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Muere Aline Griffith, condesa viuda de Romanones

Falleció la noche del lunes a los 94 años de edad, la capilla ardiente será en la Iglesia San Francisco de Asís

Aline Griffith, condesa viuda de Romanones Archivo ABC

ABC.ES

Aline Griffith falleció a los 94 años de edad el pasado lunes a las 10 de la noche aproximadamente. Esta mujer menuda -no pasaba de la talla 36-, elegante y coqueta perteneció a una generación de espías que operó en la España del franquismo.

Nacida en el seno de una familia adinerada , se educó en el prestigioso colegio Mount Sinai Vicent. Posteriormente fue a la Universidad donde estudió periodismo. Asimismo, ha cursado estudios de francés.

Hasta su casamiento, Aline Griffith trabajó como modelo de alta costura , alcanzando notable popularidad en las más importantes pasarelas de Estados Unidos y Europa. Como consecuencia de este trabajo y «por patriotismo», según ella, se introdujo en el mundo del espionaje. Fue «fichada» como agente secreto por la Oficina de Servicios Estrategicos (OSS), agencia precursora de la CIA, donde recibió el nombre de «Tigre» y fue registrada con el número 527.

El 31 de diciembre de 1943 llegó a Madrid con la misión de descubrir al agente de Heinrich Himmler en España y asegurar el éxito de la segunda invasión aliada en Europa , que se produciría por el sur de Francia.

Durante su estancia como agente norteamericana en España, entabló amistad con miembros de la alta sociedad y, en 1947, contrajo matrimonio con Luis Figueroa y Pérez de Guzmán , Grande de España, conde de Quintanilla y futuro conde de Romanones.

Por su matrimonio con un español, obtuvo entonces la nacionalidad española y mantuvo también la norteamericana.

Considerada como una las personas más importantes de la «jet set» internacional , Aline Griffith se dedicaba además a escribir. Su primera obra fue «Historia de Pascualete» , que recoge las vivencias de los condes de Romanes en esta finca extremeña de su propiedad.

Sin embargo, la condesa no se hizo famosa como novelista hasta la publicación en mayo de 1987 de su libro «La espía vestía de rojo» , relato de memorias en el que narra sus primeras peripecias como espía a partir de la Nochevieja de 1943, en el hotel Palace de Madrid.

En 1989 apareció «La espía fue a bailar» , el segundo título de que refleja su vida como agente secreto. En esta novela están muy presentes España, Sevilla, especialmente, y París, lugares en los que trabajó en la década de los sesenta para la CIA.

Según afirma en esta obra, a París fue con una misión muy especial: descubrir a un alto funcionario de la OTAN que entregaba secretos de esta organización a la Unión Soviética. Para llevar a buen término este trabajo, la condesa de Romanes contó con la ayuda excepcional de los duques de Windsor, con quienes mantenía una estrecha amistad.

Aficionada a lo los caballos, pasó sus últimos años entre Madrid y Nueva York, como una mujer viuda con tres hijos y varios nietos.

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