Larra y el timbal de macarrones
Se le encuadra en el romanticisimo, y fue en Francia donde se gestó su paladar refinado
cristino álvarez
Para todos los que practicamos el oficio de periodistas, decir Larra es mencionar a quien está considerado el mejor articulista de opinión del periodismo español. En su corta vida, a la que puso él mismo fin antes de cumplir los veintiocho años, arremetió contra todo ... lo que no le gustaba de aquella España que le tocó en suerte, que era casi todo: desde la eterna e inútil burocracia al pretendiente carlista y sus seguidores, pasando por quienes vivían por encima de sus posibilidades, la pena de muerte… Un amplio panorama en el que, curiosamente, resultan más bien amables sus críticas teatrales.
Fue, al revés de lo que suele ocurrir, conservador (absolutista) de joven y liberal según fue madurando. Se le encuadra en el romanticismo; conoció a Víctor Hugo y a Alejandro Dumas, pero su obra periodística no puede clasificarse como romántica, sino como crítica realista y muy realista . Otra cosa fue su vida, en los más puros esquemas del romanticismo inicial, suicidio por amor despechado incluido. Su seudónimo «Fígaro» fue popular ya en su tiempo, y su entierro fue una auténtica manifestación de duelo.
Su educación comenzó en Francia, donde es de suponer que empezó a crearse un paladar refinado, a juzgar por los manjares que apunta como sus preferidos en esa joya que es «El castellano viejo», cuando desea que, si vuelve a caer en la trampa de un convite privado de cumpleaños, «me falte un roastbeef, desaparezca del mundo el beefsteak, se anonaden los timbales de macarrones , no haya pavos en Périgueux, ni pasteles en Perigord, se sequen los viñedos de Burdeos, y beban, en fin, todos menos yo la deliciosa espuma del champagne».
El pollo de bresse
Pavos de Périgueux… Hoy ligamos la gran ave venida de América con la comida del Día de Acción de Gracias, por un lado, y con productos light y anodinos, por otro. Hoy Larra habría evocado, dada su afición a los productos franceses, algún ave de Bresse , tal vez uno de esos pollos «tricolores» que pasean la bandera de Francia por el mundo: cresta roja, plumas blancas, patas azules. Sí; a Larra le gustaría, aunque… quién sabe.
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