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«Pepe Sancho y su mujer decidieron no hablar del cáncer a sus amigos»

Ocultó su enfermedad, se retiró a su casa de Manises y murió lejos de Alejandro

«Pepe Sancho y su mujer decidieron no hablar del cáncer a sus amigos» gtres

josé antonio de las heras

«María está destrozada. La muerte de Pepe le ha afectado muchísimo, más de lo que ella habría imaginado. Ahora no puede hablar, ya veremos más adelante». En los últimos días, el representante de María Jiménez hace de cortafuegos emocional para quien fue doblemente esposa de Pepe Sancho, fallecido el pasado domingo 3 de marzo, a los 68 años de edad, en la Fundación Instituto Valenciano de Oncología ante el estupor de sus admiradores y de sus amigos; incluso, de algunos de los más íntimos. Al tiempo que se producía esta llamada, la televisión reproducía unas tristísimas imágenes: las de la escritora y periodista Reyes Monforte, quien, de la mano del exministro Antoni Asunción y del actor Valentín Paredes, despedía a esposo.

Pepe Sancho se ha ido de este mundo en silencio a causa de un cáncer del que solo hablaba con Reyes. Ni siquiera se lo mencionó a muchos de sus compañeros y amigos. Sin embargo, una estrecha colaboradora explica que su deterioro físico se hizo patente el pasado verano durante los ensayos de «Los cuernos de Don Friolera» en Valencia, informa Marta Moreira. «Estaba demacrado, acababa exhausto, pero él cortaba en seco cualquier intento de sacar a colación su enfermedad –comenta–. Creo que nunca pensó que el cáncer llegaría a vencerle, porque dos semanas antes de morir seguía hablando de nuevos proyectos».

Uno de esos proyectos era «La amante inglesa», reciente adaptación por parte de Natalia Menéndez de la obra de Marguerite Duras y que se vio obligado a abandonar poco antes del estreno porque se quedó sin voz. Fue sustituido por José Pedro Carrión. Pero entonces nadie pensó que esa retirada fuera la definitiva: en su día los médicos estimaron que en un plazo de tres meses podría estar nuevamente activo.

En los últimos días de su vida Pepe Sancho se había comunicado con Álvaro de Luna, uno de sus grandes amigos desde los tiempos de «Curro Jiménez». De Luna ignoraba su ingreso hospitalario y, sobre todo, que estuviera sometiéndose a un tratamiento oncológico. «Yo no sabía que estaba hospitalizado, porque en todo momento nos comunicábamos por teléfono –explica el actor–. Creía que tan solo tuvo una momentánea perdida de voz de la que se había recuperado, pues hablamos con normalidad. En Navidad quedamos en vernos después del estreno de la obra que estaba ensayando con Natalia Menéndez. Todo parecía ir bien, pero parece ser que él y Reyes decidieron no decir nada del cáncer e irse a su casa de Manises. Reyes me llamó el pasado domingo a las cinco de la tarde para contarme que acababa de fallecer. Pensé que habría sido un accidente o un infarto».

Añade Álvaro de Luna que, para estas fechas, tenían previsto presentar juntos un libro del director Alfonso Ungría. «Era un galán, con una gran voz. Siempre fue un gran actor, pero en los últimos tiempos había alcanzado una dimensión gigantesca. Era un valiente. Hace unos años, cuando las cosas no le iban bien por falta de trabajo, algo muy normal en nuestra profesión, se compró una carpa para seguir en activo», cuenta De Luna, quien no oculta su pena. En menos de un año, se le han ido dos grandes amigos: además del propio Pepe Sancho, el inolvidable Sancho Gracia. Curiosamente, Sancho y Pepe nunca se llevaron demasiado bien.

La pasión por televisión

María Jiménez, pese a su tormentosa historia con Pepe Sancho, se encuentra muy tocada por la muerte de quien fue su marido dos veces. Se casaron por primera vez en Sevilla en 1980, en un multitudinario enlace en el que la actriz Silvia Tortosa ofició de madrina. Rompieron en 1984, cuando ya había nacido su hijo Alejandro y, dos años después, tras el accidente de tráfico que en otoño de 1985 se llevó la vida de Rocío, la hija de María, volvieron a contraer matrimonio en Costa Rica.

Formaron una de las parejas más mediáticas y temperamentales de los años 80 y 90, con aparatosas rupturas y apasionadas reconciliaciones. De sus problemas conyugales quedan pruebas en los archivos televisivos. Incluso se habló de malos tratos contra Jiménez, asunto sobre el que Sancho comentaba: «Quienes dicen esas cosas es que no conocen a María. Antes de discutir con ella, prefiero dejar el chalet de Las Lomas e irme a vivir a un apartamento en Madrid». Los jueces le exculparon de aquellas acusaciones.

Al parecer, y más allá de su tristeza, María Jiménez está molesta porque el hijo de ambos, Alejandro (1981), se enteró de la muerte de su padre por televisión. Y es que no se veían desde hacía seis años. Como contó Beatriz Cortázar en estas páginas, nadie del entorno más cercano de Pepe Sancho tenía su teléfono, nadie le pudo avisar a tiempo. Sin embargo, Alejandro sí estuvo presente en la incineración de su padre, consolado por al actor Alejo Sauras.

En el recuerdo queda la llegada de un jovencísimo Sancho a Madrid, a finales de los 40, para buscarse la vida como comediante. Entonces conoció a otros dos grandes de la escena que también aspiraban a abrirse camino, y de los que se hizo inseparable: Arturo Fernández y Carlos Larrañaga. Los tres cumplieron con creces su propósito.

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