Los motivos judiciales para que Tita Thyssen quiera firmar la paz con Borja
Nuevo capítulo en la guerra de los Thyssen. Las victorias del hijo de la baronesa en los tribunales de Bermudas la han forzado a negociar. Dicen que no pedirá perdón
beatriz cortázar
Siete años distanciados es suficiente tiempo como para enfriar cualquier relación. Sólo los lazos sanguíneos o económicos, los que unen a Carmen Cervera (71 años) y a su hijo Borja Thyssen (33), pueden soportar una distancia tan larga y dura. De finos cabellos ... rubios, el pequeño Borja fue siempre su auténtica devoción y de ahí que una vez ennoviada con el barón Thyssen consiguiera que el aristócrata húngaro se encariñara tanto con el niño que decidiera adoptarlo. Más tarde le hizo partícipe del pacto de Basilea que firmó con todos sus hijos para el reparto de sus bienes tras muchos años de confrontación con su hijo mayor, George, y una salud muy debilitada.
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En ese pacto se decidió que el primogénito se quedara con la parte industrial, cerca de 300 empresas que ya gestionaba, mientras el resto de sus hijos se repartían las obras de arte. En ese lote por supuesto figuraba Borja, que iba en el mismo bloque que su madre. De tal manera el barón Thyssen podía descansar y vivir sus últimos años con cierta tranquilidad y sin la lucha diaria de abogados y broncas familiares.
Condiciones
La guerra se desataría muchos años después pero esta vez los contendientes serían Tita y su hijo . Pero en esta guerra de los Thyssen la batalla no ha sido solo a nivel sentimental. Distanciados y enfrentados, sus abogados también han tenido trabajo a la hora de denunciarse mutuamente. La baronesa llevó a Borja y Blanca ante la Justicia acusándoles de revelación de secreto mientras Borja le reclama vía judicial un Goya que asegura el barón le dio en propiedad. Ahí no acababan sus pleitos. Borja reclamó judicialmente en Bermudas tener información sobre sus derechos del acuerdo familiar de Basilea, datos que su madre no le facilitaba. Según explicó en su día, había solicitado esa información en distintas ocasiones sin encontrar respuesta. Harto de que le tuvieran al margen y con su madre en contra suya, optó por llevarla hasta los tribunales de las Islas. Ganó el pleito en primera instancia y también, la apelación que presentó la baronesa. Ahora parece ser que Tita quiere acudir a otra instancia superior en lo que tiene toda la pinta de ser una batalla perdida tras las dos victoria de Borja.
Y es justamente en este escenario donde se produce el acercamiento de la madre al hijo. Aunque la propia baronesa ha manifestado que todo se debe al encuentro casual que protagonizaron este invierno en una calle de Madrid, es más que llamativo que sea ella quien haya cedido una vez su hijo ha ganado los procesos judiciales de Bermudas. Desde hace unos días madre e hijo, acompañados por sus respectivos abogados, se han sentado para trazar las líneas de los conflictos que tienen que solucionar y los acuerdos que han de firmar.
Acercamiento ladino
Según fuentes cercanas no hay ningún documento todavía firmado ni nada solucionado pero sí una intención que parece muy real. Borja exige su derecho a saber cómo se han gestionado los derechos que adquirió tras ese acuerdo en el que figuraba como un hijo más del barón y la Justicia le ha dado la razón en dos sentencias. Pero ese no es el único punto de conflicto. Hay que solucionar temas pendientes, ya que entre los activos que comparte con su madre hay cerca de 800 cuadros, como el Constable que se vendió en 24,8 millones, por lo que no es un tema menor.
Esta información no tiene nada que ver con los 15 millones de dólares que Borja recibió en tres entregas, la primera en 2005, luego en 2010 y una última que será en 2015, como tampoco con su renta anual de 300.000 dólares que le pertenecen como hijo del barón y que su madre no tiene por qué autorizar. Y es que hay mucha confusión en estos puntos y de ahí que muchos crean que la baronesa podía cerrar el grifo económico de su hijo cuando lo cierto es que esas entregas le corresponden por los derechos adquiridos independientemente de los deseos de su madre en ciertos asuntos.
Por eso siempre ambas partes en el fondo han sabido que estaban condenadas a entenderse. Por el futuro de la colección Carmen Cervera y porque además son madre e hijo. Que este encuentro se produjera era cuestión de tiempo y de buenos abogados. Hace unos días Tita pudo visitar la casa de Borja y Blanca en La Finca y pasar la tarde con sus nietos. Sin duda algo muy especial para una mujer que lleva mucho tiempo sin poder abrazar a su adorado hijo y sin conocer a sus descendientes.
Para Borja también es importante poner orden en ese caos y tener las cosas en regla. En cuanto a Blanca Cuesta … sin duda es la más generosa de toda esta historia. A pesar de haber sido el eje de las críticas de su suegra lo único que quiere es que las cosas se arreglen y de ahí que no haya querido interferir para nada en estas reuniones.
Ha preferido guardar un discreto segundo plano y mantener una postura exquisita no reprochando nada a nadie y no queriendo saborear el caldo de la venganza. Feliz en su cuarto embarazo, para ella es mejor que Borja pueda hablarse con su madre a seguir en esa guerra. Desde que en 2007 la baronesa se opusiera de forma tajante y radical a la boda de su hijo con Blanca Cuesta las cosas en la familia cambiaron rotundamente. Tita ni fue ni bendijo esa unión y famosas son ya las cinco pruebas de ADN a las que tuvo que someterse el primer bebé de Borja y Blanca para demostrar que era hijo de su padre. Hoy el matrimonio espera su cuarto retoño y su felicidad es máxima. Si en algún momento la baronesa pensó que su hijo dejaría a su mujer para volver al seno materno erró por completo. El tiempo así lo ha demostrado.
Malas influenicas
Después de siete años Tita ha comprobado cómo su hijo ha formado una gran familia, es muy feliz y tiene una mujer de la que está locamente enamorado. Aunque cuantos la conocen saben que no va a pedir perdón a Blanca el hecho de que haya declarado que su hijo tiene «una familia consolidada» es todo un avance. Como prueba de las buenas intenciones que hay por ambas partes es que pronto van a volver a verse y ya no habrá necesidad de buscarse por las calles sino que quedarán como cualquier otra familia en los acontecimientos que quieran compartir.
El primero, casi seguro este verano en Ibiza en el cumpleaños de Borja y eso que aún hay que firmar los acuerdos y dejar las rencillas en el olvido. Por cierto, en esos pactos se incluye la ausencia de ciertas personas que han influenciado negativamente haciendo que la brecha fuera aún mayor y que ya no forman parte del círculo privado de la baronesa.
Solo la sangre y el dinero son capaces salvar las distancias. Esto es precisamente lo que une a la baronesa Thyssen y su hijo Borja, sangre de su sangre, y su pasión desde que supo que estaba embarazada. Una madre es una madre.
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