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«Merkel es muy humilde, se le cayó un trozo de queso, se agachó y lo recogió»

La canciller y el presidente del Gobierno cenaron en el restaurante más antiguo de la capital gallega. Ubicado en plena Rúa do Franco, ni Merkel ni Rajoy quisieron irse de Santiago sin visitar esta mítica calle

«Merkel es muy humilde, se le cayó un trozo de queso, se agachó y lo recogió» xan pita

patricia abet

Como casi todos los peregrinos que llegan a Compostela, el presidente del Gobierno y la canciller alemana Angela Merkel no tardaron en dirigir sus pasos hasta la emblemática Rúa do Franco. Y es que, tras la obligada parada ante el sepulcro del Apóstol, el propio trazado del Obradorio invita a los visitantes a adentrarse en una calle que en sus apenas 350 metros de extensión alberga más de 80 locales de hostelería. Convertida en meca de la gastronomía gallega, por su empedrado circulan cada día miles de turistas que pocas veces se resisten a fotografiarse con los suculentos escaparates a través de los que los bares de la zona muestran al público sus exquisiteces.

Una de las vitrinas más retratadas es la del restaurante El Pasaje, donde Merkel y Rajoy degustaron su única cena en la capital gallega. En el extremo opuesto a la Catedral, este local de dos plantas y con capacidad para un centenar de comensales es, también, el más antiguo de la ciudad. Sus mandos los pilota desde hace dos décadas Pepe Rumbo, un hostelero que no tardó en empatizar con la canciller germana y ganarse su confianza. «Para nosotros fue impresionante porque es una señora muy cercana y, por los detalles que tuvo, demostró ser muy humilde. Prueba de ello es que se le cayó al suelo un trocito de queso y se agachó a cogerlo con total naturalidad», explica Rumbo a ABC sentado en la misma mesa que los mandatarios compartieron la noche anterior. Como anécdota, este hostelero recuerda que fue la propia Merkel la que tuvo que configurar el iPhone de uno de sus asistentes para que saltase el flash al hacerse la fotografía de rigor con el equipo de cocineros y camareros que los atendió. El propietario de El Pasaje también destaca lo agradecidos que los políticos se mostraron con la comida y las dos ocasiones en las que repitieron pan. «Es normal, es un pan que hacen especialmente para nosotros los domingos y que con solo olerlo te vuelve loco», bromea.

El último jueves del mes

Deambulando por El Franco -como lo conocen los santiagueses- los paseantes se dejan encandilar por un crisol de olores que abarca desde los vinos de la tierra hasta los platos más tradicionales. Rivalidades al margen, los nombres de algunos de estos locales dan cuenta desde el letrero de entrada de su especialidad. En O Barril se toman las mejores copas de vino Ribeiro y en la Barrola los mejores platos de marisco. El Mesón 0’42 es un indispensable a la hora de tapear y el San Jaime tiene la terraza con las vistas más asombrosas de la calle, a dos pasos del Pazo de Fonseca, primera sede de la Universidad de Santiago. Precisamente, fueron los estudiantes de la ciudad los que instauraron una costumbre que se repetía el último jueves de cada mes y que bautizaron como «París-Dakar». Un legendario recorrido nocturno que arrancaba y terminaba en dos locales con este nombre. Entre medias hasta completar la ruta, decenas de bares en los que era obligatorio beber una taza de vino y contar un chiste.

En esta calle, la de mayor trasiego de toda la ciudad, Rajoy y Merkel trasnocharon hasta la 1 de la madrugada. Cerca de cuatro horas de cena en la que, quienes los sirvieron, palparon «muy buena sintonía». «Eso se nota en cuanto ves a dos personas sentadas a una mesa», asintieron.

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