Blasco Ibáñez y el arroz
Adquirió fama mundial durante su vida y pudo disfrutar de los beneficios económicos que esto le reportó
cristino álvarez
Fue, se quiera o no, el primer novelista español después de Cervantes que conoció las mieles del reconocimiento global: tuvo fama mundial que, a diferencia de lo que le ocurrió al autor del «Quijote», le proporcionó unos pingües ingresos que le permitieron vivir sus últimos ... años como lo que llegó a ser: un millonario refugiado en su mansión («Fontana Rosa») de Menton , en la Costa Azul francesa, donde falleció a los sesenta años.
Su fortuna le llegó de América, tras protagonizar el mismísimo Rodolfo Valentino las versiones cinematográficas de sus novelas «Sangre y arena» y, sobre todo, «Los cuatro jinetes del Apocalipsis». Blasco, que siempre tomó partido, fuera por la república, fuese por los aliados , especialmente Francia, en la Gran Guerra, fue fiel a sus ideas hasta el final y se opuso a la Dictadura del Primo de Rivera y, por elevación, a la monarquía de Alfonso XIII, lo que le llevó a exiliarse a su querida Francia.
Reflejó en su obra temas de su tierra valenciana, en títulos como «Cañas y barro», «La barraca» (ambas dieron origen a populares series en la televisión española) o «Arroz y tartana». Ya residente en Menton, de cidió embarcarse en el «Franconia», de la compañía Cunard, para dar la vuelta al mundo, por el hemisferio Norte.
Su «La vuelta al mundo de un novelista» , en tres volúmenes, es una magnífica descripción de los países y las gentes que conoció en ese periplo; su lectura es más que recomendable aun hoy.
Su nombre, su tierra, evocan un arroz en paella, pero no limitándonos a la paella llamada «valenciana», que tantas recetas disparatadas ha suscitado, caso de la de Prosper Montagné en la primera edición del «Larousse gastronomique» (1938) o la de Julio Camba en «La casa de Lúculo» (1929). Háganse un arroz en paella («paella», del latín patella), tenía como significado original «sartén»), de lo que ustedes prefieran; nosotros hemos elegido uno de gambas (de Dènia), chipirones y verduritas. Eso sí, no lo hemos bautizado: es paella, porque en paella se hizo; pero carece de gentilicio. Es… de casa.
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