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François Hollande, el presidente «trígamo» e hipócrita

El libro-bomba de Valérie Trierweiler descubre además que el político siguió manteniendo una estrecha relación con Ségolène Royal durante todo su noviazgo con la periodista. En enero, él fue sorprendido con la actriz Julie Gayet

François Hollande, el presidente «trígamo» e hipócrita afp

Juan Pedro Quiñonero

Las memorias íntimas de Valérie Trierweiler (49 años) ex de François Hollande (60) han convertido los lechos de plumas y amor del jefe del Estado y buena parte de la élite socialista en un atroz campo de minas políticas, sexuales y sentimentales, con una venganza íntima coreada por las ruidosas cacerolas de la publicidad de rompe y rasga.

«Merci pour ce moment» («Gracias por este momento»), el libro de Trierweiler , comenzó a desaparecer vertiginosamente de todas las grandes librerías parisinas a las pocas horas de ponerse a la venta, la mañana del jueves, tras una eficaz campaña de lanzamiento en las portadas de varios semanarios.

El editor espera vender con relativa rapidez los 200.000 ejemplares de la primera edición. ¿A qué se debe el éxito de esas memorias íntimas ?

Por vez primera en la historia de Francia, la amante de un jefe del Estado desvela sin pudor conversaciones íntimas sostenidas en sus sucesivos lechos de amor, entre la primavera de 2005 y el mes de enero de 2014, dejando caer un rosario interminable de miserias sibilinas sobre toda la élite política socialista.

El principal protagonista del libro es Hollande, jefe del Estado, que decidió repudiar públicamente a su amante el mes de enero pasado, en unos términos crudos y humillantes para Trierweiler.

Personaje atroz

La venganza escrita por la señora repudiada pasará a la historia de los libelos amorosos. Diciendo que su libro «también es un acto de amor», la amante despechada dibuja un retrato atroz de un personaje cínico, embustero, sin escrúpulos.

Cínico en el terreno más íntimo y amoroso , de entrada.

Trierweiler cuenta cómo Hollande le juró «por sus hijos», en varias ocasiones, que había roto «definitivamente» con la madre de sus cuatro vástagos, Ségolène Royal (actual ministra de Ecología). Repudiada, Trierweiler recuerda angustiada que, en verdad, Hollande siguió teniendo unas «relaciones privilegiadas» con su ex (Ségolène) cuando ella, ilusa , se creía «primera dama de Francia».

Trierweiler insiste en que Hollande seguía jurando «por sus hijos» que los rumores de «otra» amante eran pura «filfa». Juramento repetido, con la mano en el pecho, horas antes de que el semanario «Closer» descubriera el «nido de amor» utilizado por el presidente y la actriz Julie Gayet , a dos pasos del Elíseo.

Las mentiras cínicas de un señor que traiciona a una o varias señoras al mismo tiempo forman parte de la historia del vodevil. Trierweiler aporta matices esperpénticos a ese comportamiento «clásico» del marido / amante infiel. En el caso de Hollande, según su ex, el uso de la mentira cínica forma parte de un comportamiento político diario.

Desprecios

Trierweiler se pregunta si Hollande sabe «todavía» dónde tiene «su mano izquierda». Es una manera muy tímida de resumir el largo rosario de mentiras cínicas del antiguo candidato, engañando a sus amigos, a su guardia pretoriana, a su partido y al «pueblo de izquierda» con una desfachatez olímpica.

Trierweiler cuenta que su ex trata a los pobres de sans dents (sin dientes, desdentados). Sans dents es una expresión popular que comenzaron a usar Balzac y Victor Hugo, a mediados del siglo XIX, para nombrar a los pobres de misericordia, víctimas de la pobreza y las enfermedades, condenados a perder los dientes prematuramente. Los sans dents de Balzac hablan mal, desdentados, articulando pobremente. En el argot francés de nuestro tiempo, sans dents es una expresión de una crudeza brutal.

Los sin dientes / desdentados son un «populacho» de la más baja catadura, caído en la miseria más absoluta. En boca de un presidente de «izquierdas», la expresión sans dents / «sin dientes» ha caído como una bomba feroz, que está haciendo estragos en las redes sociales. Trierweiler cuenta cómo Hollande utilizó la expresión en una reunión de familia, dirigiéndose a sus hermanos: «Ah... los Trierweiler no son unos sans dents / sin dientes. La frasecita fue recibida con un silencio devastador».

Rememorando intimidades, desde el «palco» de sucesivos lechos de amor, Trierweiler pasa revista a los comentarios pérfidos de Hollande sobre toda la clase política.

Cuando estalló el escándalo sexual de Dominique Strauss-Kahn (DSK), la pareja Hollande / Trierweiler acababan de hacer el amor. Y Hollande comenzaba a dormir, plácidamente. Inquieta, Trierweiler despertó a su amante... que comentó el asunto desde la óptica más navajera de los ajustes de cuentas entre DSK, Martine Aubry (aspirante a la candidatura socialista a la jefatura del Estado) y él mismo.

Desprecios

Esa confusión de «géneros» (el relato íntimo, las memorias personales y la crónica política más desgarrada) confiere al relato de Trierweiler su fisonomía más cruel e inquietante.

Toda la élite política socialista pasa por el oscuro laberinto de los pasillos del poder.

Trierweiler recuerda como Manuel Valls, futuro primer ministro; Pierre Moscovici, futuro ministro de Economía y Stéphane Le Foll (futuro portavoz personal del jefe del Estado) le «reían las gracias» y competían en halagos hacia ella. Cuando ellos comprendieron que la amante y primera dama había caído en desgracia, comenzaron a darle la espalda, con oscuras maniobras palaciegas.

A la hora de los ajustes de cuentas, Trierweiler los trata a ellos recordando intimidades y detalles escabrosos.

¿Stéphane Le Foll? Oficiaba, según Trierweiler, de algo así como «palafrenero» o «chambelán» en cuestiones íntimas. Cuando la amante deseaba ver al presidente, debía pasar por la antecámara de Le Foll, que desmiente esas bajas tareas del «palafrenero» / «vigilante de guardia» en el Elíseo.

¿Pierre Moscovici? Ah... él: era «cómplice» de Dominique Strauss-Kahn en «devaneos» amorosos. No era un secreto que Moscovici fue amigo y partidario político del exdirector gerente del FMI. Trierweiler desentierra otra faceta menos conocida. Moscovici también fue un «soltero empedernido», presto a acompañar a DSK en oscuras aventuras nocturnas. ¿Manuel Valls? El actual primer ministro fue un «cómplice» de Trierweiler durante algún tiempo. Mientras duró la luna de miel.

La ex del jefe del Estado recuerda la «rapidez» del actual jefe de Gobierno volviéndole la espalda, con la misma celeridad que el mismo «cómplice» se transformaba en un rival temible.

Consecuencias

Hollande y su guardia pretoriana dieron ayer una rueda de prensa: «Siempre he estado al lado de los más desfavorecidos». Y añadió: «Hay que respetar la presidencia». El laconismo habitual.

Para unos, Trierweiler ha escrito un libro «vergonzoso» , demoledor para la institución presidencial «desacralizada» con ferocidad. Para otros, Trierweiler ha abierto una veda inquietante. El paisaje de ruinas íntimas y morales que ella describe es el paisaje de la élite política en el poder. Más allá del esperpento rosa pasión, más allá de los desmentidos que puedan llegar, Francia vive un vodevil siniestro, instalando en la plaza pública las más íntimas miserias de su jefatura del Estado .

Mientras, ayer en París, las memorias de Valérie seguían vendiéndose. Al mismo tiempo, un grupo de sans dans se manifestaba.

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