Las vacaciones de la «jet-set» africana
El Rey Mswati III (Suazilandia) - cordon press
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Las vacaciones de la «jet-set» africana

Residencias de lujo, complementos de primeras marcas, hoteles enteros reservados y flotas de coches de alta gama. Esos son algunos de los caprichos de los dirigentes africanos

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Residencias de lujo, complementos de primeras marcas, hoteles enteros reservados y flotas de coches de alta gama. Esos son algunos de los caprichos de los dirigentes africanos

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  1. El Monarca disfruta dando caprichos a sus trece esposas

    El Rey Mswati III (Suazilandia)
    El Rey Mswati III (Suazilandia) - cordon press

    A los veraneos del Rey Mswati III de Suazilandia poco o nada parecen importarle que el 39 por ciento de todos los habitantes de entre 15 y 49 años de edad de su país estén infectados de sida. En 2009, las 13 esposas del Monarca facturaron más de cinco millones de euros en un viaje de placer por Italia, Francia, Dubái y Taiwán. Huelga decir que, mientras, la fortuna de Mswati se cuantifica en más de 200 millones de dólares. Quizá para recorrer de forma más segura tanto kilometraje, cuatro años antes había entregado a sus mujeres diez vehículos de alta gama (por entonces solo contaba con otras tantas cónyuges) valorados en cerca de 600.000 euros, así como exigía al Parlamento la aprobación de una partida presupuestaria de 12 millones para la edificación de un palacio para cada reina.

    Un costoso regalo carente de críticas internas. Que en el país africano las valoraciones sobre la vida personal del Monarca son delito estatal.

    No así entre las propias implicadas. El pasado año, una de sus amantes abandonaba tal lujoso harén tras denunciar un calvario psicológico y emocional.

  2. Adicción a las casas, las marcas y las cuentas corrientes

    Denis Sassou-Nguesso (Répública del Congo)
    Denis Sassou-Nguesso (Répública del Congo) - cordon press

    Si hablamos de gustos caros en los periodos de relajo, el líder de la República del Congo, Denis Sassou-Nguesso, podría ser considerado una auténtica marca de lujo con patas.

    Junto con su mujer, Antoine, es habitual de las tiendas de Dior, Roberto Cavalli y Louis Vuitton parisinas (según la organización Global Witness, solo en agosto de 2006, su hijo gastaría 35.000 dólares en ropa de diseño). Y aún hay más.

    Recientemente, Transparencia Internacional denunciaba en un informe la voracidad adquisitiva del congoleño en el extranjero: a fecha de 2007, el sátrapa africano contaba con «apenas» 18 residencias y 112 cuentas corrientes en Francia.

    Otros, curiosamente, prefieren quedarse en casa a pesar de las elevadas temperaturas. Tras lanzar en marzo un golpe de Estado en la República Centroafricana, las tropas rebeldes, capitaneadas por Michel Djotodia se encuentran alojadas desde entonces en el único hotel de cinco estrellas de la capital, Bangui. ¿El coste por noche? Desde los 265 euros que cuesta la más simple, a los 3.000 euros de la suite presidencial.

    Dado este ejemplo, parece que ya poco o nada queda de líderes como Thomas Sankara -el presidente marxista que gobernó Burkina Faso desde 1983 hasta 1987-, quien obligó en su país a que sus ministros usaran el coche más barato de entonces, el Renault 5, y suprimió muchos de los privilegios de los jefes de las tribus locales como el pago de un tributo, para sus desplazamientos.

    ¿Para qué, si puedes tener un Porsche?, se debe de preguntar Sassou-Nguesso.

  3. Le gusta pasar temporadas en París, donde hace compras

    Paul Biya (Camerún)
    Paul Biya (Camerún) - cordon press

    Al margen de debates morales, curiosa, eso sí, resulta la refinada querencia de los mandatarios africanos por el país galo durante sus periodos vacacionales. Porque tal vez entre eternos paseos en los Campos Elíseos se olviden las críticas al colonialismo occidental. Por ejemplo, en agosto de 2009, el mandatario de Camerún, Paul Biya, se gastó cerca de 40.000 dólares al día en la reserva de 43 habitaciones en un lujoso hotel en La Baule (Francia) para disfrutar de las viandas regionales.

    Quizá ante tal magno desembolso, la reacción del ministro de Información local, Issa Tchiroma Bakary, sobre los gustos de su líder, no se hizo esperar: «El señor Biya tiene el derecho a gastarse su dinero en lo que le plazca». Eso sí, que nadie sienta su orgullo patrio herido.

    Para los periodos de asueto, España también ha sido elegida por mandatarios africanos. Tal es el caso del angoleño José Eduardo Dos Santos, quien en 2003 disfrutó del espectáculo ofrecido por el bailaor Joaquín Cortés en la plaza de toros de Puerto Banús. Debió de salir encantado porque tres años después el líder de la excolonia portuguesa repetía.

  4. Gasto frenético y vicio por el coleccionismo de antigüedades

    Familia Obiang (Guinea Ecuatorial)
    Familia Obiang (Guinea Ecuatorial) - cordon press

    La familia Obiang se merece un capítulo aparte. Durante años, «Teodorín», actual vicepresidente segundo de Guinea Ecuatorial y celebérrimo hijo del mandatario Teodoro Obiang Nguema, residió en el hotel Crillon de París, que alternaba con su suntuosa residencia de Malibú, Estados Unidos.

    Y en el periodo estival, la agenda familiar no podía ser más apretada: de visitas al Grand Palais para la adquisición de antigüedades pertenecientes a Yves Saint Laurent, a excursiones en aviones privados a las Bahamas. A comienzos de julio, nueve coches de alta cilindrada, requisados a «Teodorín» por las autoridades francesas en 2011, eran subastados en París por 3,2 millones de euros. No en vano, en la última década, la familia Obiang se ha pulido más de 300 millones de euros en regalos.

    Como no somos nadie para juzgar la idoneidad o no de estos periplos de Obiang, quizá sea mejor parafrasear al presidente ugandés, Yoweri Museveni. En 2008, el dirigente aseguraba que «los africanos se tomaban demasiadas vacaciones». Noble apunte para un político que, desde 1986, se encuentra amarrado al poder.

  5. El dictador viaja con frecuencia a su residencia de Hong Kong

    Mugabe (Zimbabue)
    Mugabe (Zimbabue) - cordon press

    A Grace le chiflan los zapatos. En su colección, cohabitan más de 3.000 pares adquiridos en sus habituales veraneos por Singapur, Malasia y Hong Kong. Una cifra que apenas sería una curiosidad si no fuera por la identidad de la intercepta. Y, sobre todo, su apellido adquirido: Grace es esposa de Robert Mugabe, dirigente durante las últimas tres décadas de Zimbabue. No en vano, el apodo de Grace -«Gucci»- ya deja claro el refinado gusto de la consorte. Para muestra, un botón: En 2010 se puliría más de 100.000 euros en apenas dos horas de compras por París.

    Acuciado por un presunto cáncer desde hace años, los acólitos del dictador Mugabe aseguran que sus visitas al extremo Oriente se deben a «controles médicos rutinarios». Siempre, no obstante, con alguna inversión inmobiliaria al regreso. Porque, si de niños los doctores paliaban nuestras penas con piruletas o caramelos, en el caso Mugabe lo hacen con residencias de lujo: localizada en uno de los distritos más exclusivos de Hong Kong, desde hace años el matrimonio zimbabuense cuenta con una «segunda» residencia valorada en casi 6 millones de dólares.

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