlo en Colombia en el año 1987.

Olga Leighton

Para entender el origen del enfrentamiento entre los hijos biológico y adoptivo de Soledad, hay que remontarse a 1980, cuando falleció su madre, Olga Leighton, propietaria de una enorme suma de millones de dólares procedentes del legado de su primer marido, Frank J. Mackey , cofundador del Banco HSBC. Leighton había trazado una estructura de ingeniería financiera, complicada y muy eficaz, alojada en un banco suizo. Al fallecer, dejó depositarios de su fortuna a su hija Soledad y a su nieto Forester, que había convivido con ella durante mucho tiempo y al que quería con pasión. En tan solo 20 años tras su fallecimiento, Soledad llegó a percibir, solo por los intereses y réditos de sus fondos e inversiones, unos 120 millones de euros, y su hijo nada menos que unos 80 millones.

Los problemas comenzaron hace dos décadas, cuando Forester se casó con la ejecutiva del banco Union Bancaire Priveé de Ginebra, Stéphanie Hug , y le propuso a su madre que ella se encargarse de la gestión del patrimonio familiar. Ante la educada negativa de Soledad, que le indicó que estaba más que contenta con lo dispuesto por su propia madre, la relación entre el recién unido matrimonio y la marquesa comenzó a torcerse. Las cosas empeoraron hasta tal punto que Forester, supuestamente empujado por su mujer, intentó impugnar el testamento de su abuela Olga, metiendo a su madre en un sinfín de pleitos y demandas que costaron mucho dinero y acabaron con la paciencia de Soledad, que llegó a declarar públicamente que no quería volver a verles, prohibiéndoles el acceso a «Domaine de Coumères». Fue entonces cuando nombró a su hijo German, a quien había mantenido al margen de las disputas con su hermano mandándole a trabajar a Zurich, su protector legal.

El último intento de acercamiento de Forester fue el pasado verano, con la excusa de presentarle a su nieta, una adolescente a la que Soledad no había llegado a conocer. En esa ocasión, aprovechando la coyuntura, quisieron eliminar la tutoría de Germán ordenada por su madre en momentos todavía lúcidos. Ante la gran discusión que se originó, los Labrouche interpusieron una denuncia en el juzgado de Bayona, alegando que Germán tenía secuestrada a la marquesa de Moratalla y no les dejaba acercarse a la casa.

Campaña mediática

Ahora Forester y sus abogados han iniciado una campaña mediática en la que expresan sus sospechas de un posible «homicidio involuntario» y afirman que han solicitando que a su madre se le haga una autopsia. Aún así, Forester no se queda en la indigencia precisamente. La masa principal de la fortuna de Olga Leighton irá íntegramente a su nieto y tan solo el 25 por ciento restante se destinará a diversos organismos, tal y como dispuso la marquesa. Por otra parte, está el inmenso patrimonio que amasó la propia Soledad con la cría de purasangres, capaces de ganar miles de euros en cada premio, que irá destinada (menos la legítima) a Germán.

«Hay que agradecer al destino que Soledad, debido a su enfermedad, no haya sido consciente de la batalla legal y mediática que, organizada por su hijo mayor, se ha desencadenado en su querido Biarritz», cuenta una amiga de la marquesa. Este asunto ha sido el centro de las tertulias veraniegas. «Algo de lo que ella siempre huyó».

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