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El Príncipe Carlos presionó al Gobierno de Blair en favor de las escuelas elitistas

Los tejemanejes políticos del Heredero del trono, prohibidos por ley, enfurecen a los republicanos británicos

El Príncipe Carlos presionó al Gobierno de Blair en favor de las escuelas elitistas reuters

borja bergareche

Varios ministros de los gobiernos del laborista Tony Blair han desvelado las presiones del Príncipe de Gales en ciertos asuntos que preocupan al Heredero al trono británico , como la cobertura de la medicina natural por la Seguridad Social o su oposición a los organismos genéticamente modificados. Los testimonios, recabados por un documental de BBC Radio, han reactivado el debate sobre lo que muchos consideran interferencias del hijo de Isabell II en la acción del gobierno, hasta el punto de acusar al príncipe Carlos de actuar como «lobista» fuera de sus prerrogativas reales, que imponen una exquisita neutralidad política.

«Trabajábamos juntos discretamente», reconoce Michael Meacher, que fue ministro de Medio Ambiente laborista entre 1997 y 2003. «Estábamos juntos en el intento de convencer a Tony Blair para que cambiara de opinión», explica Meacher, en referencia a las reticencias del líder laborista de prohibir los alimentos elaborados a partir de organismos genéticamente modificados, una medida que ha defendido siempre el Príncipe de Gales. Este es conocido por su preocupación por la defensa de la naturaleza y otras causas medioambientales, como el cambio climático.

Aunque Meacher encontró en el Heredero un aliado, reconoce que podría plantear dudas constitucionales. «Quizás estuviera yendo demasiado lejos, aunque yo estaba encantado, claro», explica. El hijo de Isabel II, que cumplió 65 años el año pasado, encontró también un aliado en el entonces ministro para Irlanda del Norte, Peter Hain (2005-2007), con quien compartía el interés por la homeopatía y las medicinas naturales. «Estaba muy frustrado por su incapacidad de convencer a ningún ministro de Sanidad de que era una buena idea», explica Hain, en referencia a ampliar la cobertura de la sanidad pública a este tipo de medicamentos alternativos que predica el Príncipe de Gales.

Educación para los mejores

Pero no todos los ministros se encontraron en el mismo barco que el Príncipe Heredero. La instancia más llamativa de enfrentamiento es el que describe David Blunkett, que fue ministro de Educación entre 1997 y 2001. En su caso, el Príncipe de Gales le presionó para ampliar la red de las llamadas escuelas gramaticales, que constituyeron durante décadas la parte más selectiva de la educación secundaria pública británica. Pero la política laborista era precisamente abandonar ese modelo -que daba acceso a estos centros mimados por el sistema solo a los alumnos con las mejores notas- para extender las llamadas «comprehensive schools», donde conviven buenos y malos alumnos.

«No le gustó», explica Blunkett. «Él insistía en que volviéramos a una era anterior en la que los jóvenes tenían [en las “grammar schools”] lo que él percibía como una oportunidad de escapar de su contexto socioeconómico, mientras que lo que yo quería cambiar era ese contexto», explica Hain. La prensa británica ha documentado varias de las intervenciones políticas del Heredero. Entre mayo de 2010 y el verano pasado, el Príncipe Carlos se reunió en 36 ocasiones con ministros del gobierno de David Cameron , según el «Daily Mail».

Por su parte, «The Guardian» mantiene una batalla legal desde hace 9 años con el gobierno para conocer el contenido de 27 cartas –«especialmente francas en ocasiones»– enviadas por el Príncipe Heredero entre septiembre de 2004 y abril de 2007 a siete ministerios diferentes del gobierno presidido por el laborista Tony Blair, entre ellos los entrevistados en el documental mencionado. A pesar de sus discrepancias, Blunkett defiende que «si estás esperando a ser el próximo Rey de Gran Bretaña, y llevas esperando mucho tiempo, tienes que encargarte de algo para evitar ser prescindible», reflexiona. El exprimer ministro conservador, John Major, avala también este tipo de actuaciones, y ha llegado a reconocer que llegó a modificar algunas de sus políticas en atención al parecer de la Reina.

Según estableció a finales del siglo XIX Walter Bagehot, considerado como el gran codificador del marco constitucional británico, la Corona en Gran Bretaña tiene «el derecho a ser consultada, el derecho a animar, y el derecho a advertir». Y algunos creen que Carlos se excede. Para el diputado laborista Paul Flynn, por ejemplo, «existe un serio riesgo de crisis constitucional» cuando Carlos acceda al trono por unas opiniones que califica de «excéntricas» o «anti-científicas». «No solo es el próximo jefe del Estado, actúa como un poderoso e influyente lobista», denuncia, haciéndose eco de la opinión de los sectores republicanos británicos.

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