El drama de los Palomo Linares

Así lo pensaron hasta que agentes externos hicieron que todo cambiara. La amistad que el torero Sebastián Palomo mantiene desde sus años de soltero con la empresaria venezolana Lilia López hicieron que su hijo Miguel se involucrara en sus negocios hasta el punto de trabajar para esta multimillonaria que diseña joyas, organiza festivales taurinos y tiene importantes inversiones fuera y dentro de nuestro país. Fue precisamente en la boda de su hijo mayor el pasado verano la última vez que se vio juntos a Miguel y Marta. Aunque no había trasendido por entonces el matrimonio atravesaba una seria crisis que podría derivar en las próximas semanas en un divorcio dada la tensa situación que hoy viven.

Instalada en un piso en Madrid tras dejar El Palomar a raiz de los conflictos que tenìa con su marido, Marta González está viviendo la peor pesadilla de su vida. Su amor por Miguel se ha visto alterado y no porque entre ellos se haya apagado la ilusión sino «por las influencias que tiene ahora Miguel a raiz de su trabajo», segùn comentan cercanos a la pareja. Es en su círculo más estrecho donde hablan y no paran sobre la manera en la que Lilia ha acogido al hijo de su ex novio y de cómo hasta su hija Jimena está encantada con que Miguel trabaje para su madre. Precisamente Lilia López fue la mujer que Marina Danko acusó como culpable de romper su matrimonio, comentarios que hacía en su entorno cuando decidió separarse del torero a pesar de que Sebastián jamás ha reconocido que hubiera nada más que una vieja amistad de años atrás, tal y como también aseguró la propia Lilia cuando le preguntaron. Muy cómoda en Madrid decidió traer a su hija Jimena tras su paso por París y matricularla en una universidad privada. Desde entonces madre e hija disfrutan de la vida social madrileña que consideran mucho más interesante y segura que la que tienen en su país. Espectacular de físico y muy joven, Jimena es el ojito derecho de Lilia.

Hay quien apunta a que Marta podría haber sufrido mucho por la manera en la que su esposo cada vez pasaba más tiempo en el trabajo y menos en casa. Es verdad que a raíz del divorcio de Sebastián y Marina la pareja decidió instalarse en El Palomar precisamente para no dejar sólo al diestro que por esas fechas sufrió una angina de pecho. Además Miguel es el único de los tres hijos de Sebastián que ayuda y apoya a su padre y su presencia junto con Marta en la finca ha sido fundamental para hacer que esta nueva etapa de su vida sea más fácil.

A pesar de todo el pasado verano Marta decidió que no podía seguir así. Había vivido situaciones que no le gustaban y necesitaba un apoyo que no encontraba. Con gran dolor y mucha angustia optó por instalarse en un piso, en el barrio de Salamanca, y recapacitar sobre lo que les estaba ocurriendo. Hubo un intento por salvar el matrimonio en septiembre, pero de nuevo las influencias de fuera hicieron que la pareja no llegara a puerto. La pareja no ha comenzado los trámites de divorcio pero todo indica que si las cosas siguen como están será cuestión de tiempo. Para Sebastián es muy triste ver cómo la pareja se ha separado y para Marina además de tristeza hay mucho enfado porque no le gustan ciertas influencias y perder a Marta, a quien consideraba como una hija.