Magdalena de Suecia dice «adiós» a su soltería
La hija del Rey Carlos Gustavo celebró el viernes por la noche la cena previa a su boda con el broker Chris O’Neill
erik fau
Testaruda, rebelde, tímida, inteligente, independiente y algo inconsciente. Estos son algunos de los calificativos que más se repiten en las descripciones de Magdalena de Suecia de los expertos en Monarquía del país. Si se pregunta al pueblo o se atiende a los titulares ... de la prensa de los últimos años, se añaden a la lista otros adjetivos menos enaltecedores, como consentida, fiestera y caprichosa. De hecho, en su adolescencia se ganó el apelativo de la «party-princesa» y ha tenido que trabajar muy duro para quitarse el sambenito. [Pincha aquí para ver la galería de fotos de la cena de gala]
Jenny Alexandersson, periodista de Casa Real del diario «Aftonbladet», asegura que, desde que se fue a vivir a Nueva York hace tres años, los suecos han sido muy críticos con ella: «Muchos creen que vive en Estados Unidos del dinero que los ciudadanos pagan en impuestos y que no le interesa trabajar , pero es una visión errónea de la realidad. Magdalena trabaja todos los días de nueve a seis».
El tiburón de las finanzas
La hija pequeña de los Reyes, que hoy abandona la soltería para unirse al tiburón de las finanzas Chris O’Neill , siempre ha sido la más recelosa de su intimidad de los tres hermanos. Y quizá justamente por eso, también la más maltratada por los medios de comunicación suecos. Como adulta, se ha negado a dar entrevistas si no había un motivo de peso, como sus proyectos solidarios. Y ya se sabe que, si no habla uno mismo, lo harán los demás.
La timidez es un rasgo de su personalidad que la acompaña desde sus primeros años. De niña fue la más enmadrada, la que siempre aparecía en los actos oficiales agarrada a las piernas de la Reina Silvia o subida en el regazo de su padre. Catarina Hurtig, una de las periodistas que mejor conoce a la princesa, recuerda que de pequeña asistió a un estreno y se quedó espantada al ver a todos los fotógrafos: «Creo que fue el primero y el último» .
Para los Reyes Carlos Gustavo y Silvia siempre fue muy importante que sus hijos recibieran una educación sencilla y tuvieran una infancia lo más normal posible. La idea es muy noble, pero la realidad es que sus hijos no son unos suecos cualesquiera. Cuando llegó la adolescencia y Magdalena empezó a comportarse como el resto de sus amigas , la gran idea se convirtió en tormento. A la prensa poco le importaba que fuera brillante en los estudios. Lo que interesaba a los periodistas era que entraba en los locales de moda de Estocolmo sin hacer cola y que reservaba mesas en la zona vip para beber copas y alternar . Roger Lundgren, redactor-jefe de la revista monárquica «Kungliga magasinet», cree que su reputación de «princesa glamour» está relacionada con el machismo: «Tiene mucho que ver con cuestiones de género. Es más fácil juzgar a una mujer hermosa que a un hombre» . Y lo cierto es que el físico de Magdalena sobresale por encima de la media, incluso en un país célebre por sus bellezas como Suecia.
Los novios de la princesa
Esos espléndidos 19 años se juntaron con las discotecas y era inevitable que empezara otro capítulo potencialmente peligroso: el de los novios. El primer romance, con el experto en relaciones públicas Mattias Trotzig , fue tranquilo y no hacía presagiar el huracán sentimental que les tenía preparados a los Reyes de Suecia y a su hija pequeña. Unos meses después, un fotógrafo pilló a la princesa en la cubierta de un yate de lujo en la Costa Azul besándose con el rico heredero sueco Pierre Ladow . El beso en sí mismo quizá no hubiera sido objeto de polémica, pero la joven había escogido para la ocasión un bikini rosa que tapaba algo menos de lo justo. Una vez que empezó el escándalo, cada novio que llegaba hacía bueno al anterior .
A Ladow le siguió Erik Granath , de familia bien y ficha policial regular. A pesar de sus antecedentes por agresiones, drogas y otras lindezas, los padres le dieron una oportunidad al chico, que agotó la paciencia de Carlos XVI Gustavo cuando, algo tocado del ala, intentó tirar abajo la carpa de un restaurante con un amigo tras una noche de fiesta. Pero Magdalena es una chica tenaz y no iba a descansar hasta encontrar al hombre ideal, que apareció en forma de modélico estudiante de Derecho. Toda la familia estaba encantada con Jonas Bergström , que desde el principio olía claramente a príncipe. El olor se desvaneció de repente, cuando los medios airearon su aventura con una jugadora de balonmano noruega.
La tímida princesa no pudo con la presión y en 2010 huyó a Nueva York , donde se consagró a la solidaridad en la fundación benéfica de su madre. Pero no todo iba a ser trabajar. Magdalena también encontró tiempo para alternar con las élites neoyorquinas y, en una cena de verano, estaba él. Según reveló una fuente al diario sueco «Aftonbladet», el asesor financiero Chris O’Neill la impresionó desde el primer momento . Era brillante, ambicioso, adinerado, titulado por la Universidad de Columbia y se manejaba a su antojo en los círculos más exclusivos de la ciudad. Para otoño del mismo año, la relación ya se había afianzado y la pareja se dejaba ver por los lugares de moda de la ciudad, aunque el romance todavía no había saltado a los medios.
Después de pasar la Nochevieja en la estación de esquí de Aspen, regresaron a Nueva York y un turista español los grabó con su móvil en el restaurante Boathouse de Central Park. Cinco días después, el noviazgo se hizo público. Magdalena y Chris no tardaron en irse a vivir juntos en secreto a un piso de cuatro habitaciones en Manhattan. Después, se presentaron juntos por primera vez en un acto oficial, celebrado en el Carnegie Hall y, tras ello, se aceleró la integración de O’Neill en la Familia Real . La pareja, que intercambió anillos de compromiso en secreto en Nueva York, anunció el 25 de octubre de 2012 que habría boda y la Casa Real confirmó que se celebraría el 8 de junio. Desde entonces, aún ha habido tiempo para un pequeño incidente. O’Neill, que iba a presentarse por primera vez de forma oficial en la gala de los premios Nobel, se excusó en el último momento por motivos de trabajo. El desaire fue bastante comentado en los medios, pero los implicados le restaron importancia. Y de hecho, poco importa ya: hoy sellan su unión.
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