El marido de Magdalena Álvarez vuelve a ser geólogo en Málaga
Ascendió a la sombra de su mujer. Ahora retorna a su ciudad natal. ¿Seguirá la imputada sus pasos?
f. del valle/m.j. garde
Quienes la conocen bien no lo dudan. Si «Maleni», como llaman los más próximos a Magdalena Álvarez , 62 años, sigue aferrada a su cargo como vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones (BEI) no es por los más de 22.963 euros al mes que ... cobra, sino por orgullo. No han sido pocas las ocasiones en las que ha demostrado su fiereza y su carácter fuerte y temperamental, que cuentan fue forjado al perder muy joven a sus padres y trasladarse sola a Madrid para estudiar Económicas. Pero a pesar de su demostrada bravura, lo cierto es que la exministra de Fomento vive sus horas más bajas. Sobre todo después de que la juez Alaya haya ordenado embargarle seis inmuebles y seis cuentas para responder por la fianza de 29 millones que le impuso tras imputarla en el caso de los ERE.
La dirigente socialista es extremadamente celosa con su vida personal incluso con quienes han compartido con ella años de trabajo en los numerosos cargos públicos que ha desempeñado. Pero sí hay un dato que da cuenta, por un lado, del peculiar momento económico que puede vivir Álvarez con su imputación en el caso de los ERE y la enorme fianza impuesta y, por otro, de a dónde puede dirigir sus pasos en un futuro. Su marido, Juan Manuel González-Aurioles, regresa a Málaga. En concreto, y después de residir en Madrid desde hace más de 20 años, ha solicitado el reingreso en la Diputación Provincial de Málaga, institución de la que es funcionario y en la que gozaba de una larguísima excedencia desde que emigró.
El próximo 1 de julio, según fuentes de ese organismo, volverá a ocupar plaza como geólogo en el área de Arquitectura y Urbanismo hasta que le llegue la edad de jubilación, bastante cercana. González-Aurioles, que siempre ha intentado y conseguido ocupar un segundo plano, venía trabajando desde hacía años en la Empresa para la Gestión de Residuos Industriales (Emgrisa), una sociedad estatal dependiente de Medio Ambiente. En ella, y de forma paralela al ascenso en política de su esposa, ha ido ocupando diversos puestos directivos.
La niña
En el entorno de Magdalena Álvarez, de cualquier forma, no se ve el regreso de su marido como causa necesaria para que ella también vuelva a Málaga, ciudad siempre presente en su vida. A ella vuelve esta mujer tímida, aunque siempre elegante y coqueta, en pequeños ratos cada vez que puede. Aunque sin someterse a prácticamente ninguna exposición social y ya desde que «voló» a Luxemburgo sin participar tampoco en actos de su partido. Mucho menos ahora. En sus visitas a la Costa del Sol solía recluirse en su casa de Benalmádena. También se la puede ver paseando o disfrutando con amigos en locales de la playera barriada de Guadalmar, en la capital. Y siempre con su marido y con su única hija, Lucía, una treintañera que trabaja en Unicaja, entidad financiera que ha servido como refugio laboral para no pocos vástagos de dirigentes socialistas. En concreto la hija de Álvarez presta sus servicios en el gabinete técnico del ahora también imputado por los ERE falsos Braulio Medel, presidente del banco.
La juez Alaya parece decidida a condicionar sus hábitos malagueños. El embargo dictado incluye un piso en la capital de Málaga, el apartamento del Arroyo de la Miel en Benalmádena y otra propiedad en Estepona. Pero todos coinciden: algo quedará a quien ha ido acumulando cargos con crecientes salarios y a quien ni las tormentas «impredecibles» ni las polémicas han terminado por acallar.
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