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Magaluf, en el ojo del huracán

El vídeo de una chica realizando una felación por una copa ha centrado el foco en la localidad mallorquina. ABC habla con vecinos y turistas de la zona

Magaluf, en el ojo del huracán Joan Llado

josep maría aguiló

En los años sesenta, cuando empezó el boom turístico en Baleares, se hizo popular entre hoteleros y comerciantes del Archipiélago una frase irónica que decía que «el único turista malo es el que no viene». Medio siglo después, las cosas parecen haber cambiado un poco, al menos en dos puntos muy concretos de la isla de Mallorca, la denominada playa de Palma , ubicada en la capital balear, y la zona de Magaluf, conocida como Punta Ballena, en el municipio de Calviá. Precisamente, este último espacio está acaparando desde hace varias semanas la atención de los medios, después de que se difundiera por las redes sociales un vídeo en el que una joven realizaba felaciones a diversos turistas con el propósito de intentar conseguir luego, a cambio, una consumición gratuita en un pub de Punta Ballena.

Tanto Magaluf como -en menor medida- la playa de Palma, se están vinculando en estos últimos años, justa o injustamente, a turistas cada vez más conflictivos, casos de balconing, prostitución o diversiones con algún ingrediente más o menos salvaje.

«Turistas malos los hay, son una minoría, pero los hay», afirma el presidente de la Asociación de Hoteleros Palmanova-Magaluf, Sebastián Darder. Aun así, recuerda las inversiones hechas en Palmanova y en Magaluf para intentar hacer cada vez más atractivo este destino turístico para familias de clase media o para personas mayores. Si uno pasea al atardecer por esos dos núcleos de Calviá, puede llegar a pensar que ese objetivo es perfectamente factible, siempre y cuando evite adentrarse luego, a partir de la medianoche, en la calle de Punta Ballena. Música a todo volumen, gogó girls, boys, jóvenes desinhibidos, borracheras , peleas y consumo de drogas, mientras los policías locales y los servicios de emergencias tienen que emplearse algunas noches muy a fondo.

Más vigilancia

«Punta Ballena solo nos hace daño», sentencia Darder. En el inicio de este verano, este espacio se ha hecho lamentablemente popular por las excursiones etílicas por distintos bares de la zona, sobre todo con grupos de turistas británicos, y por el ya citado vídeo de carácter erótico. «Solo se ha producido un caso, no se puede generalizar, pero con las nuevas tecnologías cualquier imagen se difunde en segundos por muchos países» , explica el presidente de la Asociación de Comerciantes y Empresas de Servicios Turísticos de Mallorca (Acotur), José Tirado.

Mientras tanto, el Ayuntamiento de Calviá, cuyo alcalde es el popular Manu Onieva, ha incrementado la presencia policial, ha mejorado la iluminación de la playa de Magaluf y ha puesto en marcha una ordenanza específica para regular las excursiones etílicas, para intentar revertir esta situación. Por su parte, el Ejecutivo autonómico, que preside el popular José Ramón Bauzá, apoya la idea de que antes de que acabe la temporada turística se elabore un código de buenas prácticas y también avala la realización de una campaña publicitaria en positivo en Gran Bretaña.

El presidente de Acotur no quiere que se olvide, en cualquier caso, cuál ha sido la mayor fuente de riqueza para Baleares en las últimas décadas. «Estamos muy agradecidos a los turistas», destaca Tirado, quien considera que la mala imagen que tiene ahora Punta Ballena se debería en parte a «determinados intereses» empresariales.

En el tramo inicial de Punta Ballena hay un pequeño supermercado. Su responsable desde hace siete años es Caty. «Esto es como Las Vegas, pero en barato», señala con una sonrisa. Ella considera que lo único que ha cambiado en Magaluf es que hoy cualquier hecho llamativo se difunde de inmediato a través de las redes sociales. Caty destaca, además, que en su establecimiento no se ha producido nunca ningún incidente reseñable, si bien matiza que cierra cada día las puertas a las doce de la noche.

Unos metros más arriba se encuentra uno de los veinte locales de tatuajes que hay ahora en la zona. Esta tienda permanece abierta hasta las seis de la madrugada. Una de sus empleadas, Sara, reconoce que de vez en cuando llegan hasta el local algunos jóvenes algo achispados que no destacan precisamente por sus buenos modales. «Yo les digo que esto no es forma de comportarse, así que además de hacer tatuajes reeduco a la gente», comenta. Sara indica que las ofertas del «todo incluido» y determinadas conductas «dañan la imagen de Mallorca», pero considera que los medios están exagerando lo negativo y no valorando lo positivo de Magaluf. Esta última opinión es compartida por Mercedes, que es la responsable de una farmacia próxima. «Hay otros destinos turísticos tanto en España como fuera de ella con excesos parecidos a los de Punta Ballena, pero no sé por qué siempre salimos solo nosotros», indica.

«Sol y fiestas»

Si uno pregunta a los turistas, la mayoría de ellos son conscientes de la polémica que envuelve hoy a Magaluf. A primera hora de la noche, cuatro jóvenes españoles de unos treinta años de edad están tomando unas cervezas en un bar de Punta Ballena. Son dos parejas, una reside en Palma y la otra viene de Madrid. «Esas cosas negativas que cuentan en la televisión nosotros no las hemos visto nunca», comenta Pedro, ejerciendo las funciones de portavoz. «Yo creo que el problema es lo barato que es el alcohol, pues una cerveza que en Inglaterra costaría cuatro libras aquí puede tomarse por un euro», añade.

Pasan las horas. La noche dará pronto paso a la madrugada. Un grupo de jóvenes escoceses, veinteañeros, da también su opinión. El más dicharachero, Alan, resume con dos palabras y una conjunción el motivo por el que se encuentran en Mallorca: «Sun and parties» («sol y fiestas»). Todos ellos conocen otros destinos turísticos españoles y han visitado además países como Grecia o Turquía. «Son muy parecidos», resume Alan, que aun así se decanta por Magaluf. La noche ha sido finalmente muy tranquila, sin incidentes. Si siempre fuera así, seguiría siendo aún plenamente válido aquel viejo aserto isleño que decía que el único turista malo es el que no viene. Incluso quizá también en Punta Ballena.

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