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Las desafortunadas mantillas de las Trump en el Vaticano

A pesar de guiarse con la loable intención de seguir el protocolo, Melania e Ivanka han acabado siendo motivo de bromas en las redes sociales

La hija de Donald Trump y la primera dama de estados Unidos en la audiencia privada con el Papa EFE

MARÍA LUISA FUNES

A medio camino entre aves rapaces, el crimen de Puerto Urraco y las brujas de Zugarramurdi, apareció el «dúo» de primeras damas estadounidenses, Melania e Ivanka , en su audiencia con el Papa Francisco. Con la mejor de las intenciones, intentaron cumplir con el protocolo Vaticano , sin llegar a conseguir el verdadero propósito de las normas del pequeño Estado religioso: evitar llamar la atención.

Donald Trump y su familia llegaron al Vaticano el día 24 de mayo con el propósito de limar asperezas con el Papa, que se mantiene ideológicamente opuesto a presidente norteamericano en tantos temas. Tras la alabada valentía en su viaje a Arabia Saudita y los Emiratos, en los que Melania Trump lució bellísima obviando las reglas que existen sobre el uso del hiyab, la primera dama parecía triunfar en sus estilismo con su mensaje de defensa de la libertad y la mujer. En Israel , sin un protocolo concreto, todo fue como la seda, menos el manotazo que Melania dio a Trump cuando a la llegada al país, éste le acercó su mano tras bajar del avión.

A su llegada al Vaticano, sin embargo, los Trump han dejado imágenes históricas en nuestra retina. Tanto Melania como Ivanka siguieron la norma de acudir de negro, ya que se supone que el blanco está reservado a las reinas de países católicos en sus audiencias papales, con el llamado «privilegio del blanco», un tema que ni siquiera está escrito pero que se suele respetar. Melania e Ivanka evitaron escotes , lucieron un largo de falda por debajo de las rodillas y llevaron manga larga. No hicieron ostentación de joyas importantes, ni tampoco llevaron un maquillaje excesivo que pudiera chocar.

Pero el duo de primeras damas llegó con ridículas mantillas , que de inmediato llamaron la atención de los fotógrafos internacionales. La esposa de Trump, en su intento por emular a Jackie Kennedy en el entierro de J.F.K., se decantó por una mantilla excesivamente pequeña que ni siquiera se apoyaba en sus hombros, dando lugar a una especie de «capucha» con ribete de encaje. Ivanka por su parte, se encontró «definitiva» con una diadema con tul negro que le daba un aire de viuda negra que llamaba en exceso la atención.

La primera dama de Estados Unidos saluda al Papa Francisco EFE

Ambas mantillas rompían con el verdadero protocolo del Vaticano, que sin abundar en detalles, si observa la norma de la discreción, la humildad, la ausencia de ornato y una norma no escrita de intentar pasar desapercibidos.

La hija de Trump se da la mano con el Sumo Pontífice EFE

Basta observar que la Reina Sofía ha acudido a audiencias sin mantilla - si bien la lleva en los actos multitudinarios del Vaticano-, algo que también ha emulado Doña Letizia . La Reina Máxima , católica y argentina como el Papa, pero reinante en un país protestante, acudió a su audiencia con el Papa ataviada con un vestido negro y una sencilla mantilla larga sobre la cabeza, ya que en Holanda no hay tradición de mantilla con peineta. Juliana Awada , hizo lo mismo.

Es curioso que la misma mujer que se negó a tapar su cabello en los países árabes unos días antes, los cubriese con gusto en el Vaticano. Para ello puede haber tres razones principales. La primera, que Melania es probablemente católica , ya que en su país de origen, Eslovenia, al menos un 60% de la población se declara como tal. Eslovenia linda con el noreste de Italia, y está cerca de Venecia y Trieste. Probablemente para ella la visita al Santo Padre era algo especial. La segunda razón por la que Melania Trump pudo elegir llevar mantilla es porque representa a los estadounidenses , de los cuales un 25% se declara católico. El tercer motivo por el que Melania - e Ivanka- podrían haber decidido llevar el cabello cubierto en el Vaticano y evitarla en los países árabes es porque mientras que el hiyab es una obligación habitual para las mujeres árabes, en Europa -e incluso en el Vaticano- nada es una imposición.

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