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La difícil herencia que recibió Terele Pávez

Su progenitor, Ramón Ruiz Alonso, fue quien detuvo a García Lorca en Granada. La fallecida actriz siempre dijo de él que fue «un buen padre»

Elisa Montes, Terele Pávez y Emma Penella con Ángel del Pozo en «La Cuarta Ventana» ABC

JUAN IGNACIO GARCÍA GARZÓN

Tres eran tres las hijas actrices de Ramón Ruiz Alonso . Tres eran tres y ninguna de ellas incorporó el apellido paterno a su nombre artístico. Ni la mayor, Emma Penella (1931-2007), ni la menor, Terele Pávez (1939-2017), ni la de en medio, Elisa Montés (1934); una cuarta hija, María Julia, no se ha dedicado al mundo del espectáculo. Emma y Elisa optaron por rendir homenaje a su abuelo materno, el maestro Manuel Penella Moreno, compositor de la ópera «El gato montés»; Terele, fallecida el 11 de agosto, tomó el Pávez del segundo apellido de su abuela materna, Emma Silva Pávez, de origen chileno.

Pero las tres evitaron el Ruiz, tanto por asumir cada una de ellas una personalidad artística individual e independiente de las de sus hermanas como por vergüenza, como reconoció la última, la única que ha hablado públicamente al respecto. Su padre, según multitud de investigaciones y testimonios, tuvo una activa y decisiva intervención en la detención y fusilamiento de Federico García Lorca en la Granada de agosto de 1936.

Obedecer órdenes

El 22 de febrero de 1993, en el programa de televisión «La boca del lobo», de Jesús Quintero, Terele Pávez contestó por primera vez a preguntas relacionadas con su padre y el asesinato de Lorca. Ian Gibson, sañudo y bien documentado investigador lorquista, autor de un buen puñado de libros sobre el poeta andaluz y de uno en concreto, «El hombre que detuvo a García Lorca» (Aguilar, 2007), centrado en la figura de Ramón Ruiz Alonso, recoge en él su valoración de esa entrevista televisiva. Según Gibson, Terele «expresó con honda emoción el dolor que durante veinticinco años le había causado ser hija del hombre a quien acusaban, según ella injustamente, de ser el responsable de la muerte de Federico García Lorca .

Defendió noblemente a su padre, padre ‘‘estupendo’’ que se quería comer el mundo pero que, claro, tenía sus defectos como cualquiera. Repitió la versión que había recibido del mismo: que, al detener a García Lorca y llevarlo al Gobierno Civil, no había hecho más que obedecer órdenes; que lo dejó allí, que volvió a casa en seguida con su familia, que no tuvo nada que ver con lo que pasó después… La gran actriz no parecía tener una idea muy clara de la significación de su padre en aquella Granada ensangrentada : ‘‘No era nadie más que un diputadito, de pueblo, un diputado de esos [...] era un diputadito y digo diputadito porque era un diputado obrero de esa época, con sus ideas y nada más’’».

En los últimos años de su larga carrera conquistó a público y crítica ABC

Actividad política

Pero la verdad es, según los investigadores, que su padre, de oficio impresor, mantuvo una intensa actividad política desde que en 1931 fue despedido de la empresa donde trabajaba como linotipista por no pertenecer al sindicato socialista del gremio, lo que, sin duda, aparte de razones de índole ideológica, contribuyó a su odio cerval contra personas y organizaciones de izquierda. Tras la proclamación de la Segunda República, ingresó en las JONS (Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista), organización de corte fascista fundada por Ramiro Ledesma, de quien fue lugarteniente y organizador de patrullas de acción bastante agresivas. Tomo estos datos de la edición de , aparecida en 1996, del libro de Gibson «El asesinato de García Lorca », publicado originalmente en 1979.

Posteriormente, Ruiz Alonso se integró en Acción Obrerista, partido adscrito a la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) de José María Gil Robles, con quien tenía amistad desde la infancia. Durante esos años, sus opositores y hasta José Antonio Primo de Rivera se referían a él como el «obrero amaestrado» de Gil Robles. Tras ser elegido diputado por Granada en 1933, Villaflores, la localidad salmantina donde había nacido en 1903, le dedicó una calle, aunque su nombre fue eliminado del nomenclátor de la villa en 2015. En 1936 perdió su escaño y, como hicieron bastantes de sus correligionarios, solicitó su ingreso en Falange Española, aunque a cambio de un sueldo mensual de mil pesetas (sigo citando a Gibson); la oferta fue rechazada.

En fechas anteriores y durante los comienzos de la guerra civil, Ruiz Alonso ocupaba los cargos de jefe nacional de reclutamiento y subjefe nacional de milicias de la JAP (Juventudes de Acción Popular), organización vinculada a la CEDA que dejó de existir en 1937, cuando se dictó el decreto que unificaba los distintos partidos y entidades políticas integrados en el bando nacional. Hombre corpulento, desafiante y de gruesa voz, Ramón Ruiz Alonso era un personaje muy conocido en Granada. Allí, en los días turbulentos posteriores al comienzo de la contienda, parece ser que fue él quien denunció ante el Gobierno Civil a García Lorca , refugiado en casa de los Rosales, próximos a la cúpula falangista de la ciudad. Ruiz Alonso, que, según testimonio de Miguel Rosales, consideraba que el poeta «era un enlace con Rusia» y que «había hecho más daño con la pluma que otros con su pistola», siempre defendió que él acudió a casa de los Rosales cumpliendo una orden del Gobierno Civil y que allí entregó al detenido el 16 de agosto de 1936, enterándose un par de días después del fusilamiento, ordenado por el gobernador, el comandante José Valdés Guzmán , tras consultarlo telefónicamente, según diversos testimonios, con el general Queipo de Llano.

Dos días antes de morir, José Rosales confesó a Gibson que él había tenido en sus manos la denuncia contra Lorca , que no se conserva, y pudo comprobar que la firmaba Ruiz Alonso. Este nunca alardeó, sino que más bien difuminó su responsabilidad en el asesinato del poeta, que tanta repercusión tuvo.

En solo dos ocasiones aceptó hablar de ello con investigadores: en 1956 con Agustín Penón y en 1967, con Gibson; a ambos ofreció una versión de los hechos tan idéntica que parecía memorizada, según este último: siempre dijo que se limitó a cumplir una orden y que con la entrega de Lorca en el Gobierno Civil acabó su participación; nada tuvo que ver con el fusilamiento en el barranco de Víznar el 18 de agosto de 1936.

Ruiz Alonso regentó negocios de imprenta en Madrid y tuvo un despacho en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En marzo de 1975 se publicó el libro « García Lorca, asesinado : toda la verdad» de José Luis Vila-San Juan, que dejaba en evidencia al exdiputado de la CEDA y expuesto a las llamadas de periodistas y probablemente a algún episodio poco grato. Viudo desde 1974, tras la muerte del general Franco emigró a EE.UU.; murió en Las Vegas en 1978.

Para sus hijas siempre fue un buen padre , como reconoció una vez más Terele Pávez en una entrevista con el periodista y escritor Jesús Ruiz Mantilla, publicada en «El País» el 25 de julio de 2014. Preguntada por cómo les marcó a ella y sus hermanas la historia de que se señalara a su padre «como parte implicada en la muerte de Lorca», respondió: «Pues ya te puedes imaginar, claro que nos ha afectado. Hasta en eso del apellido, el quitarnos el Ruiz las tres, pues nos lo quitábamos porque nos avergonzábamos. Pero pasó, ya está bien. Era un buen padre, un tío estupendo».

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