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Al volante de su propio sombrero

Actores, modelos y futbolistas se dejaron ver en la final del Mutua Madrid Open

Al volante de su propio sombrero san bernardo/belén diaz

Rosa Belmonte

Hay quien va al tenis conduciendo su propio sombrero, sin que le pille por sorpresa cuánto calienta el sol en la Caja Mágica, que está más allá de Orión (homenaje a Constantino Romero) pero bajo el Lorenzo que pica. Carga su sombrero la Infanta Pilar, que ayer compartía el palco de Rolex con Antonio Garrigues. La Duquesa de Badajoz llevaba uno de ala ancha que se había traído de casa (el duque de Huéscar también suele llevar su sombrero, como hemos visto en días anteriores). PedroTrapote es otro señor que luce un magnífico Panamá para defenderse del sol (cierto que su mujer, Begoña, lo absorbe todo y protege a la humanidad en general). Mar Saura también lleva el suyo.

En la final femenina del Mutua Madrid Open, fuera de la pista, hubo pocas negritas. Pero allí estaba tempranera la hermana del Rey, que, junto a uno de sus nietos, vio los dos partidos. Disfrutó así del triunfo de Serenna Williams y de los extraordinarios mugidos de Maria Sharapova. El de la final fue un día de niños. Sobre todo para el partido de Nadal con el suizo Wawrinka, un tipo que calza las zapatillas más alucinógenas del circuito. Son como dos Fantas de naranja puestas en los pies. Además, brillan.

Eugenia Martínez de Irujo iba con su hija, Cayetana (también con su hermano Fernando); María Dolores de Cospedal, con marido y con su hijo, Ricardo, y Jaime de Marichalar volvía con Felipe (aka, Froilán). Los pantalones verdes los llevaba ayer el niño. Estos hombres deben de tener todo el pantone en el negociado de sus pantalones. También habían estado en el encuentro de las chicas, pero se fueron con el 5-4 del segundo set, casi un minuto antes de que la estadounidense, en modo destrucción masiva, acabara con la rusa. Serenna, además de bailar «Living la vida loca», sacó a la pista a su yorkshire, que le guardaban unas amigas. El perro se llama Chip y tiene el tamaño del bíceps derecho de Serenna. El trofeo lo entregó Concepción Dancausa, que iba con un bonito vestido de rayas horizontales negras y blancas. No sé, quizá los políticos deberían evitar las rayas horizontales. Incluso los que no la tienen hecha.

Actores en las finales

Blanca Suárez ponía crema en la cara de su novio, Miguel Ángel Silvestre. Detrás, Imanol Arias y Meritxell con sombreritos. El palco de Lacoste, el que ocupaban, es uno de los que podría servir para rodar «Duelo al sol». Al lado, Raúl Arévalo. Y Ana Boyer, que repetía. Más alejada de ese grupo, otra actriz almodovariana, Elena Anaya. La piel que habita estaba a cubierto.

En cuanto a los ocupantes de las localidades escaparate, Cristiano Ronaldo (que se quitaba y ponía el chaleco), Pepe, Manolo Sanchís, Sergio Ramos y Fernando Llorente. Por allí andaba también el embajador estadounidense Alan Solomont, cuya esposa, Susan, tiene en la web de la embajada un blog llamado «Cartas desde España» (entre las «Cartas marruecas» de Cadalso y el diario de una embajadora curiosa). Por esa zona hay aguadoras y «sombreradoras», chicas que ofrecen agua y sombreros contra la insolación. También hay que contar con Rafa Nadal, que ofreció un partido corto.

Ana Botella se calzó un sombrero amarillo con publicidad que casi no le cabía (tampoco querría estropearse el peinado de Peque). Previsora, eso sí, se había traído de casa un vestido del mismo color.

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